Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 41: Tardes de familia

If you wanna be my lover, you gotta get with my friends —cantó Brandon, con la mano puesta en la cadera, meneándose lado a lado.

Make it last forever, friendship never ends
—prosiguió Camille, señalándolo con la mano y luego levantándola hacia su costado, como si estuviera despejando un camino en dirección al cielo—. If you wanna be my lover, yohave got to give.

—Taking is too easy, but that's the way it is
entonaron los dos al mismo tiempo, observándose fijamente.

Skyler quien iba bajando las escaleras, los divisó, formando una sonrisa. Ver el espectáculo de wanna be por parte de sus hermanos era una fantástica manera de amenizar el día.

Ellos siguieron canturreando la parte final de la canción, entre una serie de pasos enérgicos e ingeniosos que habían creado y que siempre solían repetir. Sentía que podía realizarlos sin ensayo previo de tanto que había visto a Brandon hacerlos. Camille en ocasiones, como era ese día, se sumaba a su coreografía.

Brandon tenía en su cabeza una banda para maquillaje de color rosado, con orejitas de gato, lo cual lo hacía lucir bastante tierno y gracioso, con su pijama de Mario Bros haciendo la dupla perfecta.

Camille por su parte, portaba una pijama de Minnie Mouse, que era idéntica a la suya. Las habían comprado a juego hacía años y ocasionalmente acordaban su uso.

—¡Qué espectáculo! Directa y exclusivamente traído desde los musicales de Broadway
—comentó, aplaudiendo y atrayendo la atención de sus hermanos.

Ellos rieron y Camille se dejó caer sobre el sofá, rendida.

—Dios, creo que mis articulaciones se han oxidado. Este baile me ha dejado sin energías.

—Oh vamos, ¿Apenas empieza el repertorio y ya te has cansado? —indagó Brandon, corriendo en el mismo lugar, como si de un entrenamiento de fútbol se tratara—. Yo estoy al cien.

—Sí, se nota —reparó Skyler, sentándose junto a su hermana.

—Tengo ganas de chocolate espumoso con crema, pero como el que hace Mechi. Es la diosa de preparar chocolate —comentó su hermana, haciéndose ovillo—. ¡Vuelve, Mechi!

—Deja el drama, Mechi también merece descanso y pasar tiempo con su familia
—reprochó, apuntando al hecho de que ese día la mujer se encontraba en su día libre de trabajo.

—Sí, pero la extraño.

—¿A ella o a su comida? —inquirió Brandon, poniendo Beat it de Michael Jackson, en el tv.

—Una cosa depende de la otra, así que obviamente a ambas —aclaró Camille, entornando los ojos.

La melodía de la canción comenzó a sonar, haciendo que ella tarareara y empezara a moverse al ritmo de la música.

—Amo esa canción.

Los tres siguieron con el karaoke, pero con Brandon efectuando los pasos de baile. Su mellizo tenía mucho potencial para ser bailarín, era talentoso, marcaba los pasos con la suficiente fuerza y tenía la resistencia necesaria que le proporcionaba ser deportista a tiempo completo.

La puerta principal fue abierta y su padre entró cargando su maletín y usando su representativo traje de abogado. Nicolas dejó sus cosas sobre la mesa, y los miró de manera extraña. Viéndolos vestidos de esa manera y divirtiéndose como cuando eran niños, se transportaba a momentos gratificantes de su pasado.

—¿Qué está pasando aquí y por qué siento que estoy viendo a la versión infantil de mis hijos? —cuestionó, acercándose a saludar.

Skyler y Camille lo envolvieron en un abrazo.

—De vez en cuando hay que recordar que dentro de nosotros aún guardamos nuestra esencia de niños —manifestó ella, en medio del abrazo.

Las dos se apartaron de Nicolás y Brandon repitió su gesto. El hombre le bajó la banda del cabello, causando que sus ojos se oscurecieran al cubrirlos.

—Tienes razón, Sky... Se me ocurre algo
—empezó a decir su progenitor—. Hoy no tendré más compromisos en el despacho, ¿Qué opinan si hacemos algo los tres? ¿Una tarde de padre e hijos?

—¡Sí! Podemos ver películas y preparar comida. Hace tiempo que no cocinamos juntos —apoyó Camille, agregando ideas.

—Y compremos helado, quiero —hizo su propia petición, señalando con su índice.

Ellos aceptaron y Brandon le pidió que lo acompañara al supermarket a comprar frituras, golosinas y el helado. Se puso un short de mezclilla, una camiseta holgada y un par de tenis, ya que le parecía más práctico para no demorarse e ir a comprar. Al menos eso era mejor que ir a la tienda en pantuflas y pijama.

No tardaron mucho en llegar, Brandon estacionó el vehículo y ella salió del auto. Él jugueteaba con las llaves mientras se adentraban al local.

—Voy a la sección de golosinas porque tú no sabes escoger buenos dulces —notificó su mellizo.

Ella le mostró la lengua y se separaron. Puso en el carrito frituras de diferentes sabores, de crema y cebolla, limón, naturales, BBQ, todas aquellas que conocía que eran del gusto suyo y de su familia. También tomó un paquete de crispetas de caramelo, sus favoritas.

Se dirigió a la sección de bebidas, buscando en el congelador los helados de chocolate y vainilla, teniendo en cuenta que el de fresa se descartaba siempre por el rechazo que le provocaba a su hermana.

Cuando iba a tomar el de chocolate, una mano, al mismo tiempo, se ubicó sobre el pote, rozando con la de ella. Se llevó una gran sorpresa al ver que esa persona era nada más ni nada menos que Winnie, su ex madrastra.

Winnie se veía tan diferente a como la recordaban, no llevaba su trabajado maquillaje, cargaba con unas pocas joyas y su cabello suelto desprolijo. Su ropa no era tan elegante y femenina, sino más bien, ancha y maternal, como su nueva faceta. Su barriga de embarazada ya se notaba.

—Eh, Sky, ¿Prefieres gomitas o caramelos?
—preguntó Brandon, acercándosele.

Él al igual que ella se quedó estupefacto ante la presencia de la mujer. Winnie los miró avergonzada, sin embargo, de inmediato intentó cambiar esa expresión por una de altivez. Miguel Ángel volvió al encuentro con su nueva mujer, fijándose en que ellos estaban ahí.




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