Soy todo lo que significa ser una persona tímida y patética.
Era costumbre, en los años anteriores, pasarlos muy poco tiempo al lado de Natele o Clau, ya hubiera sido por horarios distintos o porque ellas siempre tenían su… momento a solas de mejores amigas en el que generalmente yo era excluida. Tal vez no lo hacían aproposito, es decir, estaba al tanto que relación, ya sea amistosa u, obviamente, amorosa, de tres jamás funcionaba. Por lo que yo era a la que echaban, como dije, no aproposito, pero lo hacían.
Me he acostumbrado muy bien a ello.
Este año tampoco es la excepción, claramente las cosas no cambian de la noche a la mañana, ni siquiera si tu amiga excluida es el blanco de burla del treinta y cuatro porciento de los alumnos de Parfalt.
Así que aquí estoy yo, intentando no ser vista en mi escondite especial mientras termino mi desayuno. Mi trasero descansa en el suelo mientras mis piernas están cruzadas entre sí. Termino mi pedazo de sandwich cuando mi mente recuerda mi última estadía en mi pequeño gran espacio para ser yo.
En otras palabras este pequeño y casi incómodo pedazo mal ubicado por los obreros que construyeron este lugar, pero a quienes debo agradecerles eternamente.
Mi mente está perdida en el recuerdo de la voz de Bradley Elliat, de lo desesperada que estaba por volverme al no saber de quién se trataba. De cuando lo vi en la sala de, lo que será, el club de música. Y esa sonrisa de la que estoy el ochenta y ocho porciento segura que me la dirigió a mí.
No, seguro son alucinaciones. ¿Por qué me sonreiría? ¿A mí?
¿Para qué me habló en primer lugar?
Todo es estresante y absolutamente confuso.
—No creo que debas acercarte por ahí, esas chicas parecen perros con rabia cuando hay alguien del género masculino —reconozco la voz de Clau.
Una carcajada me hace levantar la cabeza y quedarme observando a la nada por demasiado tiempo, sintiendo que en verdad me voy a volver loca.
—Interesante, lo anotaré —pero no, ahí está la voz de Bradley Elliat, respondiendole.
Me levanto casi de inmediato, pero no salgo, solo espero a escuchar algo más. Sin entender por qué están… oh sí, lo recuerdo pronto. Cuando Clau dijo que hoy ayudaría a Elliat como guía.
No creí que en verdad lo haría. La subestimé.
Trato de moverme un poco para pegar mi oreja contra la pared, pero sin querer termino golpeando mi bolso, quien también yacía en el suelo, haciendo así que este se doble para llegar hasta una baraja de metal que recuerdo haber traído el año pasado.
De verdad que nadie entra a este lugar.
La cosa termina cayendo y produciendo un ruido bastante fuerte como para que las personas de afuera puedan escucharlo. Maldigo entre dientes mientras rezo mentalmente por que nadie quisiese hacer de Sherlock Holmes y venga a investigar.
—¿June? —pero parece que no tengo la suerte de mi lado cuando escucho el llamado de Clau—. ¿Estás ahí?
Ella y Natele son las únicas que saben de mi pequeño escondite —obviando ahora a Bradley—, ni siquiera mi hermano se había enterado jamás. Y aún seguía sin entender cómo es que las personas no sabían de él, parece demasiado ilógico ya que muchas veces he entrado aquí con varios ojos sobre mí.
Cuando escucho pasos acercándose no tengo más remedio que salir y dar la cara.
—Hola —siento una pequeña y apenada sonrisa de boca cerrada aparecer en mi rostro, tratando solo de ver a la chica que camina hasta mí con los brazos en jarra.
—¿Estás bien? ¿Qué fue eso? ¿Te lastimaste? —me echa un par de ojeadas y no puedo evitar sentirme un poco, o demasiado, incómoda.
—Estoy bien, Clau —pronuncio casi en un susurro ya que noto la cercanía del chico, cosa que me produce algo de nervios.
Pero no por él, si no por mi manera de ser. Mi mente volviéndose inútil ya que las palabras aprendidas durante toda mi vida parecen evaporarse de un segundo a otro y mi garganta trancar cualquier cosa que tenga por decir, evitando que de ella salga alguna oración con coherencia.
Odio ser como soy.
Clau me examina un poco más y voltea hasta el chico, quien espera a unos pocos centímetros de nosotras. Noto, por poco, como guarda sus manos entre sus bolsillos y su cabello marrón se mueve gracias al viento.
Es… muy lindo, ¿qué sentido tendría no admitirlo?
Pero, para seguir criticando a mi estúpido cerebro, aparece en él el recuerdo de Elliat juntando sus labios con la pelirroja insoportable de Madeline.
—Él es Bradley Elliat —toma su brazo, como si hubieran sido amigos de toda la vida. Y nos presenta como si no hubiéramos hablado ayer de él toda la tarde—. Es nuevo en Parfalt.
Siento entonces su mirada verde manzana llegar hasta mi rostro y veo la misma sonrisa, de el día en el club, formarse en sus labios. Provocando que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
—Ella es una de mis amigas. June Casey —me presenta con el chico, él no parece querer alejar sus ojos de mi rostro.
Me hace sentir un tanto incómoda al ver cómo me escudriña con la mirada, inconscientemente llevo mis manos a las mangas de mis brazos para jalarlas hacia abajo y tapar cualquier pedazo de carne que pueda estar a la vista. También quise hacer lo mismo con mi pantalón, pero se vería demasiado obvio lo que estoy intentando así que me obligo a contenerme mientras llevo mi vista al suelo y muerdo levemente mi labio inferior.
¿Me veré mal con lo que cargo puesto? ¿Muy flaca? ¿Gorda? ¿No resaltará con mi figura? ¿Tendré al menos una buena figura?
No puedo evitar que pensamientos como esos lleguen a mí.
—Un gusto, June —habla entonces. Como si jamás hubiera tratado conmigo—. Es un placer.
—Yo… —las palabras, como siempre, quedan estancadas en mi garganta—. Lo mismo. —termino susurrando.
La fina línea en sus labios se alarga, dejando ver una sonrisa un poco más grande… y hasta linda.