Capítulo 3—Morados de ojos y golpes de tristeza.
Me encontraba en el patio de la escuela, a un costado de las gradas con Liam hablándome acerca de algo que no logré entender del todo. Mi mente, por más que intentaba procesar lo que decía, estaba pensando en cómo se encontraría Trist.
Habían pasado dos días desde que lo encontré en el casillero, y no sabía nada de él, puesto que aquello fue en un viernes. Quise buscarlo, pero Liam me abordó y ya no tuve oportunidad.
No quería preguntarle lo que había pasado, por más que quisiera saber los nombres de esos imbéciles para que fueran expulsados, simplemente quería preguntarle cómo estaba. No pude hacerlo el día que fuimos a comer, puesto que él, después de darme las gracias, se fue sin mirar atrás. Y estaba lloviendo, por lo que no pude correr tras él.
—¿Allegra?
La voz de Liam me sacó de mis pensamientos, y lo miré. Liam era guapo, muy guapo. Robaba la atención de todas las chicas. Y me parecía lindo, pero había algo en él que simplemente no me terminaba de gustar, no sabía el qué.
—¿Me estás escuchando? —preguntó, luciendo divertido.
Sonreí avergonzada y negué.
—Lo siento, solo estaba pensando.
—¿Todo bien?
Asentí.
—Claro, todo bien.
—Bueno, como te decía, habrá una fiesta el sábado, ¿quieres ir conmigo?
Si bien la idea de ir a una fiesta con él no me entusiasmaba mucho, quería salir.
—Sí, ¿te veo ahí? —le sonreí.
—¿No será mejor que vaya por ti a tu casa? Así podré llevarte de regreso— dijo y extendió su mano para llevar un mechón de cabello por detrás de mi oreja.
Me incomodé, pero no se lo hice saber.
—Preferiría verte ahí, mis padres no me dejan salir mucho, en especial si es con un chico— mentí.
A mis padres no les molestaba que saliera con un chico, pero sinceramente no quería ir con él.
Liam lució decepcionado, pero al final asintió.
—Está bien, te veo ahí— sonrió antes de inclinarse y besar mi mejilla a modo de despedida.
Cuando se fue, solté un suspiro. No sabía por qué, pero siempre que hablaba con él una sensación de pesadez me invadía. De nuevo miré a mi alrededor, sin saber muy bien qué hacer.
La siguiente clase la tenía libre, por lo que podía sentarme en las gradas o irme a la cafetería. Escogí por la segunda opción, pero justo cuando comenzaba a darme la vuelta por el rabillo del ojo capté a alguien llevando una sudadera negra y grande.
Sonreí.
Caminé en su dirección, decidida. Puede que fuera una mala idea, pero no lo pensé mucho. Quería asegurarme de que se encontrara bien, nada más. Hice una mueca cuando me di cuenta de los largos pasos de daba, tuve que trotar para poder alcanzarlo y tomarle del codo.
—Ey…
Él se giró y me miró con el ceño fruncido. Lucía extrañado, pero también enfadado.
—¿Qué quieres? —preguntó con tono brusco.
Su tono me sorprendió. Di un paso atrás, soltándole el brazo.
—Yo…—humedecí mis labios—, solo quería asegurarme de que estuvieras bien, es todo.
No le miré cuando hablé.
—Estoy en una pieza, enterito. Estoy más que bien— respondió—. ¿Algo más?
Mordí mi labio.
—Eh… no.
Asintió y se dio la vuelta para seguir su camino. Iba a dejarlo ir, no quería incomodarlo, pero a último instante, y sin siquiera pensarlo (como cada cosa que solía hacer), lo llamé.
—¡Oye!
Detuvo sus pasos, suspiró y se volvió.
—¿Qué?
—Hay una fiesta el sábado… tal vez podrías ir.
Él rio amargamente.
—¿De verdad crees que ir a un fiesta sería lo mejor?
Fruncí el ceño. No sabía a qué se refería. Una fiesta era algo muy normal, casi todos iban, así que no entendí por qué él no podría ir. Después de unos segundos lo supe.
Me acerqué, con miedo a que se alejara. Podía ver en sus ojos la amargura, esa que escudaba y protegía lo que verdaderamente sentía.
—¿Allí estarán los chicos que te hicieron eso, Trist? —pregunté en un susurro suave.
Frunció el ceño. Se le veía a la defensiva, pero en sus ojos pude ver el miedo.
—No… no lo sé. No me importa. No quiero ir— dijo y se fue.
No lo seguí.
°°°°°
Era sábado, la fiesta era en la noche y yo estaba en mi recámara, mirando los distintos conjuntos de ropa que podría usar.
La opción uno era un lindo vestido negro, me llegaba un poco arriba de la rodilla. El segundo eran unos shorts negros y una blusa roja. Y el tercero era mi favorito. Se trataba de una falda de terciopelo negra, con una blusa de manga larga color blanco y ajustada.
Editado: 28.11.2022