Primer día de clases... y de todo lo que se me viene encima.
Veintidós días, ocho horas y doce minutos después.
Sí, ese es todo el tiempo que ha pasado desde esa noche. Donde mis vacaciones se arruinaron y mi vida se vino abajo.
Tal vez debí olvidarlo todo a partir del día siguiente, quise hacerlo, pero los videos de mí llorando como ingenua no me permitieron seguir con la tarea.
Eran miles. Mi feed estaba lleno de ellos.
Pasé todo el mes encerrada en mi habitación —más de lo que siempre estoy—, ignorando a todos mis amigos y evitando por completo las redes. Mientras menos me cruzara con ese video todo sería mejor.
August era el único para mí ya que mamá, aunque sabe de la existencia del video, se la pasa viajando por trabajo y no dura en casa mucho tiempo. Y papá… bueno, de él no he vuelto a saber desde hace mucho. No sé si sepa de aquello.
En fin, hoy empiezan las clases. El último año de preparatoria. Puedo decir que comienza de la peor manera.
Así como también puedo decir que odio mi vida desde esa noche, pero ya lo hacía desde hace mucho.
—¡June, apúrate! No tengo todo el día.
August está harto de esperar por mí, ya tiene unos cuantos minutos sentado al otro lado de la puerta rezando por mi salida, pero yo no me decido todavía.
¿Esta camisa es lo suficiente buena?
¿Mi cabello debería ir recogido?
¿Mis zapatos combinan con el resto?
Sé que me estoy tardando mucho y que pronto August se cansará —mucho más—, de esperarme. Pero esta indecisión parece no querer irse pronto.
Y puedo decir que toda mi vida he sido de esta manera, pero estaría mintiendo.
Desde que el video circuló en redes, las personas empezaron a criticar mi aspecto. Desde mi forma de vestir hasta mis rasgos.
La inseguridad empezó a crecer mucho más en mí y no he podido pararla.
August no sabe de eso. Cree que solo me he tardado un poco en el baño y no tengo mucho tiempo de haber salido.
Él cree que sigo viendo mi rostro igual en el espejo.
En sorpresa para mí, jamás apareció una demanda contra mi hermano, ni siquiera la grabación de la golpiza. Es como si jamás hubiera existido.
No tengo idea de qué ha hecho, pero sé que tuvo que haber pasado algo. Una vez se lo pregunté… pero me esquivó.
—Vas a llegar tarde, Juneee.
—Voooy —me lamento de cómo me veo y termino de ponerme los zapatos.
Entonces salgo, con la mochila en mi espalda y los ojos entornados observando a August.
—Ya. Aquí estoy.
—Por fin. Creí que te quedarías toda la vida ahí.
No respondo, solo sigo mi camino a la salida.
August se graduó de preparatoria el año pasado, por lo que será el primer año en que no lo veré dando vueltas por los pasillos.
No estoy segura de cómo será ahora. Sin mi hermano y siendo la burla de media institución…
No debe de ser nada bueno.
¿Ya todos olvidarían el vídeo o seguirán riéndose cada vez que aparece?
¿Me reconocerán en cuanto pise el lugar?
¿Se reirán en mi cara o lo harán con disimulo?
Estoy empezando a sentir terror de volver. ¿Habría sido mejor haberme cambiado de escuela?
El camino se me hace demasiado rápido, llegamos y me quedo observando al enorme instituto a través de la ventana, sin atreverme a abrir la puerta y bajar.
—Suerte —escucho la voy de mi hermano pero no le presto atención.
Solo veo la cantidad de estudiantes que caminan cerca, son los suficientes como para que alguno de ellos sepa de mí y le diga al resto.
—¿Es demasiado necesario graduarme? —lo digo en voz alta, sin siquiera percatarme.
—Para mamá sí lo es. Para mí… meh, creo que me han pasado cosas mejores —no digo nada y escucho su risa—. Vamos, hermana. Llegarás tarde en tu primer día.
—Pero podría…
—No —me detiene—. Bajarás de este auto e irás a buscar a alguna de tus amiguitas. Ahora sal o yo te sacaré a patadas. Y creo que eso te gustará menos.
La mirada que le brindo solo le hace divertir, una sonrisa adorna su rostro mientras me despido con la mano. Pero solo bajo porque he visto una reconocida cabellera negra acercarse.
—Adiós.
—¡Patea todos los traseros necesarios!
No le presto atención a su último comentario, solo bajo del auto y cierro la puerta para dirigirme a la chica que me espera con los brazos abiertos. Literalmente.
—¡Holaaaa, Juneeee! —no he terminado de llegar hasta ella cuando ya se ha avalanzado sobre mí.
—Clau. —digo. Tal vez habría respondido de la misma forma que ella si no me estuviera aplastando con su cuerpo—. Me estás…
—¡Lo siento! —se aleja un poco de mí—. Es que no te había visto desde hace mucho. Te extrañe.
—Yo también a ti —admito.
Ella sonríe y enreda su brazo con el mío mientras nos adentra a la institución.
Siento un par de miradas sobre mí. Pero solo espero que sean imaginarías y que en realidad nadie se percate de mi sola existencia.
—Vi a Natele hace un rato, pero se perdió con Zachar. Andan raros, creo que empezaron a salir —empieza a hablar de nuestros amigos—. Aunque Natele sigue mal por Coddey —suspira, rodando los ojos—. Sigo sin entender qué le vio a ese chico.
A Clau le gusta hablar mucho, a veces lo hace para rellenar el silencio, pero generalmente es porque siempre tiene algún chisme. Y, a decir verdad, me entretengo con ellos. Gracias a ella me sé la vida de muchos aquí.
Además, es la persona más cercana a mí de todo Parfalt, el instituto. Por lo que se molestó un montón conmigo cuando le dije que no quería ser visitada por nadie, ni siquiera por ella, cuando empezó a circular el video. Por suerte no es de esas personas que guardan rencor, y luego volvió a escribir. Pero hablamos muy poco desde entonces.
Y no tocamos el tema, sabe que no quiero hacerlo y por lo menos lo respeta. Aunque estoy segura que sabe muchas cosas al respecto que le gustaría contarme. Pero no, sigo sin querer que lo haga.