Cuando me haya ido

6. Contacto

Fiorella no pudo dejar de pensar en la historia que le contó Diego, no sabía si era cierto o no, y no había tenido demasiado tiempo de investigar, pero debía decírselo a su amiga.

«Tiziana, cuando leas este mensaje contéstame, es urgente». Mensajeó con la esperanza de que su amiga no se tardara tanto.

«¿Qué pasó?». Tiziana ya estaba acostada, era sábado, pero no tenía ganas de salir, había ensayado todo el día y se sentía cansada, además, Javier tenía un concierto y llegaría tarde, lo que en cierta manera le generaba tranquilidad. Podría descansar sin interrupciones, qué mejor que un poco de soledad.

«Algo muy extraño ha sucedido hoy».

«Okey». Tiziana no tenía ganas de jugar a la detective, por lo que mandó ese mensaje y esperó a que su amiga respondiera.

«Bueno, hoy un chico me mandó una solicitud de amistad en Facebook, lo acepté porque era un chico, no tenía tu foto en su foto de perfil y se notaba que no tenía quince años. Además, miré su perfil y vi que es de aquí, así que pensé que podría ser algún compañero de facultad o alguien a quien no recordaba, ya sabes lo despistada que soy…».

«Aja... Y ¿quién es?». Quiso saber deseando intrínsecamente que su amiga no diera tantas vueltas.

«Es un desconocido que está intentando comunicarse contigo por todos los medios y no lo logra».

«¿Conmigo?».

«Sí, como lo oyes (bue, mejor como lo lees) ... Dice que su hermana de dieciséis años está con leucemia y su sueño es que la sigas en Twitter, dijo que si lo haces ella podrá darte una carta que te ha escrito y que es todo lo que desea. También me dijo que él quiere llevarla a tu concierto aquí en dos semanas, y que quiere contactarte porque el sueño de la niña es un abrazo tuyo. Añadió que no sabía cómo su hermana soñaba con el abrazo de una desconocida, pero que necesitaba hallarte para que le ayudaras a cumplirle el sueño antes de que fuera demasiado tarde…».

«¿Y cómo sé que es cierto?».

«Sigue a la niña, no te cuesta nada hacerlo, así te fijas si es cierto. Lee lo que publica».

«Ok... ¿Y luego? Un par de veces ya me mintieron con estas cosas, la gente es capaz de inventarse una enfermedad mortal solo para conocer a sus ídolos».

«Él me dijo que si quería me presentaría a la hermana para que vea que es cierto, pero en el poco tiempo que he tenido hoy, me he dedicado a stalkearlo un poco y por lo que vi en su perfil, es cierto, amiga... Tiene fotos de su hermana sentada en silla de ruedas, sin cabello, con cables en las muñecas y soplando unas velas en un pastel. Son fotos antiguas, así que me parece muy raro inventar eso solo para conocerte…».

«Okey... ¿Y qué me recomiendas hacer?».

«Voy a averiguar el usuario de la niña y comienza por seguirla en Twitter. Luego yo veré con él cómo podemos hacer. ¿Crees que, si averiguo la veracidad de todo esto, podrías conocerla cuando vengas? Me da mucha pena... dice que están solos, que sus padres han muerto en un accidente hace cinco años, tienes toda esa posibilidad de hacer feliz a alguien amiga. Eso es bueno…».

«Si... encárgate de eso. Si es cierto conoceré a la niña cuando este por allá, por supuesto que lo haré».

«Eres buena, eres una gran persona, por eso eres mi amiga».

«Tú lo eres».

***

Ese lunes, cuando Diego llegó del trabajo y se conectó un rato —como de costumbre—, vio un mensaje pendiente.

«¿Diego, estás ahí? Cuando leas esto dame el usuario de tu hermana en Twitter que Tiziana va a seguirla».

El corazón comenzó a galoparle con fuerza con la sola idea de imaginar la emoción de Silvia.

«Gracias, Fiorella, su usuario es @silvita_bonita16».

Cerró la computadora y fue a bañarse. Luego, ya más descansado, pasó por el cuarto de su hermana y la encontró dormida. Entonces, fue a la cocina a preparar la cena y en eso estaba cuando escuchó un grito agudo. Asustado, dejó caer los cubiertos que tenía en la mano y corrió a la habitación de Silvia.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? —preguntó ingresando con premura.

—¡Tiziana me sigue! ¡No lo puedo creer! No sé cómo sucedió, no sé cómo paso. Solo sé que me sigue y es la verdadera porque es la cuenta verificada —decía señalando la pantalla—. ¡Dime que no estoy soñando, Diego! ¡Dime que no me morí y estoy en el cielo!

—¿Por eso estás gritando así? —preguntó él acercándose a su hermana para observar la pantalla.

—¿Te parece poco? —inquirió ella con sorpresa—. Todo el fandom me está felicitando y algunas me preguntan cómo lo hice... ¡Y yo no hice nada! —añadió dando pequeños brincos en su silla. Diego sintió su felicidad y la besó en la frente.

—Entonces envíale la carta que quieres enviarle —añadió alentándola—. La cena estará lista en media hora.

Silvia asintió y cuando Diego salió del cuarto, ella buscó en sus archivos aquella carta que había escrito y releído un millón de veces a la espera de poder enviársela.

«Tiziana:

No sé cómo agradecerte esto que acabas de hacer, tampoco sé porque lo has hecho o como ha sucedido. Aún creo que estoy soñando y en este momento me encuentro temblando de la emoción. Llevo mucho tiempo queriendo escribirte, queriendo contarte cuán importante eres para mí... Quizá no sea nada raro lo que yo quiero decirte, quizá todas te dicen lo mismo, pero para mí es importante, y no quiero irme de este mundo antes de que tú lo sepas...

Mi nombre es Silvia y tengo dieciséis años. Vivo en Las Margaritas con mi hermano mayor, Diego, él cuida de mí porque mis padres han fallecido en un accidente hace casi cinco años atrás. Hace dos años me detectaron leucemia, así que estoy luchando, aunque ya sé que la guerra está perdida. Mi cuerpo ya no tiene fuerzas para seguir por mucho más tiempo, pero no tengo miedo, sé que al otro lado me esperan mis padres, estoy segura de eso.




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