"Cuando Los Àngeles Lloran Estrellas"

CAP 13: "COMPROMISO, JUEGOS Y TRAGEDIA EN DISNEYLANDIA"

No habían pasado ni quince días de nuestro último gran festejo por el Día de los Enamorados en Río de Janeiro, cuando al Sr. Waves le picó el bichito de los viajes otra vez. Pero esta vez iríamos a Disneylandia. ¿El motivo? Solo un momento de recreación, entretenimiento y negocios, pero por alguna razón, supuse que el papá de Sonnia tenía planeado algo muy especial para ese día... y no precisamente: "negocios", como en más de una ocasión aseguró a rajatablas. En fin, creo que la pasaremos de maravilla. Ese día la mayoría se levantó a las 10 a.m a excepción de los empleados y demás personal de servicio de la mansión, los cuales debían de reportarse a sus actividades a partir de las 8.30 a.m. Yo, León y el Sr. Waves, despertamos casi al mismo tiempo. Y acto seguido brinqué de mi cama y sin hacer ruido partí en dirección al cuarto de baño. Y de inmediato: Me duché, vestí y acicalé mis ricitos morenos y, una vez decente, me dirigí rumbo al comedor y me serví una porción de tarta de Uchuva y frutos rojos y, tras coger una bolsa llena de tabletas de hormonas, cogí una de esas píldoras y me las bebí junto a un largo sorbo de jugo de chirimoyas. ¡Ya comenzaba a notar los efectos! ¡Eso me hizo terriblemente feliz!

Ya comenzaba a crecerme abundante vello corporal en zonas donde antes apenas crecía o eran casi desérticas, mi voz se había vuelto mucho más grave y prácticamente sonaba como la de un joven y no una niña, y, entre otras cosas, gracias a mi activo entrenamiento físico, mi cuerpo comenzaba a definirse, como así también mis músculos y demás. Luego, marché a paso lento pero seguro con destino a un club local donde practicaba fútbol de Lunes a Domingo entre las 9 a las 12 hs. A todo esto, cabe destacar que el entrenador me veía con buenos ojos y me apuntalaba para jugar en la liga principal del fútbol local: (MLS), creo que le llaman. Pero, tras comentarle los planes del director técnico Paul Rizer, las palabras del señor Waves para bien o para mal me depararon otro destino. Más o menos estas fueron sus palabras: "Ni se te ocurra jugar para ese viejo soquete, hijo". "Aquí solo adoran el básquetbol y el fútbol americano". "Tú naciste para brillar, León". ¡No se diga más! ¡Jugarás para el Real Madrid!

Y con todo el esfuerzo y dedicación que el señor Waves efectuó para que yo tuviera una gran oportunidad de jugar en el fútbol europeo, decidí ser agradecido y darle la razón. A fin de cuentas él me quería como un hijo. Como ese hijo que Dios o la vida jamás le dieron y del que una vez me contó que murió tras sufrir un severo choque él y su mujer y ella, tras padecer una feroz hemorragia interna poco antes de llegar al hospital, su bebé murió. Y me confesó entre lágrimas de nostalgia que su mujer y él ya habían planificado el nombre de la criatura y... ¡vaya casualidad! "Le habrían de poner León". Al escuchar estas palabras sentí una especie de escalofrío desde la punta de los pies a la cabeza. Y una extraña mescolanza entre tristeza y pálida alegría. Y dolor... ¡mucho dolor! "Como si hubiese sido yo la criatura que corrió dicho destino". Es algo difícil de explicar. No soy bueno con eso.

En fin. Llegué a eso de las 13 p.m a la mansión. El señor Waves le encomendó a Yuki que me llevara a donde yo quisiera y que hoy en especial debía ir al Two Eagles Sporting Club para jugar al fútbol. Y, en un descuido de Yuki... mientras se encontraba cambiándole los neumáticos al coche, este acabó por perderme de vista. Me siguió a falta de solo ocho cuadras para llegar al club. Me negué. Le dije que no quería abusar de la confianza del Sr. Waves, por lo que llegaría caminando. Dicho esto, Yuki se enfadó bastante. Lo noté en su rostro. Y a renglón cogió el coche y salió despidiendo llamas a gran velocidad por la carretera principal. ¡Temí lo peor para Yuki!, pues como se sabe ellos viven de los servicios prestados y si no tienen demanda, no ganan dinero y su trabajo pende de un hilo, por decirlo de algún modo o en el peor de los casos, la expulsión. Y lo primero que hice al llegar fue preguntar al señor Waves por lo de Yuki:

__ Señor Waves.. pasé por su estacionamiento y vi su coche blanco...

__ ¡Ah, sí! ¡El Oso Polar lo llamo! "¡Es un fierro ese Lamborghini! ¿Qué querías saber hijo?

__ Solo saber dónde está Yuki. Es que no lo he visto ni en el estacionamiento ni en lso alrededores de la mansión.

__ ¡Ah, era eso...! "Pues solo le he dado la mañana libre para que descanse y reponga fuerzas, pues por la noche requeriremos de sus servicios para que nos lleve a Disney".

__ ¡La pasaremos en grande! ¡Ya verás!

__ ¡Gracias por aclarar, señor Waves!

__ ¿Y Sonnia?

__ ¡Allá está!__ dijo señalando un punto fijo a no más de quinientos metros. Estuvo un buen rato componiendo música nueva en el estudio. No hace mucho tiempo que está descansando y leyendo un libro sobre esa hamaca paraguaya. ¡Estuvo todo el tiempo preguntando por ti, viejo! 




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