Cuando las sombras corren

Capitulo 3

El Juego de las Sombras

La luz en mi oficina era suave, como siempre. Me gustaba la tranquilidad de la noche, el momento en el que todo parecía detenerse, como si el mundo entero esperara por mí. El reloj marcaba las tres de la mañana, pero en mi mente, el tiempo ya no tenía importancia. Devan estaba sentado frente a mí, jugueteando con un vaso vacío mientras sus ojos observaban el paisaje nocturno de Londres a través de la ventana de mi oficina. Su silueta alta y relajada, siempre tan desconcertante, era la imagen misma de alguien que parecía no preocuparse por nada, pero yo sabía que no era así.

—¿Te estás haciendo viejo, Alexander? —Devan rompió el silencio con su tono característico, mezcla de burla y curiosidad.

Solté una sonrisa, pero mi mente seguía atrapada en un solo pensamiento: Laura Leclerc.

—¿Sabes qué me inquieta de ella? —pregunté, sin realmente esperar una respuesta. Pero Devan siempre había tenido esa capacidad de escuchar, aunque rara vez comentaba algo. La mayoría de las veces, simplemente dejaba que las palabras salieran sin freno.

Devan, sin apartar la mirada del ventanal, hizo un gesto con la mano. Algo entre exasperación y interés.

—Lo sé. Ya no estás seguro de si involucrarla en este mundo es una buena idea.

Me recosté en la silla, mis dedos acariciando el borde del escritorio. La imagen de Laura apareció una vez más en mi mente. Su mirada, aquella mezcla de vulnerabilidad y misterio, había quedado grabada en mi mente desde nuestra primera conversación en el museo. Un encuentro que, si soy honesto, ya sabía que marcaría el rumbo de muchas cosas.

—Es más que eso —murmuré, reflexionando—. Hay algo en ella, algo que no puedo descifrar completamente. Como si hubiera una pieza del rompecabezas que todavía no encaja. Pero, sin embargo, no puedo evitar sentir que su arte tiene una conexión con lo que estamos construyendo en Eidolon Corp.

Devan asintió lentamente, su expresión tan seria como pocas veces la veía. En esos momentos, su opinión siempre tenía peso.

—El arte siempre ha sido una extensión de lo que somos, ¿no es así? Y ella... tiene una capacidad que pocos tienen. Pero también tienes que considerar qué tipo de mundo estás a punto de ofrecerle. La Fórmula 1, las inversiones... y la otra parte del negocio, la que no ve la luz. ¿Estás dispuesto a arrastrarla en todo eso?

Mi mente ya se había adelantado. Sabía perfectamente las implicaciones de involucrar a alguien tan valioso como Laura en este mundo, pero había algo que no podía explicar. Sentía que ella era la pieza que faltaba. Algo dentro de mí me decía que no podía dejarla escapar.

—Lo sé —respondí, con una firmeza que me sorprendió a mí mismo—. Pero no es solo la Fórmula 1 lo que me atrae de ella. Es la manera en que su arte toca algo profundo dentro de mí. Hay algo oscuro y fascinante en ella que me llama. Quizás... quizás solo estoy buscando una forma de comprender lo que está sucediendo dentro de mí.

Devan guardó silencio por un momento, y luego habló con su tono característico de pragmatismo.

—Lo que estás buscando, Alexander, es alguien que pueda ver el mundo como tú lo ves. Pero... eso tiene un precio. Y sabes que el precio no siempre se paga de manera limpia.

Antes de que pudiera responder, la puerta de mi oficina se abrió, interrumpiendo la conversación. Dante Leclerc entró sin ser anunciado, con su usual porte elegante. Siempre me había intrigado cómo un hombre tan imponente podía parecer tan tranquilo. Su presencia era una mezcla de control y paciencia.

—¿Qué pasa con Laura? —preguntó Dante directamente, sus ojos verdes observándome con esa intensidad que no podía evitar generar en los demás.

A lo largo de los años, había aprendido a reconocer las dinámicas en las que Dante estaba involucrado. A pesar de que su familia estaba profundamente inmersa en el automovilismo, él siempre había mantenido una posición más reservada, más introspectiva. Aun así, tenía sus propios intereses, especialmente en lo que respecta al arte. Después de todo, su familia estaba entrelazada con los mismos círculos que los míos.

—Estoy pensando en invitarla a trabajar con nosotros —le respondí, sin rodeos.

Dante arqueó una ceja, manteniendo el silencio durante un largo momento. Podía leer sus pensamientos a través de sus ojos: algo entre desconcierto y cautela.

—¿Crees que es adecuado involucrarla en este mundo? —preguntó finalmente, su voz suave pero llena de peso.

Dante sabía lo que significaba involucrarse en la Fórmula 1, y aún más, sabía lo que representaba el lado oscuro de los negocios en los que yo estaba involucrado. Pero también sabía que cuando algo me obsesionaba, no podía quedarme quieto.

—Es más que eso —respondí, mirando a ambos—. Laura tiene algo que no puedo ignorar. Y en este momento, eso es lo único que importa.

Devan se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y diversión.

—Entonces, ¿deberíamos empezar a prepararnos para un nuevo caos? —dijo, aunque con una sonrisa divertida. Siempre había sabido cómo equilibrar la tensión.

Dante, por su parte, no sonrió, pero su mirada se suavizó ligeramente.

—Sabes que no me preocupa el caos, Alexander. Me preocupa lo que puede salir mal con ella. No la conoces lo suficiente como para involucrarla en todo esto.

—Lo sé, pero... —me detuve un momento, reflexionando sobre lo que acababa de decir—. Algo me dice que Laura tiene una comprensión de las sombras que ni siquiera yo alcanzo. Y las sombras... siempre están más cerca de lo que pensamos.

Devan se rió, una risa baja y gutural, pero con un toque de ironía.

—Las sombras, ¿eh? Eso suena a algo que podrías decirle a alguien para asustarlo. Pero te entiendo. Cuando te obsesionas con algo, no hay vuelta atrás.

Antes de que pudiera continuar, mi teléfono sonó, cortando el ambiente. Miré el número, reconociéndolo al instante. Era Devan, pero no el mismo Devan que tenía delante. Era una llamada internacional. Descolgué el teléfono, sin apartar la vista de los dos hombres frente a mí.



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En el texto hay: asesinos, arte, formula1

Editado: 13.05.2025

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