Capítulo 15 — Sorpresas y certezas
Junio de 2023
El nerviosismo de esta mañana no me abandonaba. Dos semanas de retraso, mil pensamientos dando vueltas en mi cabeza, y un corazón que latía como si quisiera salirse de mi pecho.
Adam se notaba preocupado, pero tranquilo.
 —Ayleen… —me dijo, mientras me tomaba de la mano—. Pase lo que pase, estoy aquí contigo.
Su voz era como un ancla en medio de la tormenta.
 Decidimos salir a caminar un poco, despejarnos y distraernos. La tarde era cálida, el cielo pintado de naranja, y cada rayo de sol parecía recordarme que la vida seguía, incluso con los nervios y la incertidumbre.
Al volver a casa, Adam me detuvo frente a la puerta.
 —Cierra los ojos —dijo con una sonrisa traviesa.
Obedecí, con el corazón latiendo más rápido que nunca. Cuando los abrí, me encontré con una pequeña sorpresa: un rincón de la sala decorado con luces suaves, flores frescas y un pastel con mi nombre escrito cuidadosamente.
—¿Qué es esto? —pregunté, con lágrimas asomando en mis ojos—.
—Es para ti —dijo él, acercándose y abrazándome—. Porque quiero que sepas que cada momento, bueno o malo, lo vivimos juntos. Y quiero que recuerdes que estoy aquí para ti, siempre.
Nos sentamos, comimos un pedazo de pastel y hablamos. Hablamos de nuestras emociones, de los miedos que a veces no nos atrevemos a decir, y de los sueños que aún queríamos cumplir juntos. En ese momento entendí algo importante: el amor no solo está en los momentos felices, sino también en la paciencia, la comprensión y el apoyo incondicional.
Esa noche, mientras me recostaba en su pecho y sentía cómo su respiración se sincronizaba con la mía, supe que sin importar los nervios, las dudas o las pequeñas sorpresas que la vida nos traiga, estar con él era mi certeza más grande.
Porque Adam no solo estaba en los momentos felices; también estaba en los nervios, en las preocupaciones, en los “qué pasará”, y eso era lo que hacía que nuestro amor fuera real, sólido y único.