Cuando las palabras ya no dejen heridas

Capítulo 10

Creo que estoy empezando a sentir algo que no quiero. Ayuda.

—La música se conecta directamente con las emociones. Mejora la atención, el aprendizaje, incrementa la capacidad para memorizar, ayuda a aliviar el estrés, mejora la coordinación, facilita la conciliación del sueño, nos eleva el ánimo. La música es el arte de combinar los sonidos en una sucesión temporal.

Carless habla mientras yo trato de poner mis manos correctamente en las cuerdas. Parece casi imposible. Aún no tengo ni idea de cómo rayos es ese Fa sostenido mayor, quise buscarlo en mi teléfono pero no quería que nadie me descubriera haciéndolo.

Carless apareció de pronto y nos hizo prestarle atención, parecía un maestro de alguna clase. Inspirado con una pizarra tras él y un marcador en ella. Contando la historia de la música, y me encuentro prestándole atención.

—Se estima que comenzó en la prehistoria. Hay mucho misterio con respecto a su origen, pero, desde siempre, la música ha estado asociada al modo en que nosotros, los seres humanos, comprendemos el mundo…

Siento a alguien sentarse a mi lado, pero no le presto mucha atención ya que sigo al tanto de las palabras de Carless.

Oh, bueno, trato de seguirlo.

—June. —la voz de Natele llega a mis oídos.

Sigo observando al instructor hablar, alzando los brazos y haciendo maniobras para dramatizar su charla. Pero me obligo a escuchar lo que tenga Natele por decir.

—¿Mhm?

—¿De verdad estás prestando atención a eso? —parece incrédula por sus propias palabras.

—Pero aquí la gran pregunta —la voz de Carless vuelve a mis oídos y me encuentro incapaz de responderle a la chica a mi lado—. ¿La música es arte o es ciencia?

Nos observa a todos, estamos sentados alrededor mientras él da su charla, o su pequeña clase. Su mirada pasa por todos nosotros mientras una sonrisa se forma en sus labios.

—Bradley —llama al chico a unos cuantos puestos de mí—. Dime tu opinión. ¿La música es arte o ciencia?

Observo al chico de reojo. Me encuentro ahora muy interesada por su respuesta. Jamás creí que me interesaría nada sobre esto, y aquí estoy, sin prestarle la más mínima atención a Natele mientras la historia y conceptos de lo que es la música inundan mis oídos.

—Creo que no debemos quedarnos en un solo bando —empieza él, yo ya no puedo apartar la vista—. La música trasmite emociones, se conecta con nosotros de una manera inimaginable. Pero no es solamente una forma de expresión artística. Con la ciencia podemos explicar las combinaciones y sobrenotas cuando tocamos, permite que varias notas suenen juntas de manera en que se pueda disfrutar. Entonces… se podría decir que la música es una ciencia del arte.

Carless sonríe aún más cuando escucha a Bradley. Nos observa al resto y lo señala.

—Lo escucharon, ¿verdad? —Bradley baja un poco la cabeza, ocultando una sonrisa torcida, diferente a las de siempre—. De esto es lo que estoy hablando. Este tipo de pensamientos. Esto. —asiente y lo observa—. Muy bien, chico.

Y no solo ha sido Carless quien ha quedado impresionado por sus palabras. Yo ahora me encuentro sin poder despegar la vista de él. A pesar de que es lo que menos debería estar haciendo.

Diablos. ¿Qué estoy haciendo?

—Volvamos a nuestros puestos. —pide el instructor.

El bufido de Natele me hace recordar que aún se encuentra a mi lado. La observo por unos cuantos segundos mientras ella se pone de pie con su similar cara de pocos amigos.

—Esto es de lo peor. —rechista y se va a pasos pesados hasta Carless y el enorme piano a varios metros.

Me siento un poco mal por no haberle prestado atención antes, pero estoy segura que solo quería quejarse de que este club es de lo peor y que ya quiere irse. Lo mismo de todos los días.

—June.

Giro mi cabeza al lugar en el que provino mi nombre. Bradley me está llamando, claro. Sigue con la necesidad de tener a nosotros dos separados del resto porque alega que no sé nada de guitarra.

Cosa que sigue siendo verdad pero que no le diría. No importa cuán obvio sea.

Él sigue sin verse de buenos ánimos, es decir, había reído hace un rato con mis respuestas secas hacia él, pero… no igual que antes.

Me siento en el taburete frente a Bradley mientras trato de poner mis manos en la guitarra, justo como me enseñó el día anterior.

Bradley observa mis movimientos, pero parece más perdido en sus pensamientos que al tanto de mis manos, o nada cerca de mí, por lo que no siento nervios, si no, desconcierto.

Quiero preguntarle, pero no quiero que piense que soy muy cotilla.

En realidad solo… solo quiero que vuelva a ser él, así sea amargar mi existencia hasta el cansancio.

—¿Estás bien? —pero pregunto, impaciente por verlo en ese estado.

Entonces por fin eleva su rostro hasta el mío. Clavando sus ojos en alguna parte de mi cara, pienso que en la nariz, pero tengo una sensación que está mirando un poco más abajo de ella.

No sé por qué eso hace que me recorra un escalofrío.

—Sí… —responde unos cuantos segundos de silencio después—. O, bueno. Han habido días mejores —le resta importancia con un encogimiento de hombros y lleva su vista a la guitarra sobre sí.

Me muerdo el labio inferior, diciendome una y otra vez que lo menos que debería hacer es preguntar. Pero tengo muchas dudas al respecto.

—Empecemos. —vuelve en sí, pero yo aún sigo con miles de interrogantes. Debe de notar algo distinto en mi expresión porque añade—: June, ahora eres tú la que parece que le pasa algo.

—Tú no has dejado de parecerlo.

Un ápice de sonrisa aparece en su rostro, pero no dice nada.

Me está desesperando.

—La música… —toma una pequeña bocana de aire—. Carless dijo muchas cosas sobre ella, sobre lo que es y lo que piensan. Pero jamás habló de qué sentimos cuando llega a nuestros oídos.

No entiendo a qué se debe lo que dice, pero trato de hablar para que no decaiga en sus pensamientos de nuevo. No parece él, y no me gusta.




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