Odiaba cuando su clase tocaba a primera hora, todos llegaban adormilados y sentía que daba las lecciones para ella misma. Ordenó su mesa por segunda vez al tiempo que se oían los pasos de los primeros alumnos que como era costumbre no pasaron aún viendo la puerta abierta. Faltaban unos minutos para el inicio de la clase, fue hacia la puerta escuchando como susurraban entre ellos por algo que estaban viendo, no le dio tiempo a llegar cuando Iko cruzó el marco de la puerta, él o al menos su aspecto era el motivo de los murmullos.
Su labio inferior estaba ligeramente rasgado, se veía perfectamente pese a su intento de disimularlo con la cabeza agachada. Por la manga de su chaqueta se asomaba parte de una venda que cubría su mano derecha, él hizo el amago de esquivarla pero no le funcionó.
- ¿Qué te ha pasado? - De nuevo trató de pasar por un lado, la mano de ella en su hombro lo detuvo - ¿Estás bien?
- ¿No ve que sí?
Echó la vista hacia atrás donde sus compañeros escuchaban atentos, ella imitó su gesto y asintió entendiendo su incomodidad.
- Por favor - Dijo en voz baja - Pásate por mi departamento en el descanso.
- No eres mi tutora, además las cosas que pasan fuera del instituto no es problema de los profesores - Apartó el hombro con un movimiento brusco librándose de la mano de ella.
- Vamos chicos entrad todos - Dijo ella en un tono algo autoritario.
Intentó no estar pendiente de él en toda la clase, si no atendía o no hacía los ejercicios simplemente no le decía nada y se centraba en los demás. Aquel chico le preocupaba de verdad pero no quería incomodarle.
En el tiempo que duró el descanso esperó impaciente la llegada de Iko reconociendo que estaba nerviosa por el cargo que el director le había asignado, no estaba preparada para estas cosas y temía la sola idea de que un alumno pudiera llegar a odiarla, sabía como era odiar a un profesor. Tomó un trago de agua esperando calmarse, pero no pasó ninguna de las dos cosas, Iko nunca llegó y los nervios no se fueron.
El resto de la mañana la pasó entre las dos clases que le tocaba dar y en organizar su estantería un poco antes de volver a casa.
Había sonado la campana que indicaba la salida de los alumnos cuando ella caminaba en dirección a la salida.
- Hisaki
Se giró encontrándose con el tutor de Iko que parecía no tener un buen día.
- Creía que habías entendido lo que te pidió el director pero veo que no.
- ¿Cómo dices?
- Hablo de Matsura ¿acaso no has visto en qué condiciones ha asistido a clase?
Iko se quedó escondido tras la pared cuando oyó su apellido, no sabía por qué razón su tutor le pedía explicaciones a la profesora de historia sobre su aspecto, tal vez ella hubiese hablado con el director.
- Claro que me he dado cuenta, he tratado de hablar con él pero no puedo obligarle a que me cuente lo que ha pasado.
- ¿Y piensas que así le ayudas? ¿Qué clase de profesora eres?
- A veces presionar a alguien no es la mejor manera de ayudar - Iko estuvo de acuerdo con eso y se sintió mal por causarle problemas - Además ¿en tu clase le has preguntado delante de todos para remarcar lo sucedido o le has ofrecido ayuda en privado?
- Ninguna de las dos - Respondió con demasiada prisa lo cual no le dejó en un buen lugar, ella cruzó los brazos mientras negaba.
- Ni siquiera te has fijado en él ¿quién te lo ha dicho, lo has oído de un grupo de alumnos?
- Es un chico muy reservado y no he querido molestarle.
- No vuelvas a hablarme de esa forma ni a poner en duda mi trabajo como profesora cuando no sabes hacer el tuyo como tutor.
Se alejó con un peso menos a su espalda, sabía que iría a contarle todo al director pero esta vez no se quedaría callada. Buscó en su bolso las llaves del coche, suspiró al recordar que esa mañana había ido andando, resignada comenzó a andar.
- ¡Profesora Hisaki!
Iko se acercó corriendo con la mochila al hombro y las manos en los bolsillos del pantalón. Ella abrió la boca, sorprendida pensando en decir algo pero nada vino a su mente lo que provocó una ligera risa en él.
- Lo he oído todo y también quería disculparme por no haber ido al departamento.
- ¿Qué has oído el qué?
- Sé que quieres ayudarme, pero no entiendo por qué el tutor te lo recriminaba. Tienes razón él no se ha dado cuenta por si sólo - De manera inconsciente Iko llevó el dedo índice a la herida de su labio haciendo una mueca de dolor con el contacto.
- No quiero ser imprudente pero ¿qué te ha pasado?
- Aquí no - Dio unos cuantos pasos, de repente se volvió hacia ella - ¿Puedo confiar en ti? ¿Le dirás algo al director o al tutor?
Sintió una especie de conexión al mirar los pequeños ojos de Iko que parecían suplicarle su confianza. Él observó el negro intenso de los ojos que le miraban sin ningún tipo de duda, no esperó respuesta y asintió.
- Confío en ti
Sin más empezó a andar a grandes pasos, ella extrañada por la actitud del chico siguió detrás de él sin pronunciar palabra, la curiosidad era tan grande que no podía negarse. Tras casi veinte minutos de camino Iko dobló en una esquina que terminaba en unas escaleras de hormigón las cuales no parecían conducir a ningún lugar. Arrojó la mochila al suelo y se sentó en ellas aspirando una gran cantidad de aire, complacido. Ella permanecía de pie en una postura muy formal mientras le contemplaba.
- Vamos siéntate.
Así lo hizo dejando un espacio entre ellos.
- Hoy todos me han tratado como a un delincuente, hablaban a mi paso y soltaban comentarios malintencionados. Menos tú que te has preocupado por mí - Clavó su vista en ella - Ayer salí tan enfadado del instituto que me metí en problemas. Sé que actúe mal pero estoy harto de que me traten como a un niño, tengo diecisiete años y sé cuidar de mi mismo. Me encontré con dos chicos de una anterior pelea, sólo me choqué con uno pero puedes imaginar lo que pasó. Pretenden que siga siendo ese chico sumiso que no responde ante nada ¿por qué tenías tanto interés ayer en mí? - Le pilló desprevenida que preguntara tan de repente.
- Es mi trabajo que atiendas en clase, no puedo dejar que hagas lo que quieras.
- ¿Y hoy?