Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 3: Intercambio y presentaciones

La cafetería se encontraba repleta a esas horas de la mañana, las mejores mesas ya estaban ocupadas, pero la que ellas tomaban habitualmente seguía libre. Hicieron la fila respectiva para recibir sus municiones alimenticias —como Skyler las denominaba— y al cabo de pocos minutos se encontraban trazando el camino en dirección a su mesa. En el camino, a una distancia cercana a la de ellas se hallaban las religiosas, desayunando en conjunto. Un asentimiento de cabeza fue la forma de saludarse las unas a las otras.

—Toma —dijo Camille, extendiendo su cupcake de fresa en dirección de Skyler. No le gustaban las fresas, pero todos los días recibía el cupcake y se lo brindaba a su hermana, ya que a ella sí le encantaban, y mucho.

—Gracias, hermani —respondió la castaña, recibiendo el pastelito, y dejándolo sobre su bandeja de charol blanca.

Camille sonrió en respuesta.

—Hoy debes exponer el poema, finalmente, ¿Cuál elegiste? —cuestionó Alai, dirigiéndose a Camille.

Skyler le dio un mordisco al pastelito, y la rubia bebió de su chocolate espumoso.

Me gustas cuando callas de Pablo Neruda. Iba a exponer el cuento de El amor es ciego y va acompañado de la Locura, pero Brandon lo eligió primero.

Skyler la observó perpleja por un momento, recordando que aquél relato lo habían escuchado gracias a su madre, cuando aún eran muy niños para recordar al pie de la letra lo que decía. Camille lo notó y en respuesta le dedicó una diminuta sonrisa.

Para clase de literatura, tenían asignada una exposición de algún poema o escrito que permitiera la reflexión e interpretación del expositor. El viernes de la semana pasada, ellas habían tenido el turno de exponer, sin embargo, algunos estudiantes —entre esos sus hermanos— habían quedado pendientes para continuar en la siguiente clase, que sería hoy.

—Es un lindo poema —respondió Alai, quien casi terminaba su desayuno.

—Lo es y Brandon eligió un gran relato
—concluyó Skyler.

Ellas a diferencia de Alai, apenas habían probado bocado, así que se concentraron en seguir desayunando. Después de varios minutos, Skyler percibió en su campo visual la presencia de su hermano, Marcelo, e Ian, sosteniendo sus bandejas y saludándolas desde lejos. Los jóvenes caminaron en dirección a su mesa.

A Skyler se le hizo extraño que las chicas súper poderosas no estuvieran tras sus espaldas, como solía ser siempre.

—Buenos días, bellas damiselas —saludó Brandon, dejando la bandeja junto a la de ella, depositando un beso en su mejilla, en la de Camille y finalmente Alai.

—Hola, mujercitas, ¿Cómo están? —prosiguió Ian, sonriendo estrechamente.

Marcelo conservaba un semblante serio, llevaba puestas unas gafas de sol oscuras, y simplemente se limitó a mover su mano en señal de saludo. Los tres tomaron asiento: Brandon en medio de Skyler y Camille; Ian al costado derecho de Skyler; y Marcelo enseguida de Alai.

—Hola, estamos muy bien, gracias por preguntar —contestó Skyler, con sus mejillas levemente sonrojadas porque Ian estuviera desayunando con ellas. Hacía una semana que no compartían mesa.

—¿Y ustedes qué tal? ¿Cómo los trata la vida? —preguntó de vuelta Camille, terminando de beber su chocolate.

—Excelente, el comienzo del campeonato nos tiene bastante motivados —manifestó Ian, acariciando su cabello rubio y manteniendo la sonrisa afable que tanto lo caracterizaba.

—Vamos a patearle los traseros a los del internado San Louis, ¡Demostraremos quiénes son los mejores! ¿No es así? —agregó Brandon, enérgicamente.

Todos en la mesa sonrieron, inclusive Marcelo, que apoyó su afirmación.

—¡Por supuesto que sí!

—¡Hey, fiancé! —la voz de Rebecca, quien venía a pocos pasos de distancia, interrumpió las palabras de celebración. La atención de todos se dirigió a ella, especialmente la de su novio.

Alai hizo una mueca de fastidio que resultó divertida para Skyler y Camille, y que Marcelo tomó como oportunidad para mofarse.

—¿Celosa, rubia? —cuestionó, con una sonrisa ladina y burlona.

Alai sonrió también.

—¿Muy magullado, De Luca? Que no te avergüence, tranquilo, no tienes que ocultar detrás de los lentes que Logan te dio tremenda paliza. Si es cierto que participa en peleas clandestinas, es obvio que no tendrías oportunidad de vencerlo. —La rubia palmeó la espalda de Marcelo, él en respuesta tensionó la mandíbula y se levantó del lugar para acercarse a las únicas féminas que adoraba en el internado, específicamente, a Emilia.

Ian y Camille se carcajearon con fuerza porque Alai había dejado sin comentarios, ni ánimo de refutar a Marcelo, y Brandon estaba tan concentrado besando a Rebecca —y tratando de evitar que las religiosas los vieran en plan afectivo— que ni escuchó lo dicho por sus amigos.

En ese momento, Skyler se quedó embelesada observando la forma en que los ojos de Ian se achicaban, y escuchando con atención su risa, que para ella resultaba ser un sonido fascinante.

Después de un rato las risas cesaron, y la burbuja en la que se vio envuelta se quebró cuando la atención de Ian fue acaparada por Zhanna, quien se le acercó, rodeándole el cuello con sus manos y besando su mejilla.

—Hola, linda. —El corazón de Skyler se estrujó al escuchar la forma en que Ian la llamaba y Zhanna, al contrario de ella, se sintió feliz por ello, evidenciándolo en una amplia sonrisa—. ¿Ya desayunaste? Toma asiento.

Él señaló el lugar libre que había a su lado.

—Eso sí, tendrán que desayunar al estilo de flash o sino llegaremos tarde a clase
—concluyó.

—¿Flash el de zootopia, o Flash Flash? —se entrometió Camille, pretendiendo lucir pensativa.

Ian tomó la etiqueta de su jugo de envase retornable, haciéndolo bolita y tirándosela.

—El verdadero Flash, genia.

Camille sonrió, guiñándole el ojo.




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