Luego de esto empezaré a creer que a mi cabeza le gusta crear escenarios.
Ya ni siquiera sé cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó el año escolar. Semanas, es lo único que tengo claro.
El frío de noviembre me hiela los huesos cuando me atrevo a salir sin algún suéter, pero creo que ya me he empezado a acostumbrar al bajo clima.
Así como me he acostumbrado a pasar de Bradley.
Intentó acercarse a mí en varias ocasiones desde entonces, pero Clau o Natele siempre lograron interponerse. Cuando estaba con Omar ni siquiera pensaba en dar algún paso hasta nosotros luego de la amenaza que le hizo y… he tenido muy pocos momentos sola ya que siempre que tengo que salir del club Natele me intercepta antes que otra persona pueda.
Últimamente ya ni se esfuerza en querer hablarme.
Tampoco he vuelto a mi escondite, se me hace inquietante tan solo pisar el lugar y recordar lo último que hice en él. Cuando estuve con Bradley. El recuerdo de nosotros ahí me sigue inquietando siempre que paso cerca.
Así que gracias a mi falta de soledad en Parfalt tampoco han habido más personas metiéndose conmigo. Sí, he visto algunas miradas burlonas y sonrisas con otras intenciones dirigidas claramente a mí, pero nada más.
Con Roman… estas últimas semanas hemos hablado mucho —dato no importante, Bradley siempre nos mira de reojo cuando estoy con él—, de hecho, lo invité esta tarde, al salir de clases, a casa. A August le pareció buena idea, y después de un poco de insistencia Roman terminó aceptando.
Papá tampoco ha llamado ni ha dado ratros de vida desde esa noche, tampoco le he preguntado a Roman qué ha sido de él porque, siendo sincera, no me importa.
Así que ha sido… tranquilo.
—¿Nathan Hart? —aparece una chica de tez pálida. Tiene un cuaderno en mano mientras observa alrededor del salón buscando al nombrado. Nathan duda, pero se deja ver—. Te solicitan en dirección.
Seguido a sus palabras, le da un pequeño saludo de despedida al profesor y sale del salón.
Nathan vacila, pero el profesor le pide que asista de una vez así que no le queda de otra que ir.
No me detengo a pensar para qué podría ser solicitado, además de que no es de mi más mínima incumbencia. Lo único que hago es prestar atención a la clase del profesor Willdo ya que de esto será uno de los exámenes en los que no puedo salir mal.
Esta es mi última clase del día. Ya he ido al club, he ignorado a Bradley como las últimas semanas y le he hecho la petición a Roman que terminó aceptando. Así que solo estoy esperando que la campana suene para buscar a Clau y Natele, hablar con ellas un rato, buscar a Roman e irnos. Por cierto, ellas también saben que invité a Roman a casa, estaban más que de acuerdo con la idea.
Me está gustando esto de contarles cosas, es… relaja y mucho.
Cuando suena la campana me apresuro por tomar mis cosas y salir de una vez. Soy interceptada por Clau, que estaba justo en el salón de al lado, y empezamos a caminar a la cafetería.
—¿Recuerdas a Coddey?
—¿El insoportable ex de Natele? lo hago.
—Sí… lo vi muy cercano a Jansen esta mañana.
Alzo las cejas en cuanto la escucho.
—¿Es gay?
—Estaban a punto de besarse antes de caer en mi presencia —asiente—. Lo es, Jansen también.
—Oh.
Siempre creí que Jansen se la pasaba tras Madeline porque estaba enamorado de ella. Ni siquiera pensaba en la posibilidad que él le gustara otra orientación sexual. O qué sé yo. Bueno, todavía puede gustarle.
Seguimos caminando, introduciéndonos a la cafetería mientras le escucho parlotear de Jansen y Coddey. Hasta que…
—Necesito hablar contigo.
Clau cierra los ojos, justo cuando se detiene, en cuanto escucha a Gibbson dirigirse a ella.
—¿Qué quieres?
Pero para sorpresa de ambas, se ve bastante serio. No está haciendo bromas ni llamando a Clau con algún apodo ridículo, lo cual no es lo que siempre ha hecho.
—Ven —insta—. Aquí no, por favor.
Clau hunde las cejas, sin saber muy bien cómo reaccionar me observa y yo asiento.
—Anda. Yo buscaré a Natele, debe de estar cerca.
Veo la duda en su expresión, no quiere dejarme sola y se lo agradezco un mundo, pero Gibbson parece desesperado y no puedo ser egoísta.
Al final termina dejándose guiar por él y se pierde de mi vista al salir por una de las puertas. Yo doy media vuelta y sigo mi rumbo, suspirando con cansancio en el proceso.
—June.
Volteo casi de un brinco al escuchar salir mi nombre de unos labios masculinos. Mis músculos se congelan cuando la figura de Jansen aparece en mi campo de visión.
—Quiero… hablar contigo. —una pequeña sonrisa de boca cerrada adorna su cara, mientras está recostado sobre la pared.
—Yo… —busco alguna excusa, pero mi mente ya se ha bloqueado.
—Por favor, serán solo unos minutos.
Lo menos que debería hacer debería ser confiar en alguna amistad de Madeline, mucho menos una tan cercana, pero no me encuentro negando su petición al dar un paso hasta él, dudosa.
—¿Sí?
He cruzado palabras con él dos veces. La primera fue cuando Nathan nos presentó porque se suponía que él era uno de sus amigos y yo su novia en ese entonces. Y la segunda… bueno, ahora.
Jansen es amigo de Madeline y Nathan. Lo menos que debería estar haciendo es hablar con él, vamos.
Pero no me niego, por alguna extraña e imposible razón estoy aquí, quieta, esperando por sus palabras.
—Venga —alza el brazo, indicando que lo siga y sale de la cafetería.
Esto solo grita que es una mala señal en todos los aspectos. No tengo que confiar en él, mucho menos seguirlo. Ni siquiera sé para qué me está hablando en primer lugar.
Ahora sería muy buen momento para irme e ignorarlo.
Pero no, la torpe e irracional June lo único que hace es seguirlo.
Camina sin siquiera voltear a ver si yo voy tras él, tal vez porque escucha mis pasos a su espalda. Damos unos cuantos pasos hasta llegar a una esquina donde él dobla y desaparece de mi campo de visión, Jansen me saca varios metros por lo que tengo que apresurarme para no perderlo de vista.