“CUANDO LOS ÀNGELES LLORAN ESTRELLAS”
Kathryn Shays, vivía en un lejano poblado al sudoeste de EE.UU. En una comunidad agrìcolo-ganadera en cuya zona habitaban, no màs de dos mil personas. Kathryn, era morena, de rostro curtido por el sol y muy poco femenina. Es màs, desde niña, solo jugaba con autitos de juguetes, muñecos, robots, y, al fútbol… por supuesto. Este costado de su personalidad, comúnmente era disimulado ante sus viejos padres: Rebecca y Sam.
Su padre, Sam Shays, se desempeñaba como albañil y productor agrícola. Trabajaba largas horas durante la semana y Kathryn le ayudaba en su trabajo. Ademàs, Sam era tosco, muy ignorante y supersticioso, tal asì, que pensó que su acaudalado padre, quien al morir, legò toda su fortuna a la mujer que lo acompañò la mayor parte de su vida: Adrianne, su cocinera personal. Por lo que, tras lo dicho, Sam, un prometedor corredor de Fòrmula Uno, debió abandonar dicha carrera, tras sufrir una severa lesión que casi lo dejó en estado vegetativo y por la que debieron amputarle uno de sus brazos. Y al enterarse que Rebecca, su esposa, estaba embarazada, comenzó a trabajar de productor agrícola. Intentò un tiempo breve, ganarse un dinero como albañil en lujosas casonas de Beverlly Hills y Silicon Valley. Pero, al poco tiempo, debió abandonar esta tarea, ya que, entre otras cosas, le demandaba mucho de su tiempo y la paga era una mierda. Ademàs, de que, con un solo brazo, no podía realizar un trabajo decente y los malditos ricachones lo amenazaron con meterlo tras las rejas, por estafa, dado que sus trabajos carecían de la calidad que dicha gente requerìa.
Por lo que, durante un largo tiempo, Jeffrey, su hermano y su esposa, mientras el embarazo se lo permitiera, le tendieron una mano con las labores agrìcolo-ganaderas, dividiéndose responsabilidades: Jeffrey, se encargarìa de la ganadería y Rebecca, de la producción agrícola, al menos, hasta que, la futura hija de su hermano, pudiera ayudar a su padre con dichas tareas.
Volviendo a Kathryn, era ruda y de temperamento fuerte. ¡Todo un niño! Es màs una vez en la escuela primaria, defendió de los acosos y burlas de su compañeros, a su confidente y amigo: Gallony, un niño transgènero, huérfano a los nueve años y de temperamento tìmido y callado.
Cinco mocosos la rodearon y atacaron a Gallony, que tras los ataques, se puso nervioso y se orinò en sus pantalones. Las risas, no tardaron en llegar. Creo que media clase, lo hizo. Fue asì, que tras un relámpago de furia, Kathryn los atacò. Y acto seguido, se estrellaron los cinco mocosos contra el piso, como en una torre de naipes atacada por el viento. Todos con los “ojos en compota” y las narices rojas, se incorporaron en breve, y, tras enterarse la directora de la escuelita rural: “Alko Baldwin”, los cinco niños fueron expulsados del colegio y la pequeña Kathryn, se comió diez amonestaciones y la advertencia de que al próximo llamado, sería también expulsada.
Y Sam y Rebecca al enterarse, la castigaron, obligándola a trabajar todo el verano en la plantación agrícola de sol a sol para que comprendiera lo difícil que era ganar el dinero para enviarla al “Alko Baldwin”y darle además una lección de vida: “El trabajar hace dignas a las personas”. Pero estoy seguro, que ni en sus sueños màs remotos, la ruda y torpe Kathryn, llegarìa a comprender el poder transformador de los huracanes de violetas de la dulzura del primer amor.