A veces nos encontramos... en un lugar oportuno, pero en el momento equivocado.
—Es que no entiendo por qué me habló. —Me remuevo en la cómoda cama y, mientras me termino el chocolate, niego con la cabeza—. ¡A mí! Es decir… ¡No lo sé! ¡Solo no lo entiendo!
—Lo que yo no entiendo es por qué dijo que no había visto el video cuando al final dijo tu nombre. —comenta Clau.
—Y yo no entiendo esta estúpida tarea —habla Natele esta vez—. ¿Alguien podría decirme cómo rayos se traduce "te odio, profesora Mark" a francés?
Estamos las tres en casa de Clau. Después de haber salido de clase, ambas casi me trajeron a arrastras ya que me negaba a salir a otro lugar que no fuera la escuela o mi casa. Hasta llamaron a August para que me convenciera, pero ni siquiera dejé que acercaran el teléfono a mi cara. Al final acepté, solo para no escuchar como iban a maldecirme al día siguiente.
Así que aquí estamos, comiendo chocolates mientras hacemos la tarea que nos pusieron hoy y hablando de nosotras en general.
Como en los viejos tiempos.
Claro que no pude evitar sacar el tema de Bradley Elliat, el chico nuevo que me habló cuando estaba en mi escondite, y cual voz tuve en mi cabeza por mucho tiempo.
De verdad que no esperé que fuera él ¡Cualquier otra persona! Pero no él.
—Je te déteste, professeur Mark —responde Clau a las palabras de Natele, a lo que ambas la observamos, un poco desconcertadas—. ¿Qué? No eres la primera que lo pregunta.
Natele entorna los ojos y sigue con lo suyo, es decir, a maldecir mientras lee los párrafos en francés que dejaron de tarea.
—Y volviendo a lo tuyo —me señala—. El papucho de Elliat de seguro y solo quería ayudarte a no sentirte mal. Es un amor de persona. ¿Sabían?
—¿Ya hablaste con él? —vuelve a observarla Natele, dejando la tarea de lado.
Clau solo asiente con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera sido uno de sus mayores logros del año.
—Es un chico genial y, además de guapo, súper inteligente —sigue Clau—. En francés dijo las oraciones mejor que cualquiera, hasta que Nathan. El muy estúpido se quejó de él pero la profesora Mark solo alabó a Bradley por su increíble oratoria.
Observo a Natele, esperando su confirmación, ya que no comparto esa clase con ellas.
—Fue así, sí. La vieja Mark habló maravillas de la inteligencia de Bradley Elliat. Prácticamente lo alabó y eso cabreó a Nathan.
Ojalá hubiera estado ahí para ver la cara de Nathan por no ser el preferido de algún profesor. Sobre todo de Mark.
—Peero, eso no quita el hecho de haberte mentido con respecto a no haber visto el video. —continua Natele, echándole una pequeña mirada a Clau.
—Técnicamente… él jamás dijo que no había visto el video —¿Por qué lo estoy defendiendo?—. Solo que no sabía qué había pasado para que las personas me trataran como lo hacían.
—¿Y cómo te trataron? —Clau hunde las cejas, haciéndome dar cuenta de mis palabras.
Jamás les conté cómo fue que llegamos Bradley y yo a ese momento, sí, les dije que estaba en mi escondite cuando él me habló y jamás le vi la cara, pero no la razón por la que estaba ahí.
No quiero la lastima de nadie, suficiente con la de Elliat ese día.
—Yo… ellos solo me miraron mal y unos cuantos susurros, nada más. —miento, esperando que se lo crean.
Pero parecen hacerlo porque no preguntan nada más.
—Bien, ¿qué me dijeron que se hacía en un club? —agradezco mentalmente el cambio de tema de Natele y me concentro en mi cuaderno, que aguarda en mi regazo.
Clau es la que empieza a narrar todo lo que hacemos en los clubes, sobre todo en el de música ya que ella tiene un poco de experiencia por haber estado en él un año escolar.
—Tendrán que, por lo menos, simular tocar algo a final de año para que puedan aprobar —explica mientras raaya su cuaderno involuntariamente—. Los mejores estudiantes, es decir, los que mejor toquen los instrumentos irán con el señor Carless a una feria donde hacen presentaciones entre escuelas y eso; es divertido, tengo que admitirlo. Aprendí a tocar el chelo tan bien que pude ir y… creo que fue uno de los mejores momentos de mi vida.
—Mhm, ya sé que no iré —comenta Natele.
—Yo igual —me escucho hablar.
Clau ríe, y niega con la cabeza como si nosotras no tuviéramos remedio.
—¿De verdad no saben tocar ningún instrumento?
—Yo sé tocar el triángulo. —espeta Natele.
—¿Quién no sabe tocarlo?
—Fue lo mismo que le dije —no puedo evitar dejar escapar una ridícula risa.
Natele bufa, como si de verdad le hubiera ofendido el comentario, aunque sabemos que no fue así.
—Subestiman a los tocadores de triángulos. —dice antes de voltear su rostro, pareciendo estar dolida.
—¿Qué? —la risa de Clau es más sonora que la mía, pero no se detiene—. No creo que de verdad estés diciendo eso.
La sonrisa de Natele no se hace esperar, a pesar de que trata de ocultarla, no puede evitar que salga. Se ve muy linda cuando deja ver sus brillantes dientes.
—Espera, ¿tú hablaste con Bradley Elliat? —recuerdo sus palabras, volviendo al tema anterior.
—Lo hice —asiente Clau—. Me ofrecí a ayudarlo a integrarse mejor en Parfalt. Hablamos un poco sobre sí, vivió toda su vida en Chicago pero se mudó a Oklahoma hace unas semanas. Es prácticamente nuevo en la ciudad. De hecho, mañana voy a darle un pequeño tour por toda la institución, es un amor de persona…
—Ya lo dijiste —se queja Natele—. ¿Es que te gusta Elliat?
—¿Me vas a decir que no parece un Dios griego? —contraataca Clau.
—Sí es lindo, pero no entiendo por qué exagerarlo.
—Oh claro, como tú tienes a Zachar no hay otro hombre en estos momentos.
Natele abre la boca de inmediato para decir algo, refutar, pero frunce el gesto y pestañea varias veces.
—¿De qué estás hablando?
—¡Ay no te hagas! Sé que Zachar y tú están en algo.