Cuando las damas toman café

Capítulo 6: Hildegard

A la mañana siguiente, tan pronto como bajé las escaleras junto a Sophie, encontré al demonio con el que firmé un contrato entrando por la puerta principal con un ramo de rosas rojas y a su asistente con dos ramos de girasoles.

—Buenas tardes, señor y señora Campbell, perdonen la falta de educación que es presentarme sin avisar, pero no podía evitar querer encontrarme nuevamente con su bella sobrina.

¿Dija ya que me daba escalofríos cada vez que actuaba así? Porque creo que es buen momento para repetirlo.

Realmente no importa cuanto sus gafas oculten un poco esa mirada cínica o el bastón haga ruido al tocar la madera, era un hombre con una cara por la que la gente pagaría con tal de poder mirarlo todo el día.

Quizás eso contribuyó a que mi tía se acalorara y se tapara el rostro con el abanico cuando el asistente de Víctor, Garrett, le tendió un brillante ramo de girasoles y mi tío dudara un momento en si de verdad era buena idea darle un apretón a un hombre que parecía querer chuparle el alma a base de contratos fraudulentos y vacíos legales engañosos.

—¿En serio no le gusta ni un poquito?—susurró Sophie con ojos brillantes.

—Su cara será muy hermosa pero ese corazón no late desde el día en que decidió hacerse abogado.

Lo dije como broma y Sophie captó el sentido inmediatamente y se rió un poco antes de que tuviera que darle un leve pellizco para recordarle que no estábamos en mi habitación.

Aunque lo confieso, yo también me rei un poco.

—Pase por favor mi lord, mi sobrina está encantada de recibirlo.

—Y yo estoy encantado de que sea así.—dijo de forma burlesca mientras me entregaba el ramo de rosas

—Gracias...señor.—dije un poco incómoda.

Fingí que no ví el asentimiento leve de mi tío, ni la sonrisa complaciente de mi tía, ignoré aún más la mirada estupefacta de Tanya, que estaba al lado mío preguntándose que diablos estaba pasando

—Avísenme si saldrán, Hilda no puede salir sola con un hombre con el que no hay conversaciones matrimoniales de por medio.—comentó Tanya después de hacerle un saludo formal a Víctor inclinándose.—...Pórtese bien con mi prima, señor Cromwell, por favor.

Tanya se dió la vuelta sin decir mucho más, sentía que nos debíamos una conversación acerca de porque no éramos capaces de llevarnos naturalmente bien como antes, pero no era momento de eso.

Lo que acontecía estaba frente a mí, aquí y en este mismo momento.

—Prepararé té para ustedes señorita Hilda.—dijo Sophie consciente de que mis tíos aún no se retiraban.

—Agradezco la hospitalidad, pero me temo que me he enamorado del café y no soy capaz de volver a tomar té—dijo Víctor mientras sus labios se curvaban.—Fuera aún mejor si lo preparara la señorita Hilda, pero por hoy voy a confiar en su doncella.

Las mejillas de Sophie se calentaron, como es normal en una niña de quince años, pero ví por el rabillo del ojo que a mí tía amenazaban por salirle canas imaginarias por la mención del café y mi tío parecía que quería que le explicara muchas cosas

—¡Buscaré la cafetera ahora mismo señorita!

Sentí que comenzaba a dolerme la cabeza y me resigné a dejar que las cosas fluyeran como él quisiera.

****

—Aquí tiene, señorita, señor.—dijo Sophie mientras dejaba una taza frente a nosotros.

Le agradecí y le hice señas para que se retirara, pero Víctor no hizo lo mismo con Garrett, por lo que se aclaró la garganta antes de continuar.

—La doncella puede quedarse, si no es molestia para usted señorita.—dijo mientras saboreaba el líquido recién servido.

—Para nada, aunque me parece extraño que usted este dispuesto a permitirle quedarse.

—No es para menos si es ella la encargada de su guardarropa.—dijo Victor mientras me alcanzaba una carpeta de diseños bastante grande.—Garret, explíquele a la dama.

Miré de reojo al hombre detrás de Víctor, seguía peinándose perfectamente hacia atrás, por lo que no podía dejar de sentir que era una persona muy quisquillosa.

—...Hay muchas, no, demasiadas cosas mal con el enfoque que quisieron darle al estilo de la dama.—Garret comenzó a mirarme de arriba abajo, lo que hizo que Sophie se ofendiera desde atrás.—En primer lugar es más baja que las mujeres norteñas y del centro, no le quedan bien los estilos cargados que hacen que sus extremidades se pierdan en el proceso. La cornalina la hace ver intchada, deberíamos eliminarla y las mangas abultadas son definitivamente un no.

Miré el vestido de interior, que a pesar de no llevar cornalina era abultado y me estrechaba demasiado la cintura porque era imposible retirar el corset con el que estaba

—...¿Debería sentirme agradecida o ofendida con lo que acaba de decir?

—No se sienta atacada, es simplemente la opinión de personas que han hecho dinero en el campo.—comentó Víctor antes de echarse hacia delante, quedando su cara muy cerca de la mía.—Además, ¿quién se ha encargado de tu cabello hasta ahora señorita?

Víctor tocó sin permiso las puntas de mi cabeza, quise apartar su mano pero pronto miré de cerca y noté las puntas secas y partidas como la paja.

Me sentí apenada y me eché hacia atrás, nunca me importó el estado de mi cabello cuando estaba en el sur, pero desde que llegué aquí no pude evitar envidiar el cabello lacio y sedoso de Tanya que llegaba a su cintura.

Era un sentimiento feo de envidia del que no me gustaba ser consciente, por lo que lo recogía siempre hacia arriba en un moño fuerte y rígido.

—¿Cómo han estado cuidando el caballo de tu señorita?

—Ah...la señora ordenó que lo recortaramos una vez cada dos semanas y usáramos aceite de coco para darle brillo.—dijo Sophie con voz apenada.

—No hagas más eso de ahora en adelante, es mejor cortar el cabello dañado de una sola vez.—dijo Víctor mientras abría la carpeta que antes me había tendido Garrett.—No vamos a copiar a los demás, hagamos algo completamente nuevo que te haga destacar a través de V'C.



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En el texto hay: romance, cafe, aristocracia

Editado: 07.04.2025

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