"Cuando Los Àngeles Lloran Estrellas"

CAPÌTULO 9: “EL CUMPLEAÑOS DE SONNIA: BESOS, FESTEJOS, RISAS Y UN MARAVILLOSO ESPECTÀCULO DE FUEGOS ARTIFICIALES”

Esa mañana del veintiséis de julio, me despertè màs temprano de lo habitual. ¿El motivo? Pues, iríamos a recibir al papà de Sonnia al aeropuerto, tras varios días de ausencia… ya que había cogido un vuelo especial desde Taiwàn, para ayudar a decorar la casa y efectuar los preparativos del cumpleaños número trece de su hija. Por tal motivo, un par de días antes, tras hablar con Sonnia, le ordenò a Yuki, que condujera a la señorita Waves hasta la lujosa vivienda de sus abuelos, en ese impresionante polo tecnológico, conocido como: Silicon Valley, donde es sabido, se hallaban las empresas màs importantes y punteras de dicho sector, entre otras…

 

Por lo que esos tres días de ausencia de mi amada, los disfrutè mucho. Sacando a Piñata a dar un paseo por el parque, recorrer la ciudad en limosina, mirar documentales de fútbol hasta altas horas de la noche, y practicar dicho deporte en el Predio Deportivo Random Shots, a escasos veinte minutos de la casona de Sonnia, donde tuve la oportunidad de hacer muchas amistades y practicar mi deporte favorito, “mi vida”. Y además, en màs de una ocasión, saboreè chocolates, helados y un montòn de comida chatarra, pero, gracias a mi genética, no he logrado subir un gramo. ¡Soy una maldita lagartija! ¡Ja, ja, ja! “Pero esto es un secreto entre tù y yo”. ¡Shhh…! No le cuentes a Sonnia..

 

En ese preciso instante, alguien golpeò la puerta principal…

 

__ ¿Quièn es?__ preguntè mientras acababa de cepillar mis dientes y ponerme ropa decente, mirè por un orificio en la puerta…

__ ¡Soy yo, Leòn! ¡Yuki! Debemos partir de inmediato al Aeropuerto Internacional. Y el señor Waves, acaba de avisarme que llegarà al mismo en menos de una hora.

__ ¡Ok, Yuki! ¡Termino de alistarme y partimos!__ le dije.

 

__ ¡Bien, Leòn! ¡Te esperarè en la entrada a la mansión… junto a los àrboles frutales…!

__ Solo… ¡date prisa, por favor!__ sentenciò, Yuki.

__ De acuerdo__ añadì, un tanto a regañadientes.

 

Acto seguido, cerrè la puerta de casa con llave y, tras activar las alarmas y los sistemas de seguridad, partì con celeridad donde los àrboles frutales, donde Yuki me estaría esperando, ojeando su reloj como un lunático.

 

__ ¡Leòn! ¡Por fin, llegas! Recibì una llamada reciente del señor Waves… al parecer, llegarà quince minutos antes de lo previsto… ¡y estamos bastante demorados!__ gesticulò bastante furioso el conductor.

__ ¡Vamos! ¡Sùbete ya, Leòn! Acto seguido, subì con rapidez y cerrè la puerta del coche.

__ Cogeremos un atajo__ me dijo, mientras se rascaba la barbilla, algo sudada…

__ ¿Te refieres a la ruta 623?__ le preguntè.

__ ¡Asì es, viejo! ¡Ajùstate el cinturón! ¡Partiremos de inmediato!__ concluyò, Yuki. Y, tras abrirse la gigantesca puerta de entrada, partimos a toda prisa por la avenida Shilleson Bay…

 

Llegamos al aeropuerto. Mientras caminábamos y recorrìamos la zona, vi un pòster del Gran Diego Maradona, cuando ganó la Copa del Mundo, en Mèxico del ochenta y seis. Y al lado, una camiseta de Argentina, un balòn y los botines originales de Messi, autografiados por èl, tras ganar su primera Champions League. Tenìa algunos ahorros que me dio Sam, mi padre, y con mucho esfuerzo, con toda la furia, echè mano a los billetes en mis bolsillos. En ese preciso instante, se asomò un viejo canoso y de bracitos cortos, portando unos anteojos culos de botella… ¡era el vendedor! Me saludò con cortesía y me preguntò que buscaba:

 

__ ¿Què buscas, niño…?

__ El pòster de Maradona del ochenta y seis y la camiseta de Messi…

__ ¡Me los llevo!

__ ¿Cuànto es por todo…?

__ Cuatroscientos quince dólares, pequeño__ añadió el anciano. Acto seguido, extendí la mano y paguè. Caminamos un poco y en ese preciso instante… un hombre alto, de chaqueta ejecutiva y portafolios de cuero negro y pantalones rallados, caminò presuroso, mientras degustaba un helado de cono, que debido al calor del lugar, ya comenzaba a derretirse. Yuki lo reconoció de inmediato. ¡Es el señor Waves!__ me dijo. Lo mirè de arriba abajo y me percatè que estaba en lo cierto. Supongo que el no nos notò. Pero, al oìr su nombre, inmediatamente se acercò hasta donde nosotros.

 

__ ¡Hola, muchachos!

__ Por poco y paso de largo. ¡Es un hormiguero de gente a esta hora!__ murmurò el hombre, señalando con un ademàn a la gente del aeropuerto.

__ ¡Muy bien, Yuki…!

__ ¿Tienes el coche afuera?

__ Sì, señor.

__ Partamos, ya. Salimos con prisa del edificio y, tras subir al coche y tomar las debidas medidas de seguridad, partimos a toda prisa con destino a la mansión…

 

__ ¿Y, Leòn…?

__ ¿Còmo has estado durante nuestras ausencias? Me refiero a la de padre e hija… ¡ya sabes!__ me dijo, mientras me daba una càlida palmadita en la cabeza.




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