Cuando las palabras ya no dejen heridas

Capítulo 22

Y como si ver una película triste no fuera suficiente...

Voy a llorar.

Lo haré como patética, demonios.

—¡Quita eso! —me quejo al borde de las lágrimas.

—¿Bromeas? ¡Pero si ya viene la mejor parte!

—¡Pero es muy triste!

—¡Claro que…!

Pero Natele se apresura en apagar el televisor, el chillido de Clau no se hace esperar, mucho menos la mirada amenazadora que le regala.

—¡¿Qué ocurre contigo?! Apenas íbamos en la mejor parte.

—Es lo mejor, a mí también me estaba poniendo de los nervios —se queja la rubia, sin prestarle atención a la expresión de nuestra amiga.

Habíamos llegado a casa de Clau hace como media hora y ella se había empeñado en poner una película que tenía poco de haberse estrenado, con la excusa de que era buena hora para estar deprimidos.

No me gustan las películas tristes, pero a Clau parece encantarle eso de sufrir.

—¡Pero…! —el chillido de Clau es interrumpido por Natele.

—Nada. Tenemos algo mucho más importante de lo que hablar.

Me tenso casi de forma instantánea, sé a qué se refiere Natele y obvio le dedico una pequeña y seria mirada que ella no duda en ignorar.

—¿De qué? —Clau se deja caer sobre el espaldar de la cama mientras nos observa.

No le he contado nada aún, y parece que Natele tampoco ya que sé que si estuviera conciente ya me habría caído con un bardo de preguntas que no quiero responder.

Y claro que Natele me deja paso a mí para hablar, me observa sin molestarse en disimular, mientras siento la mirada de Clau caer también sobre mí.

Demonios.

—¿Qué ocurrió? —ahora parece un poco más interesada en la conversación porque se endereza en su puesto.

—Sí, June. Cuentanos exactamente qué ocurrió en el club, porque yo también estoy interesada.

Creo que ella ya está acostumbrada a recibir caras amenazadoras, por lo que solo sonríe de forma angelical cuando mis ojos caen sobre ella.

Mi vista vuelve en Clau, ella acomoda sus lentes mientras me observa, esperando por lo que sea que tenga que decir.

Ni siquiera sé qué decir.

—Sí bueno, yo… —no desvía su vista y me hace entrar en descontrol—. Hablé con Bradley.

Los ojos de Clau se agrandan, justo la expresión que sabía que haría. Abre la boca para decir algo, pero no sale ni un sonido. Está sorprendida.

—Escuchen… —me muerdo el labio, no estoy segura de seguir con esto, mucho menos cuando repaso las palabras en mi mente y me doy cuenta que suena un poco ridículo—. Yo… sí, hablé con él. Pero, demonios…

—¿Te obligó?

—No parecía muy obligada cuando los vi.

—¡No me obligó! —las palabras se atascan en mi garganta, quiero hablar, pero se me hace un poco complicado, me da miedo su reacción y que puedan creer que fui estúpida al hacer lo que hice.

¿De verdad podrían pensarlo?

Claro que sí, es lo más probable y… a pesar de que lamento todo esto… no me arrepiento de haberle hablado.

—¿Entonces?

—Yo… escuché una conversación entre Madeline y él, ellos… —busco las palabras, se me hace un tanto complicado—No, no era una conversación. Era una pelea. Dejaron claro que no estaban juntos, y que…

«—Te gusta.

—Sabes bien que sí. Y que tú ni nadie va a hacer que eso cambie.»

—Dejaron en claro muchas cosas. En ellas que yo me había equivocado con Bradley. Entonces… quise darle la opción de la duda.

—Y hablaste con él. —culmina Clau por mí, se ve muy sorprendida—. Y… ¿qué te dijo?

«Eres tú la única a la que quiero»

—Me dijo… lo que muy en el fondo sabía pero no quise aceptar. De hecho, aún no quiero. —admito, mis manos están juntas, jugando disimuladamente entre ellas. Nerviosas.

No escucho nada más que silencio, mis ojos están fijos en la sábana de la cama, no me atrevo a levantar la vista y ver cuál es la expresión de cada una. Sé que entendieron mis palabras, y me da miedo lo que puedan pensar.

¿Estoy cayendo demasiado rápido… de nuevo?

—Esto es mejor que una película romántica. —la voz de Clau llega a mis oídos, mis ojos se elevan por sí solos. Ella tiene una tenue sonrisa en su expresión y sus párpados están cerrados.

Escucho el bufido de Natele a mi espalda, pero sé que lo hace por la reacción de nuestra amiga.

Yo la sigo observando, algo sorprendida por sus palabras. No esperaba esta reacción, no cuando hasta hace horas aún seguía insultando a Bradley hasta por los codos.

—Entonces…, ¿te emociona?

—Tenía exactamente la misma pregunta —de un segundo a otro el cuerpo de Natele se pone a mi lado, observando a Clau con el ceño fruncido.

Ella acomoda sus lentes y sonríe de oreja a oreja.

—Lo siento, es que jamás me pudo terminar de caber en la cabeza que él y Madeline pudieran estar saliendo. Son tan… distintos.

—Tambien lo somos Bradley y yo. —no sé por qué he sentido esta necesidad de decirlo.

—No me malinterpretes. Lo digo es en el sentido de… —Clau abre la boca un montón de veces, como si estuviera buscando las palabras—. Madeline es mala. Bradley no tiene ni un gramo de maldad en su cuerpo. Y eso no es una diferencia, es la diferencia.

—¿Quién dice que él no puede hacer todo lo que hace Madeline?

Yo guardo silencio, no sé qué decir al respecto. No puedo.

Para mi sorpresa, Clau hace silencio ante la pregunta de la rubia. Aprieta los labios y me echa una pequeña mirada fugaz. Hundo de inmediato el entrecejo.

—¿Qué?

—Es que me pidió que no te contara nada. —admite en voz baja. Pero tanto Natele como yo la hemos podido escuchar perfectamente.

—¿Quién? ¿De qué? —las palabras de Natele salen llenas de instriga. Muy pocas veces la escucho de esta manera.

Clau sigue sin decir nada. Intercala miradas entre la rubia a mi lado y yo, parece estarse debatiendo entre hablar o no.

Y yo me estoy empezando a desesperar.

Cierra los ojos. Toma una bocana de aire y vuelve a observarnos.




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