Cuando los camaleones sueñan

Capítulo 10

Quería decirle que no avanzáramos más de momento; que me había encantado el beso, pero que necesitaba no tener más novedades esa noche. Me encontraba estresada por todo lo que estaba pasando.

No sabía verbalizarlo y que sonara bien.

«No hace falta. Lo entiendo perfectamente. Yo también me siento así.»

Cerré los ojos con resignación.

«Me sigue faltando mucho para ser un buen camaleón.»

«Creo que, en este caso, deseabas que lo oyera.»

«Puede ser.»

Llegó el sushi y, mientras cenábamos, le hablé de mi breve conversación con el Van.

–Eso ha sido… –Noté su reticencia a sonar autoritario–. Imprudente. Peligroso, Sofi. Lo siento, no soy quién para aconsejar cómo actuar, pero…

–Estoy de acuerdo. Quiero decir que a mí también me habría parecido una barbaridad si lo hubieras hecho tú. Pero había algo en él que me hacía confiar.

Levantó una ceja con incredulidad. Le conté lo que había visto en su mente sobre el accidente de coche y la niña.

–Eso sólo demuestra que tiene buenas razones para obedecer a esa gente.

Tenía que admitir que era una conclusión con bastante sentido.

–Bueno, practiquemos –dijo, tras terminar de masticar el último trozo.

Instintivamente, nos pusimos de pie. Las indicaciones del Van sobre el borrado habían sido bastante escasas, así que no teníamos mucha idea de cómo empezar.

–Supongo que habrá que cerrar los ojos y… pensar el uno en el otro –sugirió Pedro.

–Probemos. Aunque he de decir que, a pesar de lo bonito que eso ha sonado, no creo que sea lo mejor cuando nos enfrentemos a un… enemigo. O sea, no creo que cerrar los ojos sea muy seguro. Y se supone que no debemos contar con que el adversario nos esté esperando; de hecho, sería mejor que no. Así que, lo de que la otra persona también piense en nosotros…

–Vale, vale. Lo capto. Malísima idea. –Me eché a reír al ver su expresión–. Hagámoslo al contrario, entonces. Tú ponte a pensar en otra cosa y yo intentaré entrar en tu mente.

Me pregunté si a él le habría sonado igual que a mí: como una frase sacada de alguna película.

–Sí, es verdad –dijo con media sonrisa. Arrugué la frente y empecé a sacudir la cabeza con frustración–. Es porque quieres que te oiga, aunque ni siquiera te des cuenta.

–Jo. Me gustaría saber controlar eso mejor. ¡Espera! ¿Y si me borras por accidente?

Pedro se me quedó mirando, un poco sorprendido al notar el temor en mi voz.

–No tengo intención de hacerlo, pero… ¿tan malo sería? Quiero decir que… tal vez fuese la solución a nuestros problemas.

No sabía qué pensar. Estaba extrañada de mi propia reacción. Desde que había aparecido mi telepatía, con todo lo demás que había sobrevenido, no me había parado a plantearme si mi nueva condición era algo que deseara conservar. Quizás porque, hasta ahora, no se me había ofrecido la oportunidad de perderlo.

Sacudí la cabeza y las manos.

–Centrémonos, de momento, en aprender a borrar y luego ya veremos qué aplicación práctica queremos darle.

–De acuerdo. –Pedro puso sus manos en mis hombros–. Intenta ocupar la mente en otra cosa para que sea lo más realista posible. Sí, lo sé. Ha sido idea tuya.

«¡Ni siquiera me ha dado tiempo a pensarlo!»

«Y que no. Je, je.»

Se apartó de mí y yo me puse a acordarme de mi madre y de cuántas cosas no le contaba cada vez que hablaba con ella por teléfono.

Pasó lo que a mí me pareció mucho tiempo, por lo que, de espaldas a Pedro para no mirarlo, cogí una silla, me senté e intenté recordar lo que había en los armarios de la cocina. Quedaba poca leche y teníamos que comprar arroz, legumbres…

De repente, todo se volvió oscuro a mi alrededor. Pensé que había cerrado los ojos, pero no. O sí. No lo sabía.

Intenté tranquilizarme. Estábamos en medio de un experimento; tampoco es que la anormalidad no fuese esperable.

Pasó algo de tiempo, unos instantes seguramente, pero era difícil medirlo en esta situación. La oscuridad dejó paulatinamente de resultarme inquietante y empecé a sentirme a gusto, como si me estuviera adentrando en las aguas cálidas de un mar en calma; o, más bien, como si la calidez estuviese llegando a mí.



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En el texto hay: intriga, romance, poderes sobrenaturales

Editado: 16.01.2020

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