Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 28: Confrontar

—¿En verdad no desean quedarse? Mi nana Aryanna preparará hot dogs y jugaremos un rato —les consultó Mabel en la puerta, al tiempo en que Skyler, sus hermanos y Alai salían de la casa Henderson.

—No, Mabel, tenemos un asunto pendiente. Después te lo contaremos —respondió Camille, deteniéndose frente a la rubia.

—Sí, igualmente gracias —continuó ella, sonriendo.

—Ok, nos vemos entonces la próxima semana. Es probable que cree un grupo de whatsapp para informarles cualquier novedad, ¿Entendido?

—Entendido, madame —contestó Brandon, abrazando por el hombro a Alai, quien se encontraba bastante desanimada como para hablar.

Skyler y todos notaron que estuvo desconcentrada y se equivocó la mayor parte del tiempo en la realización de los pasos. No la culpaba porque, pese a lo acontecido, siguió firme en cumplir con su compromiso como dama. Ella sabía lo mucho que Alai adoraba a su familia y esta situación sería el doble de difícil para ella y su hermano. Finalmente, ellos serían quienes verían deshacer, en cuestión de segundos, los años de matrimonio de sus padres y deberían enfrentarse a la aceptación de un nuevo hermano.

Mabel se adentró en la casa nuevamente y distinguieron el arribo del vehículo de Fabricio en la entrada. Alai se subió en el lugar del copiloto y Brandon tomó la labor de conductor en el auto de su padre, con sus hermanas como pasajeras. Los dos automóviles se desplazaron uno detrás del otro rumbo al restaurante predilecto de sus familias.

—Ahora más que nunca debemos apoyar a Alai, sobre todo tú, Brandon —comenzó a decir Skyler, desde los asientos traseros.

Camille quien estaba junto a Brandon acarició su cabello.

—Es verdad —apoyó su petición su hermana mayor. Su mellizo no pudo disimular su confusión.

—¿Por qué lo dices?

—Vamos, B, sabemos muy bien que, desde que terminaste con Rebecca, tú y Alai han estado muy juntitos —delató Camille, cruzándose de brazos.

—Normal, antes de Rebecca fue así también.
—El muchacho se intentó zafar del asunto, aunque el pensamiento contradictorio de que era inútil negarlo, se instaló en su cabeza.

—Sé claro, Brandon. ¿Te gusta o no te gusta Alai? Estamos lo suficientemente mayores para saber lo que queremos y si no lo sabes, no te vas por la vida ilusionando a los demás vanamente —inquirió con severidad ella, esperando que fuera directo al grano.

Faltaba menos de una calle para llegar a su destino.

—Bien, sí. Alai me gusta. ¿Felices?

Las dos jóvenes celebraron en sus puestos la confesión. Lo mejor que podría pasarle a su hermano era enamorarse de una chica como Alai. La conocían casi de toda la vida y tenían la certeza de que ella correspondía sus sentimientos y que no lo lastimaría.

—Pero es muy pronto para decírselo. La ruptura con Rebecca está muy reciente y quiero que tanto ella como yo estemos convencidos totalmente de que todos los sentimientos que tuve por mi ex novia quedaron en el pasado enterrados.

—Me parece prudente, por ahora lo más importante es el apoyo que pueden darse como amigos... que se gustan —lo último escapó de sus labios, sus ojos se abrieron de golpe y cubrió su boca instintivamente.

Brandon buscó un lugar dónde estacionar la camioneta.

—¿Que se gustan? ¿Alai te confesó que también le gustó? —preguntó con anhelo él, deteniendo el vehículo en el lugar preciso.

—No sé, no he dicho nada —se limitó a responder, bajándose con presteza.

—¡Camille! —llamó Brandon a su otra hermana, ávido por obtener una respuesta.

—Yo tampoco sé nada —replicó del mismo modo Camille, siguiéndole el paso a Skyler.

Fabricio y Alai estaban esperándolos en la entrada del restaurante, la segunda cargaba con un paquete. Los cinco caminaron en silencio hasta una de las mesas y ordenaron bebidas sencillas, como café y limonada.

La rubia dejó el paquete que sostenía sobre la mesa y permitió que cualquiera hurgara en su contenido. Brandon observó a Camille y Camille a Skyler. Ella tomó la iniciativa.

—Ese paquete estaba sobre la oficina de pa... de Miguel Ángel —anunció Alai, cuando Skyler comenzó a sacar las cosas.

La prueba de embarazo, los zapatos de bebé, los documentos...

Brandon tomó los papeles, dispuesto a leerlos.

—Al parecer es un extracto bancario de la cuenta de papá y la contraseña para acceder a todo. Es más que obvio que quieren adueñarse de su dinero.

—Esto es absurdo, él tiene su propia fortuna, ¿Por qué hacerlo? —interrumpió Fabricio a Brandon, tallándose la frente con desesperación.

—Papá y Tommy son los socios capitalistas del bufete. Miguel Ángel, aunque tiene participación y ha realizado inversiones ocasionales, no tiene el mismo porcentaje de beneficio sobre las ganancias que se generen. Así que claramente y sin intención de desprestigiarlos, Nicolás tiene más dinero que él —se adelantó en responder su mellizo, mostrándose muy seguro de la información que les estaba proporcionando.

—Además, llegué a escuchar a papá hablando de solicitar algunos préstamos. Si estuviera tan bien financieramente, todo el dinero que necesita lo obtendría de su empleo e inversiones, sin necesidad de pedirlo. O no sé, eso pienso —habló Alai un poco vacilante.

—¿Cuánto tiempo llevarán ocultando esto? No me cabe en la cabeza cómo nadie se ha dado cuenta —dijo Camille, formando una línea recta con sus labios.

—Winnie se aprovechó de que estábamos en el internado, nosotros somos los únicos que siempre hemos descubierto cómo es verdaderamente. Nicolás todo este tiempo se ha hecho el ciego —argumentó Skyler, encogiéndose de hombros.

—No puedo creer que le haya hecho esto a mamá —las palabras de Alai se oyeron entrecortadas, como cuando un nudo en la garganta te impide expresarte adecuadamente—. No puedo creer que vaya a tener un hijo con otra mujer. Un hijo con Winnie —lo último lo pronunció con amargura, con pesadumbre. De inmediato el llanto brotó.




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