Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 50: La muerte nunca será solo un sueño

Los ojos de Logan se hallaban nublados por su llanto incesante, intentaba torpemente apreciar el álbum que con tanto esmero y dedicación había creado para su adorada chica cielo. Le parecía inverosímil pensar en que, a partir de ese momento, ella solamente estaría presente en sus recuerdos y en aquellas imágenes. Ya no podría apreciar su mirada cálida, ya no podría deleitarse con su melódica voz, ya no sentiría sus cálidos abrazos ni sus inigualables besos. Su existencia sin la ternura y amor de Skyler sería como regresar a los días de su pasado, donde la tristeza y el resentimiento era lo único que lo llenaba.

Acarició con los dedos la fotografía donde cargaba a Skyler en la espalda, añorando poder regresar a ese día.

Nunca se está preparado para recibir la muerte. Por más que sepas que llegará, por más que sea el destino que todos compartimos, es un instante que te paraliza. Para Logan no era aterrador que la muerte llegara él, a él lo que le daba pavor eran situaciones como esa, donde ante sus ojos se esfumaran las personas que tanto amaba.

—Logan, Christian ya está aquí —interrumpió sus pensamientos Alonzo, asomándose en la entrada de la habitación.

Su hermano pudo ver las lágrimas en sus ojos que se enrojecían cada vez más, e incluso, comenzaban a hincharse. La única vez que había llorado tanto fue cuando murieron sus padres.

Logan intento inútilmente deshacer el rastro del llanto.

—No tienes que avergonzarte porque estés llorando. Perdiste a la persona que amabas, puedes inundar la ciudad con tus lágrimas si así lo quieres —comentó Alonzo, acercándose con cautela.

El joven fijó la mirada en el álbum, esbozando una sonrisa lastimera.

—Esto es como vivir un infierno, Alonzo
—empezó a decir Logan, tallándose el rostro con las manos—. Pensé que ahora que soy adulto, podría aceptarlo mejor, pero me siento como cuando éramos unos desdichados niños que perdieron a sus padres. Me siento nuevamente como un tonto niño.

—Logan, pensé que ya habías entendido que independientemente de la edad, a todos nos vence la muerte de alguien cercano. La muerte es la peor tragedia en la vida de las personas.

—Es que... Skyler era tan joven, teníamos tantos planes. Aun sabiendo que no podíamos cumplirlos, nos permitimos anhelar un futuro mejor. Ahora todo quedó en la nada.

—Tú tienes la obligación de cumplir el anhelo por los dos —pronunció con temple Alonzo, palmeando su espalda. Logan cerró los ojos con fuerza, sintiendo que le martillaba la cabeza—. Ve a lavarte la cara y sal. Te estaremos esperando afuera, no estás solo, hermano. Eres la persona más fuerte que conozco, tomaste el rol de hermano mayor que yo tenía que asumir y es hora de que permitas que sea yo quien cumpla con mi deber.

Logan lanzó un suspiro, accediendo a las palabras de su hermano. Se fue a lavar el rostro, se limpió con una toalla y se miró al espejo. El recuerdo de la expresión sonriente de chica cielo se instaló en su mente, era casi como si pudiera verla, mirándolo a través del espejo.

Era como si con eso, le recordara que tenía que ser valiente.

Al llegar a la sala de su casa, su familia estaba preparada para ir con él al funeral. Su mejor amigo estaba tomando una taza de café, que dejó a medias cuando lo vio. Christian se aproximó y lo abrazó, diciéndole que lamentaba mucho la situación.

—Camille y Brandon están devastados. Nicolás parece un muerto en vida, no pronuncia palabra alguna, es como si todavía no creyera lo que está sucediendo —le hizo saber Christian, cuando concluyeron el abrazo.

—Y no es para menos. Primero perdieron a su madre y ahora a Sky —habló Jacob, mostrando compasión por la familia Bright—. Si existe Dios, se ha ensañado con ellos.

—¡Jacob Aurelio! ¡¿Cómo se te ocurre decir esas cosas?! Dios no se ensaña con nadie, no seas irrespetuoso —protestó su nonna, con las cejas fruncidas y elevando su tono de voz.

—Abuela, explícanos entonces por qué a las personas les pueden caer las cien mil plagas y Dios nunca intercede —siguió debatiendo el muchacho, sacando de sus cabales a Aryanna.

—Deja de meter a Dios en esto. Sabemos que desde que nacemos nos espera la muerte y tristemente la vida no puede ser benevolente para todos.

—¿Ven? Ni siquiera sabe cómo defender lo indefendible —susurró Alonzo, dirigiéndose a sus primos.

Logan prefirió no tomar partido alguno en la disputa. Sinceramente no se sentía con ánimos para aprobar o rechazar la existencia de un Dios benévolo.

—Bueno, dejen de discutir. No es momento para eso —intermedió Darla, acariciando los cabellos blancos de Aryanna, buscando tranquilizarla—. Skyler era un miembro más de nuestra familia y vamos a despedirla cómo es debido.

Su tía tomó de un brazo a Rachel y del otro a su nonna, siendo las primeras en salir de la casa. Se subieron al auto, estando Christian de conductor y Logan de copiloto. El camino a la iglesia se mantuvo casi en absoluto silencio. Excepto por los instantes en que Rachel señalaba autos o lugares a través de la ventanilla trasera. Jacob quien la llevaba sobre sus piernas, refunfuñaba, pidiéndole que se quedara quieta.

Logan sentía alivio porque ella, a su corta edad, no estuviera experimentando su dolor. Al mismo tiempo, le llegó el sentimiento de envidia, por no poder ser él el niño ausente de lo que acontecía a su alrededor.

Cuando llegaron a la iglesia, se toparon con la presencia de la mayoría de sus compañeros de clase, profesores del internado y algunas familias importantes que eran cercanas a Nicolás. Christian estacionó el auto y se acercaron al señor Bright, el cual agradecía por la presencia a la directora Rafaella y a su hija Emilia.

La mirada de Emilia recayó en Logan, era una mirada de absoluta pena. Le incomodaba que lo vieran con lástima.

—Cualquier cosa que necesiten pueden contar conmigo y mi familia. Skyler fue una excelente alumna y Camille ha sido como una hija más para mí —alcanzó a escuchar que pronunciaba Rafaella cuando se posicionaron al lado de Nicolás—. Joven Benedetti, Henderson
—finalizó saludándolos la mujer.




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