Cuando Llegaste Tu

CAPITULO 20

Capítulo 20 — Entre la vida y el miedo

Septiembre de 2023

Nunca había sentido un miedo tan profundo. Aquella mañana, mientras desayunaba, un dolor punzante recorrió mi abdomen.
—Mamá… algo no está bien —dije, con la voz temblorosa.

Mi mamá me tomó de inmediato entre sus brazos y noté cómo su rostro se llenaba de preocupación.
—Vamos al hospital, hija, ahora mismo —dijo, con esa firmeza que me daba seguridad.

Lo que siguió fueron horas que se sintieron eternas. Cada monitor, cada análisis, cada mirada del médico aumentaba mi ansiedad.
Me dijeron que había tenido una amenaza de aborto, y que debía permanecer hospitalizada para asegurar la estabilidad del bebé y la mía.

En esos días, la soledad se volvió más intensa. Adam no estaba. Sus mensajes que antes me hacían sentir conectada, ahora eran un recordatorio de que él no podía estar conmigo en lo más crítico. Ni siquiera sabía si estaba al tanto de lo que ocurría.
Mi mamá estuvo a mi lado día y noche, sosteniéndome, hablándome con calma y asegurándome que todo estaría bien. Su presencia era lo único que me mantenía fuerte.

Las noches fueron las más difíciles. Lloraba en silencio, sintiendo miedo por mi bebé y por mí. Pensaba en Adam y en su pareja, en su indiferencia, y me preguntaba por qué la vida parecía tan cruel a veces. Pero mi mamá nunca me dejó rendirme.
—Ayleen, respira —me decía—. Cada latido que sientes es una señal de que tu pequeño quiere quedarse. Tú eres fuerte.

El tiempo se volvió un hilo interminable, cada día igual que el anterior, hasta que finalmente llegó el 14 de septiembre.
Ese día, los médicos me dieron el alta. Mi corazón latía con alivio y miedo a la vez. Salir del hospital significaba volver a enfrentar la realidad, pero también era una oportunidad para apreciar la vida que crecía dentro de mí y fortalecerme aún más.

Mientras caminaba hacia el auto, mi mamá tomó mi mano y me susurró:
—Lo importante es que estás viva, y tu bebé también. Todo lo demás se puede enfrentar después.

Y así lo hice. Cada paso que daba, cada respiración que tomaba, me recordaba que aunque Adam no estuviera presente como esperaba, tenía a mi mamá y tenía la fuerza para seguir adelante, para proteger la vida que llevaba dentro de mí y para enfrentar cualquier cosa que viniera.

Ese 14 de septiembre no solo regresé a casa; regresé con más determinación, con más fortaleza y con la certeza de que nada ni nadie podía quitarme mi futuro.




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