Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 49: Encuéntrame en las fotografías

Meses después…

Logan miró con indecisión la caja de cigarrillos sobre la mesa. Necesitaba urgentemente liberar la tensión y tristeza que lo fatigaba. No obstante, sabía que ni un cigarrillo, ni ninguna otra cosa, aliviaría su sentir. Además, le había prometido a ella que dejaría el desagradable hábito. Y le cumpliría. La palabra era lo más sagrado. Palabras sin acciones no tenían sentido ni validez alguna.

—Logan —lo llamó su nonna, cuando la doctora Abril salió de la habitación donde se encontraba Skyler.

La atención de todos recayó sobre la mujer, y la zozobra se palpaba en la atmósfera, originándole un nudo en su garganta y una opresión en el pecho.

Brandon fue el único que se abstuvo de acercarse. Su mirada siguió deambulando lejos de allí, buscando evadir cualquier tipo de noticia que Abril pudiera brindarles. Después de todo, sabía que las buenas nuevas no volverían.

—Ya pasó la crisis, pudimos estabilizarla
—avisó la mujer. La enfermera salió detrás de ella, ubicándose a su lado—. Ahora se encuentra dormida por la medicación, pero más tarde pueden entrar a verla.

Logan lanzó un suspiro, mientras que Camille se aferró a su padre. Cada día era uno menos que tendrían para compartir con Skyler, y cada crisis los preparaba más para el día en que partiera. A pesar de eso, Logan sabía que ninguna de esas cosas sería suficiente para afrontar con fortaleza la pérdida. Nunca estarían lo suficientemente listos para aceptar que ella se fuera.

—Le haré una sopa de pollo nutritiva a la señorita Skyler para que se sienta mejor más tarde que despierte —habló Mechi, mostrándose optimista.

—La sopa no es curativa, Mechi. No te hagas falsas ilusiones —contestó Brandon, quien últimamente se la pasaba en modo de ataque cuando de Skyler y la enfermedad se trataba.

Logan intuía que su lazo de mellizos hacía que fuera un poco más difícil para él aceptar lo que estaba pasando. Camille se la pasaba día y noche llorando, cuando Skyler no veía, ni se enteraba, pero Brandon sin derramar una lagrima, demostraba su sufrimiento, igual que Nicolás. Sonreír para ellos ya no era parte de la rutina y su mirada rota, se notaba a metros de distancia.

Nicolás buscó liberar a la mujer de la incomodidad provocada por el comentario de su hijo.

—Muchas gracias, Mechi. Skyler ama como cocinas, estoy seguro de que eso la alentará.

Los ojos de ella se iluminaron ante las palabras de su jefe.

—Bueno, yo me tengo que ir. Tengo una reunión en menos de una hora en la clínica. Gabriela ya sabe qué debe hacer en caso de que Skyler vuelva a sentirse mal y está de más recordarles que cualquier imprevisto que surja pueden llamarme y aquí estaré. Mañana vendré a ver cómo amaneció mi paciente. —Gabriela, la enfermera, asintió, dando a entender que cumpliría al pie de la letra con su misión.

—Te acompaño a la puerta —se ofreció Darla, levantándose del sofá. Nicolás del mismo modo lo hizo, acompañándolas.

Brandon salió casi corriendo escaleras arriba y Camille se sentó en el sofá, atrayendo la curiosidad de la pequeña Rachel.

Skyler no estaba quedándose en su habitación habitual, desde que su salud empeoró, la habían radicado en una recamara que quedaba en la planta baja, para mayor comodidad en su desplazamiento con la silla de ruedas.

—¿Por qué estás triste, Cam? —consultó la niña, observándola con detenimiento.

—Rachel —mencionó en tono de advertencia su nonna.

Tenían claro que Rachel era una niña, pero su impertinencia podría empeorar el sentir de los demás.

—Bueno, Rachel, resulta que Skyler se ha puesto mal y como ella es mi hermanita pequeña, me hace sentir triste —respondió con dulzura Camille, intentando contener el llanto que se asomaba en sus pupilas.

—Tranquila, Cam, la doctora Abril le dará medicinas para que ella se cure y estará bien. Así lo hizo conmigo la semana pasada cuando me resfrié, me recetó un jarabe y mira. —La niña se señaló a sí misma—. Estoy sana y salva.

Camille intentó sonreír, pero al hacerlo las lágrimas corrieron por sus mejillas sin poderlo evitar.

Rachel se sorprendió, sin saber qué hacer o decir. Sus ojos conectaron con los de Logan, buscando que la socorriera.

—Rachel, deberías ir a jugar un poco al jardín antes de regresar a casa —sugirió Benedetti, apartando a la niña del lado de su cuñada.

—Te acompañaré, linda —secundó Aryanna, tomándola de la mano y llevándosela.

Logan se sentó junto a Camille, acariciando su espalda de manera circular. No era muy bueno para consolar personas. Menos en esas circunstancias, donde ni él mismo sabía cómo lidiar con tanta desdicha.

La joven lo abrazó, liberando toda la carga de sentimientos que la aprisionaban.

—Esto no nos puede estar pasando de nuevo, Logan. ¿Por qué las personas buenas se van y las malas siguen aquí?

Era algo que tanto él, como muchas personas, se habían preguntado en algún momento de su vida. No tenía una respuesta concreta para atribuirle a esas injusticias de la vida.

—No lo sé, Cam. Sólo te puedo decir que debemos intentar controlarnos, Skyler no quiere vernos sufriendo por ella, ella quiere que seamos fuertes.

—¿Cómo puedes ser fuerte sabiendo que alguien que amas se va a ir para siempre y que no puedes hacer nada para impedirlo?

Él tragó saliva con dificultad y se frotó los ojos para no quebrarse ahí mismo.

Para su suerte, Nicolás regresó a la sala, encargándose de tranquilizar a su hija.

—Nicolas, quisiera saber si hoy puedo quedarme con ustedes. Me gustaría estar cerca de Skyler por si llegara a necesitar algo cuando despierte —consultó Logan, dejando su espacio libre en el mueble para permitirle a él abrazar a Camille.

—Sí, Logan, por supuesto. Sabes que esta es tu casa y Skyler se sentirá feliz de verte al despertar.




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