Cuando me haya ido

11. Nuevos Amigos

Tiziana arreglaba sus cosas en la habitación que compartiría con su amiga en esos días, mientras Fio investigaba los detalles del baño y juntaba los jaboncitos y demás para su colección.

—Está guapísimo el Diego —dijo como si nada para calibrar la respuesta de su amiga.

—Sí, la verdad es que sí —aceptó Tiziana sin poder sacarse aún el aroma de aquel chico—. Y voy a decirte algo más, cuando lo vi, cuando me miró, sentí algo... como si nos hubiéramos conocido antes, como si encajáramos… Me sentí rara…

—¿Rara bien o rara mal? —preguntó Fio saliendo del baño para mirar a su amiga. Tiziana se había sentado en la cama y observaba el vacío.

—Rara bien, muy bien. Siento como que lo conozco de siempre... no sé. Pero quizá solo son cosas mías... qué se yo... Ya sabes que soy un poco loca —admitió levantándose e intentando volver a lo que hacía.

—Mmmm. A eso se le llama química, ¿no lo crees? —preguntó sentándose al lado de la maleta de Tiziana.

—¡No! Nada que ver —se apresuró a decir Tiziana antes de sentarse en la cama también—, o qué se yo...

Fiorella sonrió, le agradaba ver a su amiga así de confundida, sabía que no era muy fácil que admitiera algo tan simple como que le agradaba ese chico con el que llevaba hablando más de lo que había hecho con cualquier otro.

—Aprovecha estos días y diviértete un poco —dijo tomándole de la mano para darle confianza.

—¿Ves que no se puede hablar en serio contigo? —sonrió Tiziana con nerviosismo.

—No estoy diciéndote nada malo, Tizi. No te pongas a la defensiva. ¡Vamos! Está guapísimo, si no lo tomas tú lo tomo yo... —añadió para alentar a su amiga.

—Tengo novio, te lo recuerdo.

—Cruzando la frontera ya no es infidelidad —sonrió Fio guiñándole un ojo.

—¿Y eso quién lo dijo?

—¡Lo digo yo! —respondió la muchacha, Tiziana negó y Fio sonrió—. ¡Dale, amiga! ¡Diviértete! —Le arrojó una almohada.

—¡Estás loca! Claro que no —negó Tizi.

—Bien, si no te interesa, hazte a un lado y déjamelo a mí —añadió Fiorella cruzándose de brazos para ver la expresión de Tizi.

—No. ¡Déjalo tranquilo! —Tiziana la apuntó con el dedo índice. De solo pensar en su amiga besándose con Diego sintió una punzada desconocida en su estómago.

—Ahhhh ¿ves lo que te digo? ¡Lo quieres para ti! ¡Lo quieres para ti! —empezó a reírse y a canturrear Fiorella.

—No es eso…

—¿No? cpreguntó y la miró con las cejas levantada esperando a que le dé una respuesta convincente—. Entonces eres una egoísta, ¿no te parece? Que tú no quieras divertirte no quiere decir que el resto no…

—¡No maduras más! —interrumpió Tiziana arrojándole otro almohadón.

—¡Tú eres una amargada! —agregó Fio haciendo lo mismo.

***

Mientras tanto, Silvia estaba sentada en la cama mirando a la pared.

—No lo puedo creer, Diego —miró a su hermano—. ¿Cómo lo conseguiste? —dijo tocando el collar que Tizi le había regalado.

—No importa, tú solo disfruta estos días, cumple tus sueños —murmuró él, estaba acostado en su cama observando el techo.

—Es linda, ¿verdad? —le preguntó Silvia.

—Es hermosa —sonrió él.

—Te gusta, lo sé —respondió ella.

—¡Estás loca!

—Sé que te gusta por la forma en que la mirabas —sonrió—. Nunca te vi mirar a alguien de esa manera.

—Deja de pasarte películas, ves muchas novelas y lees muchas historias románticas —sonrió él—. Solo me pareció admirable el gesto que tuvo para contigo.

—¿Te imaginas ser novio de una chica como ella? —le preguntó.

—Tiene novio, se llama Javier y es un rockero —respondió él volviendo a perder su mirada en el techo y preguntándose cómo sería ese chico.

—¿Y desde cuando sabes tanto de su vida? —quiso saber Silvia con verdadera curiosidad.

—Desde que hablé mucho con ella toda la semana para organizar esto —respondió él con normalidad.

—¿Tú hablaste con ella toda la semana y no me lo dijiste? —inquirió Silvia levantándose y mirándolo al pie de su cama.

—Sí, hablé por Facebook y por teléfono —sonrió con diversión ante la expresión de su hermana.

—¿Tienes su número y no me lo dijiste? —inquirió ella aún más sorprendida—. Te voy a matar, Diego.

—Era todo para darte una sorpresa —dijo él con una gran sonrisa y se sentó para que ella se sentara a su lado—. Quería decírtelo, pero imaginaba tu cara cuando la vieras y la emoción que sentirías y…

—Gracias, es la mejor sorpresa de mi vida —dijo abrazándole—. Nunca olvidaré esto, Diego. No tengo palabras, gracias otra vez.

—No hay nada que agradecer, Silvia —susurró él besándole la frente—. Haría lo que fuera por ti y por verte feliz —murmuró. Silvia no dijo nada más, solo se quedó allí encerrada en su abrazo, Diego sintió un nudo en la garganta, el mismo que sentía cada vez que el miedo a perderla lo inundaba—. Solo quiero que seas feliz… —añadió—. Disfruta mucho de estos días.

—Por supuesto que lo haré —asintió ella.

***

Cuando Diego y Silvia bajaron al restaurante del hotel, vieron a Tizi y a Fio sentadas frente a una mesa, la última les hizo gestos con la mano para que se acercaran. Silvia estaba emocionadísima, prácticamente corrió hasta allí.

—Disculpen si tardamos —susurró Diego sintiendo de nuevo los nervios en el estómago al ver a Tiziana—. Es que Silvi no se decidía cuál de las pañoletas combinaba mejor con su vestido—. Silvia se cubría su cabeza con pañoletas ya que la quimioterapia le había dejado sin su hermoso cabello.

—Es culpa de Diego —interrumpió Silvia—. Yo no sabía que íbamos a quedarnos aquí y él preparó mi maleta. No puso nada decente ni que combine —sonrió encogiéndose de hombros.

—Muy mal, Diego. Cero sentido de la moda —comentó Fiorella y todos sonrieron.

Se sentaron a la mesa y cada uno ordenó lo que quería.




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