Cuando me haya ido

15. EL show

Durante el show, todo salió como era de esperarse. Fiorella, Diego y Silvia lo vieron desde un costado del escenario. Mientras Silvia lloraba de la emoción y Fio la abrazaba, Diego estaba absorto en sus pensamientos, disfrutando por primera vez de ver cantar y bailar a la chica que estuvo a punto de besar. No podía dejar de pensar en lo maravillosa que era, en lo fantástica y buenísima artista, en lo mucho que le agradaba su presencia.

—¿Qué piensas tanto? —preguntó Fio en el intermedio.

—No sabía que era tan buena —respondió él encogiéndose de hombros.

—¡Es genial! —agregó Silvia.

Fiorella le dio dos golpes en el hombro a Diego y le habló al oído.

—Yo sé que te gusta. —Luego le guiño el ojo. Diego se giró para verla y decirle algo, pero Tizi llegó con una toalla al cuello y una botella de agua en las manos.

—Chicos, ¿qué tal? —preguntó.

—¡Magnífico, increíble, alucinante! —Silvia empezó a decir.

—Sí, sí… todo eso —interrumpió Fiorella divertida—. Estás genial, como siempre…

—¡Qué bueno que les esté gustando! —agregó y miró a Diego esperando sus palabras—. Voy a volver al escenario —dijo ante el silencio del chico.

—Ni siquiera puedes hablar —le volvió a susurrar Fio al oído—. Eso es grave.

—¡Ya basta! —le dijo éste mirándola y Fio se echó a reír.

El show continuó y él siguió perdido en todo lo que aquella chica con quien ahora hablaba como un amigo era capaz de hacer en el escenario.

Cuando todo terminó, y luego de las felicitaciones correspondientes, Diego y Silvia fueron en esperar a Tiziana hacia atrás del Teatro, que era la salida por la cual ella vendría. Fio acompañó a su amiga al camerino para que se cambiara.

—Diego esta loquito por ti —dijo la muchacha mientras le ayudaba a bajar el cierre del vestido.

—¿Por qué lo dices?

—Por su forma de mirarte como tonto todo el espectáculo.

—Bueno… Hoy… estuvimos a punto, pero a punto de besarnos —informó Tiziana como si fuera algo normal y Fiorella pegó un grito agudo.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Cuando te fuiste, hablamos, le pedí que me abrace... luego de eso, y cuando estábamos muy cerca entro Saúl y nos interrumpió —comentó y no pudo evitar la frustración en su voz.

—¡Voy a matar a Saúl! Sabía que debía dejarlos solos. ¿Qué te pasa con él? Ya dime la verdad. ¿Cómo está eso de que le pediste que te abrazara?

—No lo sé, Fio... Me pasa de todo cuando estoy cerca de él. No puedo explicarlo, pero esto no puede ser, yo tengo novio, ni siquiera somos de la misma ciudad y nuestras realidades son distintas... o sea... no puede ser...

—No lo pienses, Tiziana. Por una sola vez en tu vida no lo pienses, solo siente. Déjate llevar por un instante, ¿ok? Diviértete hoy y lo que quede hasta que se vaya —insistió Fiorella.

—No... Esa no es mi intención —respondió la muchacha negando con la cabeza—. No quiero una aventura de una noche y que luego perdamos contacto, solo quiero seguir hablando con él por mucho tiempo… no quiero perderlo. Tampoco quiero hacerlo sufrir, Fio, ya sufre demasiado…

—Bueno, en eso tienes razón… Y todo esto suena interesante y peligroso. El chico me gusta, es un buen hombre y me encanta como cuida a su hermana, pero… ¿te das cuenta de que puedes meterte en problemas? —inquirió.

—Creo que los problemas ya los tengo en mis pensamientos —afirmó Tiziana y Fiorella negó, a pesar de todo lo que podía suceder le agradaba lo que estaba sucediendo y lo feliz que se veía su amiga.

Una vez cambiada, salieron y se encontraron con Diego y Silvia para luego subir al automóvil que los llevaría al hotel.

—¿Quieren ir a cenar a algún lado? —preguntó Tizi.

—¿Podemos comer pizzas? —preguntó Silvia.

—¡Claro! —sonrió Tizi—. ¿Dónde quieres ir?

Silvia les dio algunas ideas y al final decidieron ir a una pizzería no muy conocida para pasar desapercibidos. Estuvieron por un buen rato conversando sobre el concierto, aunque en realidad Diego solo sonreía y miraba embobado a su hermana que parecía no terminar de creer lo que le estaba sucediendo. Comentaba cada una de las músicas, cada uno de los movimientos que hizo o de las cosas que Tiziana dijo.

—Silvia, creo que vas a terminar asustando a Tiziana. —Añadió de pronto poniéndole una mano en el hombro—. Estás como un poco obsesionada, hermanita. —Todos rieron.

—No te preocupes, Diego, me gusta escucharla... —Tiziana se encogió de hombros—. Suelo leer a las chicas y sé cómo piensan, pero tenerla aquí, convivir con ella y que me hable de esta forma me hace sentir muy especial, muy querida de verdad.

—Eres especial —interrumpió Silvia—. ¡Y muy querida, además! —agregó emocionada—. Si supieras todo lo que escriben las chicas, si pudieras leer todas las cartas o ver todos los dibujos, sabrías que hay chicas que viven de tu sonrisa, que hay gente que cree que eres la salvación a su mundo, chicas con problemas profundos de diferentes clases que con solo escucharte o ver tu foto se sienten mejor, es así, eres importante para mucha gente... y cambias vidas sin siquiera saberlo... —Silvia sonrió y Tiziana emocionada, se limpió los ojos húmedos por las lágrimas que casi comenzaban a caer.

—Siempre pensé que eran chicas que no tenían nada que hacer en la vida —admitió Fiorella—. No lo había visto de este modo… Amiga, haces algo bueno en la vida… —añadió.

—Son chicas normales con diferentes realidades. Para muchas ella lo es todo —informó Silvia a Fio—. Mi vida misma sería más oscura y deprimente si no estuviera ella todos los días, diciendo algo que me hace reír o subiendo una foto, si no tuviera su música para refugiarme. Sé que suena extraño, pero así lo siento y creo que es válido para mí y para muchas chicas de mi edad que pasan cosas difíciles.

Todos quedaron un rato en silencio, como analizando sus palabras.

—Gracias por estos días —continuó Silvia—. Gracias por este sueño. Sé que hay miles de chicas que anhelan esto y lastimosamente lo único que me hizo poder cumplirlo es tener un pie en el otro mundo, pero algo bueno tenía que tener todo lo que vivo, ¿no? —añadió con tristeza—. Me has permitido vivir momentos que nunca olvidaré.




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