Cuando Llegaste Tu

CAPITULO 23

Capítulo 23 — Enfrentar la verdad

Noviembre de 2023

Adam ya no podía ignorar la realidad. Cada mensaje de Ayleen, cada decisión que tomaba para su vida y la de su bebé, le dolía en el pecho. Se daba cuenta de que no bastaba con palabras, ni con recuerdos, ni con arrepentimiento: tenía que actuar.

Esa tarde, después de pensarlo durante horas, decidió que iría a verla.
—No puedo dejar que esto siga así —se dijo a sí mismo—. Ella merece la verdad, y yo debo enfrentar mis errores.

Cuando llegó, Ayleen estaba en casa, sentada en la sala, acariciando su vientre. Su mamá estaba a su lado, leyendo tranquilamente, sin imaginar lo que estaba por ocurrir.

—Ayleen —dijo Adam con voz temblorosa, intentando acercarse—. Sé que no tengo derecho a estar aquí, pero necesito hablar contigo… cara a cara.

Ella lo miró, con los ojos llenos de cautela y fuerza.
—Adam… —susurró, sin levantarse—. No sé si quiero escucharte.

—Lo sé —respondió él—. Y tienes todo el derecho. Pero necesito que sepas que lamento no haber estado, que he cometido errores y que… quiero intentar ser parte de tu vida. Pero solo si tú me lo permites, y solo si puedo hacerlo bien esta vez.

Ayleen lo observaba. Su corazón latía con fuerza, recordándole todo lo que había sentido por él, pero también recordándole la fuerza que había encontrado en sí misma.
—Adam… ahora mi vida y la de mi bebé son lo primero. No puedo permitir que nadie, ni siquiera tú, ponga eso en riesgo. —Su voz era firme, pero serena—. Si quieres estar, tendrás que respetar eso.

Adam asintió, con lágrimas en los ojos.
—Lo entiendo… y prometo que así será. Quiero estar, pero de la forma correcta. No quiero perderlos de nuevo.

Por primera vez en mucho tiempo, ambos sintieron una chispa de esperanza mezclada con miedo. Sabían que no sería fácil, que los días venideros exigirían paciencia, respeto y confianza, pero también sabían que había algo más fuerte que la distancia y los errores: el amor que los había unido y la vida que crecía en el vientre de Ayleen.

Esa noche, mientras Ayleen acariciaba su abdomen y Adam permanecía a distancia respetuosa, algo cambió entre ellos. No era un regreso inmediato, ni un perdón automático, sino un primer paso hacia la reconstrucción, lleno de emociones contenidas, promesas silenciosas y la certeza de que la vida les estaba dando una nueva oportunidad.




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