Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 26: Rumbo a la sanación

—¿Crees que ya nos tenga noticias? —preguntó inquieto, recostado boca arriba en la alfombra y lanzando su pelota anti estrés.

—Han pasado cuatro días, debe haber alguna —contestó ella, tomando el teléfono de la habitación y marcando el número de los Henderson.

Sonó un pitido tres veces y alguien tomó la llamada.

Buen día, casa de la familia Henderson, ¿En qué puedo servirle? —era la voz de una mujer que no reconocía, asumió que se trataba de alguna empleada.

—Mi nombre es Skyler Bright, quisiera comunicarme con la joven Mabel —explicó de manera cortés, despertando la curiosidad de Logan.

—¡Eres tú! —el tono efusivo de la mujer la descolocó—. Soy Darla, la tía de tu futuro novio. —Se atragantó con su propia saliva al escuchar la afirmación, dándose golpes en el pecho para calmar la tos que la invadió—. Má me contó que estuviste en casa, es una lástima no haber podido hablar contigo, pero si quieres estás invitada a cenar este fin de semana en nuestra casa. Soy como la tercera madre de Logan y me encantaría poder conocerte pronto, eh —lo último sonó como una tonada cantarina.

—¿Quién es? —indagó el castaño, sin comprender qué era lo que estaban diciéndole al otro lado de la línea y que la tenía tan alterada.

—No somos millonarios como tu familia, pero te aseguro que los Benedetti somos impecables en la cocina. ¿Qué dices?
—prosiguió con la propuesta Darla. Ella ignoró las palabras del muchacho que la acompañaba y se sintió halagada por la invitación que le realizó su tía.

La ilusión de dar un paso más formal en aquella conexión que tenía con Benedetti la hacía pensar en la buena oportunidad que simbolizaba aquella comida para convivir con su familia y adentrarse de manera más completa en su mundo.

—¡Claro, iré encantada! —respondió, sonriendo ampliamente.

—¡Excelente! Te esperamos entonces el sábado a las siete —indicó la mujer—. Ya te comunico con la joven Mabel.

—Gracias —replicó, aguardando en la línea.

—¿A dónde irás? ¿Qué pasa? —volvió a cuestionar Logan, esperando que esta vez no ignorara sus dudas y le permitiera resolver el misterio acerca de lo que sucedía.

—Luego te digo. —Se quedó observándolo y detallando sus facciones mientras Mabel pasaba al teléfono. Su cabello despeinado y sus labios rosados lo hacían lucir tan apetecible, que quiso lanzarse y besarlo hasta que les faltara el aliento.

Era tan simpático y visiblemente atractivo, de eso no le cabía duda. La mirada de Logan pasó de confusión a picardía.

—¿Por qué me miras así? ¿Quieres que te bese acaso y esas miradas son la forma oculta de demostrarlo?

Skyler no pudo contenerse de sonreír, sin embargo, antes de que él se le acercara, Mabel tomó la llamada.

—¿Sky?

—¡Hola, Mabel! ¿Cómo estás? —preguntó, moviendo su mano para que Logan se ubicara a su lado.

Él se sentó junto a ella, pegando su oreja al teléfono.

—Muy bien, ¿Adivina quién se viene hoy a casa conmigo?

—¿Una pequeña y tierna niña rubia?

—¡Sí!

Ella y Logan se abrazaron emocionados por la noticia. Todo estaba saliendo como tenían previsto y podrían afirmar que Annie estaría muy contenta cuando fueran a visitarla.

—Mabel, muchas gracias por ayudarnos
—comentó después de terminar la sesión de celebración.

Logan le arrebató el teléfono.

—¡Te mereces el cielo, Mabel! Seré el mejor caballero de honor en tu boda, lo juro
—aseguró él en voz alta.

Skyler frunció el ceño y recuperó el teléfono.

—¿Logan será caballero de honor?

—Sí, será tu caballero de honor —le hizo saber la rubia. Ella entreabrió los labios y el susodicho despeinó su cabello—. Les estaré informando cómo va todo. No se preocupen, Annie se sentirá como en casa.

—No tenemos duda de eso. Gracias de nuevo.

—No me agradezcas, a partir de este domingo comienzan a reunirse conmigo para los preparativos de mi boda y la organización del baile de damas y caballeros —informó Mabel, enfatizando en el compromiso que adquirieron de ayudarla del mismo modo que ella lo haría.

—Dios, otro día más con Benedetti. Al parecer estoy destinada a soportarlo eternamente
—bromeó, causando que su amiga riera.

El mencionado enarcó sus pobladas cejas.

—¿Maldición o bendición? —secundó Mabel con diversión.

Ella rio en respuesta, absteniéndose de elegir de cuál de las dos palabras se trataba. Se despidieron y su atención recayó al cien por ciento en el castaño.

—Te casarás conmigo, así que hazte a la idea de que tendrás que compartir todos tus días a mi lado —advirtió él, depositando un beso sonoro en su frente y encaminándose a la salida de su habitación.

Ella guardó silencio, consternada por su frase y cuando rememoró lo de la invitación a cenar en su casa, lo llamó.

—¡Espera! Logan, debo decirte algo… —se asomó por la puerta y chasqueó la lengua. Su grito fue en vano porque él ya se había marchado.

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—Mabel quiere que Alai y Brandon sean parte del grupo de damas y caballeros. Al parecer Ian y Zhanna también lo serán —le contó su hermana al otro día por la mañana, mientras terminaba de prepararse para ir a clases.

Se quedó enmudecida, acordándose de la última frase que Logan le dijo, casarse. Nunca había imaginado que se casaría, a pesar del gran amor que sintió por Ian, no pensó en la idea de un matrimonio. Sus imaginaciones se quedaban únicamente en el punto de un romance juvenil lleno de experiencias nuevas. Y Logan… no le parecía del tipo de hombre que quisiera comprometerse.

Al conocerlo fue tan frío y distante que no se imaginó que llegaría el momento de conocer el otro lado cálido de su personalidad.

—¿Creo que eso ya no te afecta? —supuso Camille, concentrando sus ojos marrones sobre ella—. Es más que obvio que entre tú y Benedetti está surgiendo algo. Christian y yo ya dimos el siguiente paso, ustedes sí que se andan tardando.




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