Cuando Llegaste Tu

CAPITULO 3

Capítulo 3 — Entre mensajes y promesas

Los días siguientes fueron distintos.
Todo lo que hacía, lo hacía pensando en él.
Cada notificación en mi celular hacía que el corazón me latiera más rápido, y cada noche, antes de dormir, me quedaba mirando la pantalla, esperando su mensaje.

Adam se había vuelto una parte de mi rutina sin siquiera proponérselo.
Nos hablábamos en mis descansos, después de clases, por las noches. A veces, solo bastaba un “te extraño” para iluminarme el día. Otras, pasábamos horas hablando de cosas sin importancia: qué música escuchábamos, qué queríamos hacer cuando todo esto —la universidad, las responsabilidades— terminara.

Había algo especial en él.
No era solo su forma de hablar, o la manera en la que me hacía reír incluso cuando estaba agotada. Era la sensación de que, aunque estuviéramos lejos, él estaba conmigo… de alguna forma.

El tiempo pasó rápido.
Sin darnos cuenta, llegó nuestro primer mes juntos.

Esa mañana, mientras me preparaba para mis clases, recibí su mensaje:
—Hoy quiero hablar contigo, preciosa. Cuando tengas un momento.

Sonreí. No sospeché nada.
Entre trabajos y tareas, no tuve tiempo de responderle, así que en la noche lo llamé por videollamada. Cuando su rostro apareció en la pantalla, algo dentro de mí se estremeció.

—Hola, amor —le dije con esa familiar mezcla de ternura y nervios.

Pero su expresión no era la misma.
No sonreía. No tenía esa chispa que tanto me enamoraba.

—Ayleen… —su voz sonó baja, dudosa—. No sé cómo decirte esto, pero… creo que necesito tiempo.

El silencio me golpeó como un frío repentino.
No supe qué decir, no entendía.
—¿Tiempo? —repetí apenas.

—Sí. No es por ti, de verdad. Solo… hay cosas que necesito resolver.

Las palabras siguieron, pero mi mente dejó de escucharlas.
Lo único que sentía era cómo mi corazón se hacía pequeño, encogido entre los latidos que ya no sonaban igual.

Cuando la llamada terminó, me quedé mirando la pantalla apagada del celular, sin lágrimas, sin voz, sin aire.

Habíamos pasado solo un mes juntos, pero ese mes lo había cambiado todo.

1 de Diciembre de 2020

Tres meses han pasado desde que ya no estamos juntos.
El tiempo, dicen, cura todo. Pero hay heridas que no sangran, solo duelen.
Y duele cada vez que suena una canción que me recuerda a él, cada vez que paso por el parque donde tomamos aquella foto, cada vez que veo los envoltorios de los chocolates que aún guardo como si fueran parte de mí.

A veces me pregunto cómo algo tan pequeño puede doler tanto.
Cómo una historia que empezó con un simple mensaje puede quedarse tatuada en el alma.

He aprendido que en tan solo tres segundos todo puede cambiar.
Puedes perder a quien amas, puedes decir adiós, puedes romperte… o renacer.
En tres segundos puedes amar, odiar, perdonar o dejar ir.

Y aunque a veces me cuesta aceptarlo, sé que la vida sigue, que el “hubiera” no existe, y que hay amores que llegan solo para enseñarte que sentir también es una forma de crecer




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.