Me parecía raro evitarla sabiendo que ya nos habíamos visto y aun así pretendíamos que no pasó nada, ese abrazo y beso en la mejilla, no podía dejarlo pasar. María estaba viéndome desde su lugar en ese campo verde que se movía con la brisa del viento, un olor a frescura recorría el lugar de canto a canto, tomé una foto con el celular, pero la vista se hacía cada vez más hermosa con cada minuto que pasaba.
- El alba ya se acercaba, ¿Vienes aquí muy seguido? – Pregunté sin mirarla, solo me importaba contemplar el cielo cuando salga el sol.
- Es mi lugar favorito desde que era pequeña, siempre vengo aquí cuando necesito descansar o pensar en algo que voy a hacer, es hermoso ¿verdad? – Ella respondió con gentileza y tranquilidad, pero sentí que había que hablar de lo sucedido el día anterior.
- Quiero hablar contigo acerca de lo que paso ayer llegando a…
- ¿Porque a ella? – Ella me interrumpió con una voz quebrada, sentía el sollozo mientras me acercaba a ella. – No sabes nada de nosotros, quería hablarte, pero soy muy tímida, sé que en estos días has sentido algo por mí también, ¿Por qué me tratas como si fuera alguien que no merece nada? – Ella volteó y pude ver como una lágrima descendía por sus mejillas.
- María no fue mi intención hacerte pensar que sentía algo por ti, pero no lo siento, no soy bueno haciendo este tipo de cosas, no quiero que te ilusiones conmigo – Me senté junto a ella, y ella me miró fijamente a los ojos. – Basta por favor, no puedo.
- Tal vez si me das una oportunidad puedas darte cuenta de lo que siento, sé que es extraño, pero puedo demostrártelo – Su intención estaba clara, pero no podía sentir lo mismo que sentía por Ayla. Le di un abrazo, pero ella se alejó y logró colocar sus labios junto a los míos, ese beso no duro ni 2 segundos.
- No, lo siento, solo han pasado días desde que te conozco y vivo en tu propia casa, no quiero que esto pase a más por favor, eres una linda chica, pero no puedo corresponder lo que sientes. – Me alejé dejándola sola en el suelo junto al amanecer. Me sentía mal por haberla dejado de esa manera, pero en mi corazón sabía que hacia lo correcto.
Caminando hacia la casa pude ver como una pequeña niña me llamaba “großer Onkel” (tío grande) repetidas veces, una niña muy simpática de unos 2 años saltando y señalándome.
- Großer Onkel!! Großer Onkel!! Sehr glücklich!! – Esas frases si me sonaron familiares, me estaba saludando educadamente, y eso me hizo sonreír tiernamente hacia la pequeña niña, así que le pregunte su nombre.
- Wie heißt du? – a lo lejos podía ver a su madre Agatha, hermana de Ayla, y a Albert. Recordé que Ayla me contó que tenía una sobrina, pero no recordaba bien su nombre. Pero sabía que se trataba de ella, pues en la casa había unas fotos familiares donde reconocía claramente a Agatha y una bebé en ese entonces. Pero me parecía curioso que la pequeña me llame “Tío”.
- Ich heiße Letizia – Al escuchar su nombre me acordé en seguida de todas las pequeñas historias de la traviesa Leti y su perrito Poko.
Saludé a Agatha por primera vez así que entablamos una conversación bastante tranquila ya que su esposo era de España y ella viajaba mucho a ese país.
- Mucho gusto soy…
- Sasha, ¿Verdad?, mis padres me han contado de ti y sobre lo que pasó, quiero que sepas que estoy muy agradecida por ese pequeño gesto hacia nuestra familia y en especial por Ayla. – Al parecer era conocido en ese aspecto, sentía un poco de vergüenza pues después de todo.
- Bueno, sinceramente no hice mucho, solo tuve buena intención. – No sabía que decir exactamente, después ya en la sala de la casa pude conocer más a Agatha y a la pequeña Leti, el momento se puso más tranquilo, cuando de repente entró María con una bolsa de vegetales, solo saludé y se metió a la cocina mientras que Leti iba detrás de ella saltando y cantando una canción de niños.
Ahora que recordaba no había visto a Ayla en toda la mañana y ya se acercaba la hora del almuerzo, así que pregunté a su padre, pero él simplemente alzó los hombros como quien dice: “Yo no sé nada”. Y bueno me dio un poco de risa el gesto que hizo y solté una pequeña carcajada en frente de todos, y entonces Agatha pregunto de que me reía.
- Es que no vi a Ayla en toda la mañana, y me dio risa el gesto que hizo tu padre al alzar los hombros.
- Ah bueno, mi padre siempre ha sido muy carismático y risueño, pero al parecer estos días que has estado aquí está más contento de lo habitual. Por otro lado, no te puedo decir donde está Ayla, porque me pidió exclusivamente que no te dijera nada. – Esa última frase lo dijo sonriendo muy sospechosamente, y la verdad mi imaginación voló muy lejos de la conversación, me imagine a ella y a mí en un gran salón muy lujoso, con adornos en las paredes, arañas de cristal y oro en las columnas, ella y yo bailábamos el Vals de las Flores de Tchaikovsky, hermoso, yo con un traje negro y pajarita, mientras ella vestía un hermoso vestido de gala color dorado, con hermosa falda larga adornada con brillantina…