Tiziana despertó y se sentó frente a la computadora mientras desayunaba. Como todos los días, ingresó al Twitter y empezó a leer los comentarios de sus seguidoras, a contestar algunos y compartir otros, sabía que así las chicas la sentían cerca y eso las ponía contentas, además, era lo mínimo que podía hacer por ellas. Todavía le impresionaba que estén tan pendientes de su vida y que la siguieran de la forma en que lo hacían. Nunca pensó que llegaría tan lejos y las quería a pesar de no poder conocerlas a todas. Una hora era lo que se tomaba para hacer aquello cada día.
Cuando acabó solía salir a sentarse al balcón de su departamento, allí se tomaba unos minutos para meditar o simplemente respirar el aire limpio de la mañana. Era la única hora en la que estaba tranquila y sola. Javier, su novio, ya se había ido a trabajar y ella tendría que hacerlo en un par de horas más, por lo que esos momentos eran «sus» momentos, los únicos en los que podía relajarse y pensar, o no pensar en nada y ser solo esa chica que a veces tanto extrañaba: una chica con miedos, con sueños, con ganas de salir y divertirse, con ganas de llorar, con ganas de vivir experiencias únicas como cualquier otra. Una chica común y corriente, con defectos y virtudes.
Hacía un par de años atrás, ella solo soñaba con ser una cantante profesional y poder vivir de la música. Estudió para ello, se preparó, y con bastante facilidad, lo logró. Gracias a un reality show dio un salto a la fama, y era consciente de que había miles de chicas que tenían el mismo sueño que ella, pero sin embargo no habían tenido su suerte, por lo tanto, se sentía agradecida con la vida. Sin embargo, con todo eso de su lado, no se sentía del todo feliz. Su vida no era como la soñó, y aun teniendo a millares de niñas gritando su nombre, se sentía sola, no tenía a nadie con quien hablar de sus cosas personales, y aunque seguía conservando la mayoría de sus amistades, casi todos se habían alejado, porque su poco tiempo no le permitía compartir con sus amigos los momentos comunes de la vida como un cumpleaños o un casamiento. De pronto, ya nadie compartía su mundo desde cerca, todos seguían sus vidas, así como ella seguía la suya, y sentía que cada vez se alejaba más de todo lo que un día le perteneció.
La única amiga con quien no había dejado de hablar con la misma frecuencia era Fiorella, ella era su compañera desde el colegio y había sido testigo de lo mucho que trabajó y luchó por sus sueños. Fio estaba también persiguiendo los suyos en la facultad de odontología, solo que estaba en otra ciudad, aun así, conservaban la amistad y habían logrado vencer no solo a la distancia, sino también al tiempo y a los diferentes mundos en los que ambas vivían.
Luego estaba Javier, su novio desde hacía dos años. Él también se dedicaba al ambiente artístico y por eso, en cierta forma, la entendía. Vivían juntos desde hacía un año, pero desde que eso sucedió estaban más distanciados que nunca. Él no parecía entender lo que ella sentía y cuando intentaba contarle de su soledad, a él le parecía ilógico dado que estaba rodeada de muchas personas y era admirada por muchas más.
«!Ey! ¿Cómo te trata la vida?». Le preguntó Fiorella en un mensaje que la sacó de sus cavilaciones.
«Bien, muchos ensayos, ya sabes. La gira está por empezar». Respondió Tiziana.
«¡Vi la publicidad! ¡Vas a venir a la ciudad! Pienso ir a verte, que lo sepas». Escribió Fiorella adjuntando un corazón de color rojo.
«Más te vale, estarás conmigo en el vestuario y podremos hablar largo y tendido». Afirmó la muchacha.
«¿Cuántos días te quedas? No veo la hora de volver a verte, Tizi».
«Ni yo, te extraño muchísimo. Me hace falta uno de tus abrazos rompe huesos. Me quedo solo tres días, no es mucho, pero te prometo que tendrás toda mi atención y nos haremos de tiempo para ponernos al día». Dijo Tiziana con toda la intención de aprovechar esos días para contarle a su amiga acerca de sus pensamientos oscuros sobre la soledad. A veces solía mencionarlo, pero por mensaje nunca era igual que en persona.
«¡Más te vale!».
«De todas maneras aún falta un mes. Uff… ¿Y por allá? ¿Qué tal todo? ¿Qué hay de nuevo?». Preguntó deseando de corazón poder adelantar el reloj.
«Nada nuevo, estudio y más estudio. Me estoy preparando para los exámenes».
«Fuerza, ya no queda nada, Fio. Estás por terminar la carrera, al fin tendré odontóloga gratis».
«Con todo el dinero que haces vendiendo esos discos y esas entradas para tus conciertos, me parece que tendrás dinero suficiente para pagarme, así que no seas tacaña, amiga. Recuerda que tú eres la famosa y yo la amiga pobre». Bromeó.
«No exageres, tampoco es para tanto». Añadió Tiziana sin evitar reír, aunque Fiorella estuviera lejos, era como si la escuchara decirle aquello.
«¿Te diste cuenta lo que valen las entradas para primera fila? ¿Has notado lo que deben pagar esas chicas que quieren conocerte en el M&G? ¡Oh, amiga! ¡Estás estafando a las chicas! Las pobres solo pueden pasar un par de segundos y tomarse una foto por todo ese montón de dinero, menos mal que yo no debo pagar para verte, porque si era así, ya me hubiera buscado otra amiga». Fiorella le mando un montón de emoticonos que reían en medio de muchos billetes y corazones.
«Ja ja ja. ¡Qué chistosa! ¿Sabes lo que cuesta montar un espectáculo y salir de gira? No es como si toda esa plata fuera a parar a mi bolsillo. Y con respecto a lo de buscarte otra amiga, no lo hagas, por favor». Pidió Tiziana agregando un emoticono de manos que se juntan e imploran.
«Tonta. No sabes lo orgullosa que me siento de ser tu amiga, gracias a ti puedo saborear la fama, tengo un montón de seguidoras en todas mis redes sociales que comentan cualquier cosa. Soy famosa solo porque somos amigas y tú subiste un par de fotos nuestras, me siento importante. Incluso cuando acabe la carrera, podrías hacerme una promoción entre tus chicas». Dijo Fiorella y Tiziana rio, la frescura de su amiga era como una brisa en medio de un día caluroso.