La melodía de su móvil resonaba por toda la habitación, se removió perezosamente en la cama girándose sobre un costado buscando el móvil en la mesita. El nombre de Tashi aparecía en la pantalla, descolgó y esperó a que ella hablara.
- Menudo plan se me acaba de ocurrir.
Aiko miró el reloj con un sólo ojo abierto.
- ¿A las ocho y media de un domingo? - Su amiga hizo un sonido de aprobación - Podías haberlo apuntado y llamarme una hora más tarde.
- No te quejes, llevo una hora despierta y podía haberte llamado entonces ¿y bien, te apuntas ?
- Todavía no me has contado el maravilloso plan.
- Es verdad. Hay una cafetería nueva cerca de la estación, fui un día por casualidad a por una botella de agua. No sabes las delicias que había en el mostrador y el café, como olía el café - Hizo una pausa - El caso es que quiero que me puedas acompañar, ya sabes como soy con el dulce - Dijo medio avergonzada, Aiko se echó a reír.
- A mí me pasa lo mismo así que voy encantada ¿debo ir demasiado arreglada?
- Que va, ve tan mona como acostumbras, te recojo en media hora.
- Puedo ir en mi coche.
- Vale, te veo en media hora en la estación.
- De acuerdo, hasta ahora.
Descartó la ropa que solía usar para el instituto, se recogió el pelo hacia un lado para que se viera mejor un pendiente que adornada toda la oreja, se puso una camisa verde oscura la cual era su favorita y unos pantalones negros que alargaban sus piernas.
La estación estaba repleta de grupos de adolescentes. Tashi levantó la mano enérgicamente en la otra acera, ella cruzó al trote. Andaron unas dos calles antes de llegar a una cafetería pequeña con una fachada recubierta de madera y enormes cristaleras. El aroma volaba a través del aire haciendo la boca agua de todos los que pasaban por allí.
Tomaron asiento al lado de la ventana en una mesa rosa pastel y sillones blancos.
- Me gusta la decoración - Comentó Aiko.
- Echa un vistazo al personal y dime que no hay ningún alumno tuyo.
- Que graciosa - De todas formas miró hacia atrás, a la barra - No, aquí son todos de tu edad.
- ¡Oye! ¿Qué es eso de "tu edad"? Ni que tú fueras una niña.
- Cinco años menos - Contestó moviendo la mano abierta hacia ella mostrando sus cinco dedos mientras ambas reían.
- Bienvenidas ¿les dejó la carta por aquí? - Dejaron de reír al instante, Tashi asintió hacia el chico.
- Que guapo es - Murmuró en cuanto se dio la vuelta, Aiko chistó entre risas - ¿Qué? Mira es alto, moreno, buen cuerpo, sonrisa de infarto y lo mejor de todo ¡es de mi edad!
- Acabamos de llegar y nos van a echar ya.
- Si, ni siquiera parecemos adultas - Cogió la carta empezando a leer con interés - Los precios son bastante buenos. Pide un gran desayuno yo invito.
- No hace falta.
- No puedo recogerte, no puedo invitarte, hoy eres mi cita - Se burló con un guiño - Ya en serio, hay un especial desayuno de un café, un producto de bollería, tres galletas de mantequilla y huevo, una tostada con miel y nueces y una tacita de frutos rojos con guindas. Este sitio es maravilloso.
Pidieron dos desayunos especiales. Las bandejas que les sirvieron las dejaron sin palabras.
Aiko observaba como las nubes iban tapando el cielo azul y la gente en la calle echaba mano a las chaquetas que antes colgaban de sus brazos.
- Me dan envidia - Tashi miró donde lo hacía su amiga, un grupo de chicas reían a carcajadas.
- Eres casi tan joven como ellas.
- Ellas no - Sonrió señalando a una pareja joven que miraba un escaparate - Me da envidia el sentirme así, no he pasado eso desde la universidad.
- ¿Y el chico con el que estabas cuando nos conocimos?
- No era nada, sólo salimos un par de veces.
- Estamos condenadas a estar solas.
- Gracias, ahora el domingo tiene otro color.
Apoyó la barbilla en la mano al tiempo que volvía la vista a la ventana. Otro grupo se paró delante de la cafetería en la otra acera, Nana hablaba alegremente con otra chica incluso Sakko estaba entre ellos.
- Sólo faltaban nuestros chicos, todos los institutos de la ciudad salen por aquí. Mira el chico de negro es el que me ayudó con la puerta.
- Con eso de no dar clase en bachillerato me pierdo todo.
- Tus aventuras, mis aventuras - Dijo ladeando la cabeza en dirección a los chicos.
- Es imposible desconectar del trabajo así - Aiko se encogió de hombros ante el comentario de Tashi.
Llegaba tarde, tanto que cuando llegó todos estaban allí incluso algunos de segundo. El chico de su clase que le había invitado le saludó con la mano a pesar de la distancia, él echó a correr.
- Creía que me dijiste que venías por quedar bien - Comentó con una ancha sonrisa, Iko negó.
- No he podido salir antes, perdón.
- No importa de todas formas no hemos venido hace mucho.
- ¿Al final nos quedamos aquí o vamos a algún sitio a comer algo? - Propuso Sakko.
- Yo prefiero quedarme aquí - Respondió la chica de al lado de Nana.
Sakko miró alrededor estudiando los establecimientos de la calle de pronto su vista se detuvo en la cristalera donde desde el otro lado Aiko contemplaba el cielo.
- Yo voy a comprarme algo, ahora vuelvo.
Ese chico no le hacia ninguna gracia, siempre buscaba destacar, se quedó observando como cruzaba la calle con determinación, entonces lo odió mucho más. La vio con la mirada perdida y una taza de café en la mano que parecía no notar. Sakko entró y fue directo a la mesa de Aiko, ella le recibió con una sonrisa. Iko pensó que era un imbécil fingiendo un encontronazo, las ganas de apartarlo de ella le subieron como corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Su curiosidad le impidió mover ni un sólo músculo.
Sakko se rascaba la nuca en un gesto nervioso, ella se veía contenta con el chico. Suspiró molesto y fue a reunirse con el resto.
Tras diez minutos echó otro vistazo aunque Sakko ya había vuelto con ellos. Las dos se levantaron dejando los bolsos en la mesa por lo que volverían, en un acto que no tuvo tiempo de pensar se lanzó a la puerta de la cafetería. Por una parte en su cabeza algo le gritaba que no lo hiciera, por otra se había activado su lado valiente.