¿Distinta? No lo estoy, pero al menos siento que algo está cambiando en mí.
—Lo siento. Discúlpame, perdón, perdónnn. No debí... es que... yo...
—Clau.
La detengo, ha estado así desde que volvimos a la tienda de ropa. Disculpándose de todas las maneras posibles.
—Pero... —ella vuelve a hablar, deja caer el rostro sobre sus manos y chilla—. ¡Lo siento! ¡Soy la peor amiga de todas!
—Oh, vamos, Clau —esta ha sido Natele, quien no sabe muy bien cómo lidiar cuando alguien se está lamentando.
Yo tampoco, a decir verdad.
—No lo eres... solo...
—¡Soy la peor! —insiste—. ¿Cómo no pude darme cuenta de lo horrible incómodas que se sentían? ¡Oh, rayos! La peor, ¡la peor!
Mientras ella se sigue lamentando observo por el rabillo del ojo a Natele caminar hasta el par de vestidos que Clau había elegido hace un rato para ella, y que nunca se quiso probar.
—Oye, este no está tan mal. —toma un vestido verde azulado con mangas.
Clau levanta la vista de pronto y la observa.
—Pero si dijiste que parecía vómito desecado.
Sí que lo dijo, y sé que ahora está diciendo lo contrario para hacer sentir mejor a nuestra amiga.
—Pues... ahora es solo vómito.
Supondré que esa es su manera de decir que está bonito.
Clau no tarda en volver a tirar la cabeza sobre sus manos, pacientemente esperando por ella, y seguir quejándose. Natele suspira, como si se le hubieran acabado todas las ideas para hacer sentir mejor a nuestra amiga, y yo... solo observo.
Qué patética eres.
Ignoro a mi subconsciente lo más que puedo y me concentro en Clau. Justo ahora lo menos que puedo pensar es en comentarios negativos de mí hacia mí.
—Clau, está todo bien. Ahora por favor, podemos elegir los vestidos e...
—¡¿Vestidos?! —me interrumpe antes de poder terminar—. ¡¿Para qué elegiríamos vestidos, June?! ¡Ni siquiera vamos a ir a la fiesta!
—Espera, ¿qué? —Natele la observa al momento en que las cejas se le disparan—. ¿No irás a la fiesta?
Clau niega, haciendo que hasta yo quede con la boca abierta (metafóricamente, claro).
—Si ustedes no van, tampoco yo. —parece muy firme con su decisión.
—No creo que quieras eso...
—¿No?
—No —se apresura Nat—. Clau, me llamaste a las cinco de la mañana para que me despertara temprano y así poder acompañarte a elegir ropa. Y te has probado la tienda entera buscando algo adecuado, ¿y me vas a decir que ahora no quieres ir?
—Si ustedes no van yo tampoco. No tengo nada que hacer sin mis amigas.
Tanto Nat como yo guardamos silencio. Clau se ve tan decidida que hasta parece que estuvo fingiendo lo emocionada que estaba por asistir a la fiesta.
Casi no me doy cuenta de la pequeña mirada que me echa Natele, pero cuando lo hago sé qué hacer.
—¿Sabes? —me dirijo a mi amiga la rubia—, vi unos vestidos algo adecuados para mí en aquella fila. Iré por ellos.
Natele sonríe, no llega a mostrar los dientes, pero se hace notar.
—Y yo en la otra esquina, creo que habrá alguno perfecto para la ocasión.
—¿Qué están...?
No dejamos a Clau terminar con su frase cuando empezamos a caminar. Natele se va a donde indicó al igual que yo y emprendemos nuestro camino a buscar "el vestido ideal".
—Chicas...
Apenas escucho el llamado de Clau. Claro que no le presto atención, Natele tampoco.
—Hey, es en serio.
Sigo ignorándola mientras repaso los vestidos en este lado de la tienda, varios colores, pero casi todos de la misma forma.
Hay uno que llama mi atención, es azul con mangas y un poco largo. Tiene un escote nada pronunciado y, aunque en la cintura parece algo ajustado, caería al lado de mis piernas sin mostrar nada de ellas por encima de las rodillas.
Este está... muy bueno a decir verdad.
Me quedo tanto tiempo detallando el vestido que ni siquiera me doy cuenta que Clau se encuentra a mi lado hasta que habla:
—No tienes que hacer esto.
—¿Qué cosa? —pregunto sin despegar la vista del vestido.
—Esto —lo señala—. Fingir que quieren ir a la fiesta solo para que yo no me quede en casa sintiendo mi desgracia. Fingir que estás interesada en todo esto solo por mí cuando... ya lo han hecho demasiado.
La observo de reojo, de verdad parece muy apenada por todo esto, pero le doy una pequeña sonrisa.
—Pues, complacerte una vez más no me quitará nada. —digo, con mi vista fija en el vestido una vez más.
🎼
—¡Esto será una locura!
—¿Puedes hacer silencio? No puedo escuchar.
—¡Pero si ni siquiera estás tratando de escuchar nada!
—¡Claro que sí! El reconfortable sonido que haces cuando te callas.
Bien, esto es muy incómodo.
Dos noticias:
Primero: al final he decidido ir al partido de los Creeks (sip, por voluntad propia)
Y segundo: las tres estamos de camino a él... junto a Zachar.
Sí, pues, esta no era la idea principal. Lo primero que habíamos planeado sería que la madre de Clau pudiera llevarnos, pero cuando nos enteramos que estaría ocupada gracias a su atropellante jefe llamé a mi hermano, sin embargo él también estaba ocupado en el trabajo. Y con el padre de Natele... ni siquiera lo intentamos.
Así que nuestra última opción fue Zach...
El ahora ex de Natele.
Y el amigo de Clau y mío.
Natele se negó en cuanto lo propusimos. Toda la poca energía que había acumulado para ir se fue al caño en cuanto escuchó quién podía llevarnos. Al final logramos convencerla...
Bien, en realidad sola se montó al auto, pero sin decirle una sola palabra a nadie.
Zachar aceptó encantado. Pues, por lo que Natele nos había contado, la razón por la que habían terminado había sido nada más ni nada menos que porque nuestro amigo quería ayudar a nuestra amiga con sus clases. Y como Natele toda la vida a sido un poco... independiente, obviamente rechazó esa ayuda hasta que se cansó de hacerlo.