Cuando las estrellas lloren sobre nosotros

Acto 1

Lo abrazo mientras la música suena en la habitación. El sonido que retumba en las paredes enmudece el exterior, el humo de su cigarro a medio terminar flota hacia arriba, nos movemos al compás de la canción. Me aferro a su torso mientras giramos sobre nuestro propio eje, su mano izquierda me sostiene del cuello dándole ligeros masajes a la zona y yo cierro los ojos dejándome llevar por la sensación de relajación que me provoca y dentro de mi mente empiezo a crear una fantasía que me aleje de la realidad, deseando que se vuelva real.

— ¿Me amas? – Pregunto alzando la cabeza para mirarlo.

Toma una calada de humo y estira su cuello al techo liberándolo. Siempre es así, cada vez que le pregunto lo mismo él no dice nada y calla las palabras con un cigarro.

— Cuéntame una de esas historias – Pide sin quitar la vista del techo que se ha podrido por la humedad.

Me causa una punzada el sentir como cambia el tema, pero no digo nada y vuelvo a la posición en la que me encontraba antes de preguntar, vuelvo a recargar mi cabeza en su pecho escuchando el palpitar de su corazón. Nuestros cuerpos se mueven de un lado a otro, me aferro a la camisa negra que lo cubre del ambiente friolento.

Puedo escuchar el sonido de la lluvia golpeando el techo, el agua se ha metido por la ventana mojando el suelo de cemento, pedazos de revistas y periódicos se pegan y destrozan. Su calor es lo único que me importa ahora, lo abrazo con más fuerza mientras cierro los ojos fuertemente temiendo que cuando los abra no esté.

— ¿Y bien? – Vuelve a preguntar dejando caer el cigarro —. ¿Me lo contarás?

— ¿Cuál de todas quieres oír? – Le pregunto volviendo a abrir los ojos lentamente.

— Cualquiera.

Empiezo a inventar dentro de mi mente alguna historia que no haya escuchado y mientras eso pasa seguimos moviéndonos sin prisa. Observo lo que hay detrás de la cortina blanca que nos oculta, un día gris nos espera y unas solitarias calles siendo bañadas por las gotas de la lluvia, un viento frío que me enchina la piel y me hace temblar.

"Es la historia de una apostadora que desapareció una noche sin luna, se había criado entre la pobreza y necesidad. Vestía un desgastado vestido rojo vino y unos zapatos de cuero que sus hermanos le habían dejado, se distinguía por su melena rubia y sus ojos verdes, era la niña más bonita de la aldea y para ganar dinero vendía sus cabellos a las personas que iban a verla, pues creían que eran sanadoras al ser de una niña que nació en una noche de luna llena. Era la primera niña que nacía en un octubre de luna llena con una melena poco común y unos ojos verdes grandes como aquel frío planeta nocturno. Y así había sido, lo que ellos creían era verdad, sus cabellos eran mágicos, sanaban enfermedades y curaban heridas.

Pero era demasiado bonita para un lugar como ese en el que no había más que dos cosas que podía hacer, enamorarse y casarse o planear una boda rápida y casarla a la fuerza, y si ninguna de aquellos planes pasaba quedaría eternamente en su casa a lado de su madre y pronto sola.

Muchas personas buscaban acercarse a ella, pero por alguna razón nunca podían, había algo en ella que los hacía temer y al mismo tiempo sentir fascinación al verla. Con ella venían las envidias y los odios por su belleza, en los pensamientos de las demás mujeres que la veían no había más que odio y rencor deseando verla desaparecer.

Con el dinero que obtenía de cortar su melena compraba harina y leche para que sus hermanos y su madre se alimentaran, pero con forme fue creciendo eso que los pueblerinos creían de ella se fue descartando con el paso de los años, sus cabellos ya no eran necesitados por nadie así que la comida escaseó.

Una época de perdida llegó con el otoño; los animales dejaban de procrear, los cultivos se pudrían, los ganados morían extrañamente, las acerías eran infructuosas, la gente comenzaba a enfermar de una forma muy tenebrosa, muertes perversas y crueles, asesinatos, crímenes sin lógica alguna.

Entonces los murmurios acerca de una joven que traía la desgracia comenzó a esparcirse de boca en boca, fue excluida, empezaron a temer encontrarse con ella.

En vista de la necesidad en la que se encontraban decidió trabajar en una taberna cercana la cual se llamaba "Las brujas", con diecisiete años comenzó a trabajar de mesera gracias al dueño del lugar que los rumores eran para él el pan de cada día. También era víctima de habladurías de ser un hombre ruin que se aprovechaba de sus empleados o de cualquier persona con la que se topara, un mujeriego y hasta violador; por eso cuando la joven llegó, se sorprendió de verla aparecer a pesar de todo lo que se ha dicho de él, no parecía incomoda o con miedo, sabía que hasta aquel hombre la conocía gracias a las bocas venenosas que esparcían nada más que rumores. Sin embargo, eso era lo menos importante para él y por eso no vio porque no darle el empleo que necesitaba.

Con el dinero que recibía apenas alcanzaba para una comida al día sin mencionar que era pequeñas cantidades las que consumían pues nadie quería tener contacto con ninguno.

Los juegos de mesa no eran algo interesante para ella, cuando estaba aburrida observaba como jugaban, tanta atención había puesto en aquel juego del que nunca entendió porque era tan atrayente para los hombres que llegaban cada noche sólo para jugar y beber hasta altas horas de la noche o hasta que sus bolsillos quedaran vacíos. Curiosamente había descubierto todos los trucos que ocupaban para ganar, intentando encontrar lo adictivo de jugar a las cartas encontró el plan maestro de los apostadores para hacerse ricos y fue así como se volvió el has de los juegos de mesa, apostaba todo su salario para luego timarlos y robarles, pero todo el dinero quedaba a manos del dueño de la taberna quedando al final con su mísero salario.

En medio de una noche lluviosa un hombre entró en la taberna, vestía de capa negra y botas del mismo color, se sentó en la mesa más alejada que pudo encontrar y ahí espero a que lo atendieran, cuando ella se acercó para preguntarle qué era lo que quería lo primero que sus ojos observaron era sus manos que yacían sobre la mesa una sobre la otra, eran blancas y grandes, por su aspecto a simple vista no eran de un hombre mayor por lo que ella dedujo que era joven, pero no tanto.



#6409 en Joven Adulto
#27458 en Novela romántica

En el texto hay: relaciones, amor, romamce

Editado: 06.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.