Cuando los grandes caigan

Una corona = Una alianza

Yo también seria reina, y la verdad es que eso no me importaba, la verdad es que no quiero una corona, no quiero un reino y no quiero un trono a lado de un tonto rey.

El agua, la veia, mientras el barco navegaba y avanzaba lentamente, acariciaba la madera suave.

- Su majestad el principe Carlos estara encantado de verla, ha esperado muchos años para este momento- voltee a ver a ese hombre que decia cosas que me hacian querer aventarme al mar, aunque fuera lo mas hondo y tenebroso que haya visto.

Sonreí por cortesia y le volvi a dar la espalda.

Eso es de mala educación, Alenearia.

escuche la voz de mi madre, como si estuviera a mi lado reprochandome, suspire.

 

 

Cuando baje del barco senti un pequeño mareo, parpadee.

- usted jamas ha viajado en barco, ¿cierto?- mire al frente, un joven sonriente hizo una pequeña reverencia- me llamo Jonhatene.

levante las cejas sorprendida.

- ¿Jonath?- se río, mejor dicho solto una carcajada.

- no, es algo como... Jonatenet- parpadee.

- Jonatened...- y se volvio a reir.

- seria mejor preguntarle a mis padres, majestad, tal vez así nos sacariamos de dudas- sonrió amablemente, de nuevo y extendio el brazo derecha delante de el, sin darme la espalda, mientras el izquierdo lo ponia en su espalda- bienvenida sea usted a Cornalia, el reino de los solitarios.

sonreí, asenti y avance mientras tomaba la falda de mi vestido con las manos, mientras el caminaba a mi lado, platicaba lo emocionado que estaba el principe por conocerme, por tener una esposa y una reina, aunque yo sabia la razón de la cual habia tanta emoción, alianzas, herederos, mas herederos que alianzas.

Mi familia habia sido una de las mejores, al conquistar por su propia cuenta con uno de los guerreros mas fuertes, el primer rey, el que hizo que el mundo deseara ser un gobernante, el que hizo que todos desearan sangre a cambio de una bonita corona con oro y un bonito trono, el trono que mi hermano tenia.

Mi familia era prestigiada, cada año esperaban que los reyes tuvieran un hijo, una hija o ambos, para así tener una alianza con nosotros, y a mi eso se me hacía como vender un cachorro.

Cuando nací mi nana habia dicho que millones de barcos grandes con muchos regalos habian llegado desde los mares, reyes y sus hijos bajaban, ellos mismos en presentes, se arrodillaban ante mis padres para llegar a tener una alianza con nuestra familia, para prometerme a alguno de ellos, al final la familia el principe Carlos fue el esposo prometido, a mi hermano le premetieron a su reina Elizabeth, y aunque yo no llegare al trono el que se case conmigo tendra a mi familia de su lado y a la hermana del Rey junto a su trono.

- Todo nuestro reino ha esperado por usted, princesa.

- No me lo imagino, no sabia que tener una reina era muy importante- mentí. Mis damas solian decir que a los hombres no les gustaba cargar a una mujer que pensara, que era mejor ser bonita y tener la boca cerrada, con el cuello adornado de diamantes y una corona en la cabeza. 

- Lo es, majestad, este reino ha esperado por una reina desde hace mucho tiempo, usted sera buena para ello.

Sonreí, de nuevo, simplemente por compromiso.

 

El castillo era grande, muy grande, con grandes ventanales, grandes cortinas y cuadros que adornaban todo el salón principal, escaleras y una gran alfombra, y después, una trompeta.

- ¡Presentando a la princesa Alenearia de Arnestia! ¡la hija menor de la reina Fernanda II y el Rey Elario I! ¡Hermana del Rey Santhiago! ¡Nuesta futura Reina!- una voz fuerte se escucho de no se donde

De las puertas grandes salieron millones de muchachas, todas vestidas con vestidos largos y mandiles blancos por delante, parpadee.

- Princesa... le presento al principe Carlos, primero en su nombre, futuro Rey de Cornalia, el reino de los solitarios, primer hijo de Carolina I y Ernersto III.

Era el, con una hermosa sonrisa blanca y cabellos largos, que le llegaban a los hombros, rizos negros y ojos penetrantes que te daban miedo mas que asombro, con una larga capa roja con contorno de animal, unos guantes negros como su cabello y un traje de palabra de honor dorado con blanco, mire a todos lados, todas esas chicas con sus mandiles estaban formadas en una fila, haciendo una reverencia hacía mi.

volvi a parpadear.

- Bienvenida princesa.

Me miro a los ojos e hizo una reverencia.

Suspire.

 

 

En las ultimas horas lo unico que hice fue caminar con un vestido nuevo color verde menta que llegaba hasta el suelo, con un cuello que decendia en un V hasta mi pecho, y que era incomodo, lo bueno de este vestido era lo largo que era la falda, tapaba mis pies y así podia estar descalza.

- ...y esto es nuestro jardín secreto, mi padre lo planto para mi madre como su regalo de bodas.

Sonreí.

- Es hermoso, majestad.

vi las flores, pequeños capullitos frotando a penas, sonreí mas, y senti sus manos en las mias, lo mire, levantando las cejas.

- Sus manos son preciosas, princesa.

Vi a otro lado, tome aire. 

- Gracias, majestad.

Y me aleje. 

- Nuestra boda sera muy pronto, princesa, olvide felicitarla por la boda de su hermano, espero que su reinado sea duradero y justo.

Yo también.

 

Lo unico bueno de todo esto era ese jardín, ni siquiera tenian libros, el principe decía que los libros estaban en una biblioteca al otro lado del pueblo, la habia construido la reina Carolina como su primera orden real.



#21570 en Fantasía

En el texto hay: silencio, coronas

Editado: 25.02.2018

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