Cuando los ojos lloran, las manos quitan las lágrimas

Capítulo Ocho

  El sábado habían acordado su primera cita. Tendría lugar en la zona más alejada de la ciudad donde sus conocidos no solían ir a merodear por ningún motivo lo que les libraba de posibles miradas malintencionadas.
  Faltaban diez minutos para la hora que escogieron y él ya estaba esperando ansioso por verla a la vez que ilusionado.
  Había seleccionado su ropa con cuidado para darle una mejor imagen, desde que estuvo en su piso no tuvieron oportunidad de tratarse como algo más que alumno y profesora, quitando las llamadas que se hacían por las noches. Quería ofrecerle una cita digna de ella.

  Las campanas de una iglesia que no llegaba a visualizar desde allí anunciaba la hora en punto.
 

-¿Matsura? - se dio la vuelta ante aquella voz que no reconocía.

  Una chica de cara fina y complementos caros le miraba con la cabeza levemente ladeada a un lado mostrando la curiosidad que sentía al verlo allí. Él alzó una ceja sabiendo que la reconocía de verla en el instituto pero sin dar con el nombre. 
 

-¿Qué haces por aquí? Estás muy lejos de tu casa ¿no?
- He salido a cambiar de aires.
- La verdad es que este barrio es el mejor de la ciudad. Buenas tiendas, buenos restaurantes. Lo que me extraña es que hayas salido sólo. 
-Estoy buscando un regalo para mi hermano - Mintió examinando su alrededor - ¿Cómo te llamabas?
- Nana - Contestó en un tono frío marcando la molestia de que no la hubiera recordado.

  Aiko los vio desde la otra calle, se detuvo de medio lado para que ella no pudiera reconocerla preguntándose que hacía ella allí. Pensó en enviarle un mensaje a Iko para que se vieran en otra parte pero decidió esperar a que ésta se fuese.

  Nana se acomodó el bolso en el hombro como si así también afianzara su posición a un lado de él, Iko suspiró molesto al percatarse de sus intenciones.
 

-Bueno iré a recorrer tiendas.
- ¿De verdad? Estoy esperando a una amiga tal vez podamos ir los tres y luego tomar algo.
- No puedo tardar mucho, solo quiero encontrar algo rápido y volver. Ya sabes aquí hay grandes tiendas - Dijo con un poco de ironía yendo a la calle que se abría frente a él sacando su móvil y marcando el último número al que había llamado.

  Sus pasos eran tan rápidos que no tardaría demasiado en echar a correr. Ni siquiera despegaba los ojos del teléfono. De repente notó como una mano se entrelazaba con la suya que casi hizo que su móvil cayera al suelo, con un suave tirón se vio corriendo por una calle amplia, levantó la cabeza confundido por la situación viendo delante una melena negra que se movía con las olas invisibles del aire. Si era con ella no pararía ni un segundo de correr.   Disminuyeron el ritmo cuando la gente con la que se cruzaban cada vez eran menos hasta que poco a poco su carrera pasó a ser un paseo. Ninguno soltó la mano del otro al contrario Iko apretó sus dedos a los de ella. Tras unos minutos por fin intercambiaron una mirada.
 

- Siento que hayamos tenido que vernos así, no tenía ni idea de que ella viniera por aquí. Encima ha empezado a hablar de tiendas y de su amiga...- Aiko soltó una pequeña risa haciendo que se quedara en silencio en mitad de la frase.
- No hay ningún problema. Mejor que haya sido así sino quizás ella nos habría visto y nosotros no. De todas formas yo he llegado un poco tarde, perdona - Él negó quitándole importancia.

  Siguieron el camino con el silencio como acompañante entre ellos. Con cuidado Aiko dejó caer su mano a un costado dejándolas libres, Iko miró su mano vacía y acto seguido desvío sus ojos hacia ella que andaba con la cabeza alta y una expresión demasiado seria.
 

- ¿Qué ocurre? 
- Nada.
- ¿Estás incómoda conmigo? -De inmediato se giro para mirarlo pero mantuvo el ritmo de sus pasos - Me has soltado de repente. 
- Creo que no es lo más conveniente que nos vean así al fin y al cabo pueden reconocernos.
- ¿Tan malo es lo que hacemos que ni tan siquiera puedo darte la mano? Quiero ser como el resto de las parejas. Es mi primera relación - Aquella última frase salió en un mero susurro, tan inocente que hizo que ella se sintiera culpable.
- Iko - Esperó a que la mirase pero no lo hizo - No es nada malo pero para los demás está mal visto. Si la diferencia de edad fuera al revés no habría tantos problemas, pero añade el hecho de que soy tu profesora.
- ¿ Y qué pasaría si dejo el instituto? ¿Seguirán prohibiéndolo? 
- No quiero que hagas eso ni por mí ni por nadie.

  Iko detuvo sus pies en seco. Estaba enfadado con todos pero no podía ponerla en una situación así. Ella se aproximó con una leve sonrisa.
 

- Si quieres lo cancelamos por hoy. 
- No ¿podemos estar en tu casa un rato? - Preguntó con total timidez sabiendo que sus palabras podían aparentar tener otros propósitos que no buscaba. Alzó un poco la cabeza - Sin malas intenciones.

  Aiko empezó a reír a la vez que acariciaba con dulzura la cabeza del chico. 
 

- No pensaría eso de ti, tranquilo. Es una buena idea ahí podemos hablar cómodamente.

  Pasada una hora ambos llegaban al piso, ella llevaba una bolsa en una mano con algunas cosas para la cena. Esta vez él la acompañó a la cocina donde juntos prepararían las cosas puesto que había comenzado a anochecer. Era la primera vez que compraban juntos y después sería su primera cena. Iko se preguntó si su vida junto a ella iba a ser así, haciendo todo ambos y sintiéndose tan feliz como lo era en ese momento. 
 

- Que pensativo estás - Dijo cuando entró a la cocina.
- Pensaba en nosotros. 
- ¿Puedes darme ese plato?
- ¿Tú nunca lo has pensado?
- ¿En tres días debo pensarlo? 
- Tres días dan para mucho pero ¿has llegado a plantearte cómo sería un futuro para nosotros? 
- Sinceramente si y pienso que tal vez no haya un futuro cierto hasta que no cumplas la mayoría de edad y eso no será hasta verano. ¿Tú no te has parado a pensar todo lo que tenemos en contra? Realmente da miedo.
- No me importa nada salvo tú. 
- Aún te queda mucho, pero mejor dejemos este tema para otro momento.



#39047 en Novela romántica

En el texto hay: amor romance

Editado: 24.11.2019

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