Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 5: Acuerdo bilateral

Lo miró por un momento, con concentración, detallando cada facción de su rostro. Era una de las pocas veces en las que lo sentía tan cercano... debía admitir que era verdaderamente apuesto. Sus ojos no tenían ningún color especial, o llamativo, simplemente eran marrones, pero en su mirada se percibía una profundidad cautivadora; su cabello y sus cejas igualmente oscuras, y unas leves pecas se esparcían por sus mejillas. Su rostro tenía un acabado cuadrado, brindándole un contorno fino y fascinante.

Lo que más destacaba de Logan era su aspecto sobrio y cauteloso, una persona difícil de persuadir. No se perturbaba con facilidad, parecía tener un control absoluto de todo... excepto cuando se trataba de Marcelo. Él podía sacar a flote sus expresiones más violentas, podía alterar su aparente estabilidad emocional, y ella, después de haber visto el dibujo en la libreta, podía sospechar el porqué.

—Y bueno... ¿Te quedarás observándome todo el día? —su pregunta la puso en alerta, no pensó que fuera tan obvia su mirada escrutadora.

Skyler agitó su cabeza, incomoda, respondiendo de manera negativa a su pregunta.

—Espera, he olvidado mi mochila en los vestidores —le informó a lo que él asintió, haciéndole inferir que esperaría a que fuera por ella.

No fue mucho lo que tardó en ir y volver.

Metió la mano en el morral, mientras se acercaba al castaño. Cuando sintió el pastillaje duro y áspero del cuaderno, lo agarró con precisión y se lo entregó.

—Aquí está, intacto como lo dejaste. —Él lo tomó, entregándole a su vez la otra libreta.

—No puedo creerlo, realmente son iguales
—musitó Logan, reflejando desconcierto.

—Sí... pensé que mi madre era la única que amaba a esa banda, pero ya veo que habían más personas como ella allí afuera —destacó Skyler, con una sonrisa diminuta implantada en su rostro.

—¿La libreta era de tu madre?

—No específicamente, fue un regalo de cumpleaños.

Él asintió pausadamente.

—¿Y tú, cómo la conseguiste? Eran parte de una edición limitada, hace mucho dejaron de venderlas.

—Mis papás adoraban a los hard boys, supongo que también querían transmitirme ese gusto. —Logan observó con detenimiento el cuaderno que sostenía, luego prosiguió—: Fue un regalo de navidad, hace varios años.

—Entiendo.

Él abrió la libreta, con la finalidad de detallar su interior, quería cerciorarse de que no se cometiera un error nuevamente y que todo estuviera tal cual como lo había realizado.

—Tienes mucho talento. —Las palabras de ella lo tomaron por sorpresa. Frunció su entrecejo, al tiempo en que volvía a cerrar el cuaderno.

—¿Estuviste husmeando?

—Tenía que averiguar de quién era, y para eso, tuve que enfrentarme al dilema de husmear un poco —se defendió ella, viéndole directo a los ojos—. ¿O vas a decirme que tú no leíste ni una sola palabra del mío?

Logan lo meditó unos segundos antes de responder.

—Realmente no tenía el mínimo interés de fisgonear en el cuaderno de una adolescente, pero sería ingenuo que creyeras que no lo hice. Encontré un nombre en particular que despertó bastante mi curiosidad.

Un leve color rojo se apoderó del rostro de Skyler.

—¿De qué hablas? —pretendió fingir demencia, hacerse la desentendida.

Quizá así Logan de igual manera se confundiría con respecto al tema, y creería que tal vez había sido un error de comprensión de su parte.

—Oh vamos, «Ian, tus ojos lucen como un trozo de cielo, y el diminutivo de mi nombre representa eso... no creo que sea una coincidencia. Estamos destinados» —citó textualmente, agudizando el tono de su voz, intentando imitarla.

A Skyler aquello no le caía en gracia.

—Es una total grosería invadir la privacidad de alguien —atacó, contrayendo su rostro en una expresión de disgusto—. Además, no me vengas a querer pasar por acosadora, cuando tú también demuestras tener una fijación especial por alguien que ambos conocemos.

Logan entornó los ojos.

—No sé de qué hablas.

Ahora parecía que a ambos les gustaba fingir demencia.

—La quinta página de tu cuaderno demuestra lo contrario.

—Si te refieres al dibujo de Emilia, déjame decirte que tu cabeza está creyendo cosas que no son.

—¿Ah no? Acabas de aceptar que mis sospechas son ciertas. —Skyler hizo una pausa, pretendiendo detallar las expresiones de Logan. Seguía viendo lo mismo, un adolescente neutral, e imperturbable—. Te gusta Emilia Amoretti.

—Eso es solo una conjetura.

Logan trataba de apuntar al evidente hecho de que ella estaba formando un juicio en base a datos incompletos. Un dibujo común no era alguna prueba fehaciente de que hubieran sentimientos de por medio.

—Eso es un secreto, por otro secreto
—corrigió ella, haciendo referencia a que ambos sabían algo del otro.

Algo que no podía ventilarse.

—Sinceramente no tendría por qué darte explicaciones, no somos amigos; sin embargo, las daré: Ese dibujo fue una petición de Emilia, a veces hago retratos y la gente me paga por eso. Ella quería un dibujo suyo y se lo hice, fin.

Una parte de Skyler no se hallaba muy convencida de que su explicación fuera totalmente verídica, pero de igual manera aquello no le resultaba relevante en ese momento. Así que optó por tomar esa respuesta como verdadera.

—Si tú lo dices... solo quiero tener la certeza de que no le dirás a nadie sobre Ian. Eso sería realmente vergonzoso.

—No es vergonzoso estar enamorado.

—Bueno, es vergonzoso cuando solo uno lo está.

—Es doloroso, más no vergonzoso
—rectificó el muchacho, con su mirada puesta en las chicas que se preparaban para iniciar su entrenamiento de natación.

—Solo prométeme que no se lo dirás a nadie, así como yo no diré sobre lo de Emilia.

Él volvió a entornar los ojos, comenzando a desesperarse por la terquedad e insistencia de Skyler.




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