Cuando me haya ido

16. Beso

Cuando Diego llegó a la piscina, ella ya estaba allí, sentada en una de esas reposeras y cubierta con una manta lila con mariposas blancas.

—¿Qué pasó? —preguntó acercándose, no sabía a qué se debía la llamada y le generaba cierto interés.

—Nada… Necesitaba hablar con alguien —respondió ella.

—Dime... —dijo él sentándose justo en la reposera de al lado.

—Me puse a pensar en Silvia y todo lo que me dijo y me quedé triste... ¿No hay nada que podamos hacer, Diego? —preguntó ella y él se encogió de hombros—. Algún tratamiento…

—Ya probamos todo. De a poco está perdiendo la batalla. A veces pienso que ella quiere perderla, que se quiere ir porque está segura de que se encontrará a nuestros padres... y porque siente que es como una carga para mí —dijo con tristeza—. Pero eso no es así, yo daría mi vida por ella, hubiera preferido que ella estuviera sana y estar yo en su lugar.

—No digas eso —susurró Tiziana—. Las cosas pasan por algo y cada uno de nosotros tiene una misión en esta vida —se encogió de hombros—. Silvia es joven, pero es muy sabia.

—Las dificultades que atraviesa la han hecho madurar más rápido.

—Es probable… Quiero que me avises lo que sea, Diego, esto es en serio, lo que necesites y para lo que pueda ayudar, prométeme que lo harás. Que no te harás el machito orgulloso y me avisarás si necesitas algo... —insistió.

—Si te refieres a dinero...

—Me refiero a todo... —interrumpió—. Desde dinero a hacerte compañía para cuidarla siempre y cuando pueda viajar hasta donde están, ¿me entiendes? No es por ti... es por ella —bajó la mirada.

—Está bien —respondió él con ternura y quedaron en silencio hasta que Diego habló—. Me sorprendiste hoy, verte en el escenario dominando plenamente todo ese show, a toda esa gente... Escucharlos gritar tu nombre. Te vi ahí, tan lejos... y ahora estas acá, en pijamas y tan cerca... —musitó.

—Yo soy esta Diego, esta que ves aquí, alguien normal. Viviría en pijamas y con el pelo hecho un desastre... —añadió con una sonrisa.

—También eres esa chica que brilla en el escenario, como una estrella inalcanzable para muchas, como dijo Silvia —acotó él.

—No es así. Es solo mi pasión, mi trabajo, mi arte, pero no soy inalcanzable.

—Llegar a ti no ha sido fácil —aseguró él.

—Tú lo has hecho —respondió Tiziana—. Y no me refiero a llegar físicamente a mí... Haberte conocido es una de las mejores cosas que me pasaron en los últimos tiempos —sonrió—. Quizá pienses que es tonto, pero es lo que siento. Tú has llegado a mí en muy poco tiempo.

—Tú también a mí, Tizi. No me parece nada tonto, yo también lo siento. Quiero hablar contigo a toda hora, contarte cualquier mínima tontería que me suceda en el día o escuchar que es lo que has hecho tú... —Se encogió de hombros.

Tizi se levantó y acercó la reposera para que quedaran juntas. Luego volvió a sentarse y recostó su cabeza en el hombro de Diego.

—Siento como si te conociera de toda la vida —murmuró ella.

—Es curioso, pero siento lo mismo —respondió él y la besó en la frente. Un beso natural que ni siquiera fue planeado.

—Pienso que es un poco loco todo esto, no nos conocemos de nada, hablamos solo por internet y hace dos días que nos conocimos en persona, pero me siento tan bien a tu lado, tan segura, tan tranquila y protegida… —Se acurrucó más hacia él y él la rodeó con el brazo.

—Yo siento que eres fantástica, no puedo encontrarte ninguna falla por más que la busque... ahora entiendo por qué todos dicen que eres perfecta.

—No seas tonto, estoy lejos de serlo —sonrió ella.

—Me gusta cómo eres. —Se animó a confesar él.

Ella levantó la cabeza para mirarlo.

—¿Te gusta? —le preguntó—. ¿En qué sentido?

—En todos los sentidos —respondió él y el silencio se apoderó de los dos. Ambos se acercaron sin dejar de mirarse y en unos instantes sus labios estaban rozándose.

—¿Vas a besarme? —le preguntó ella sin alejarse.

—¿No era eso lo que casi hicimos hoy? —susurró él.

—Ahora nadie nos va a interrumpir… —Movió sus labios rozando los de Diego.

—Eso espero —dijo él y sus labios atraparon los de Tiziana.

Ambos se perdieron por completo en un sentimiento extraño que nunca habían experimentado, un calor les inundaba el alma llenándoles el estómago de mariposas mientras al mismo tiempo les inundaba la piel y les calentaba la sangre.

El buscó con su lengua un camino hacia el interior de la boca de ella y ella lo dejó pasar. Sus lenguas se conocieron entonces y se fundieron en una danza de amor y pasión. Se separaron luego de un rato con la respiración agitada. Tiziana miró asustada en todas las direcciones.

—¿Qué pasa? —le preguntó él.

—¿Crees que pudo habernos visto alguien? —quiso saber ella.

—¿Quién va a vernos? Son las cuatro de la mañana —respondió.

—Lo sé, pero me olvidé por unos segundos de quién soy y de que siempre alguien anda buscando encontrarme en algún momento complicado... Y tú sabes... yo tengo novio… —dijo con vergüenza.

—Lo sé. Lo siento, no fue mi intenc…    

—No, no lo sientas, por favor —pidió ella y recostó una vez más su cabeza en su hombro—. Yo lo quise tanto como tú, deseé ese beso desde que nos vimos por primera vez —admitió y Diego sonrió—. Solo que tengo miedo, siento que estoy haciendo algo mal, que me pueden descubrir... Yo nunca hago solo lo que siento.

—Te entiendo, preciosa, pero hoy aquí, estamos solo nosotros, ya mañana regresaremos a la vida real —agregó él—. Tú tienes tu mundo y yo el mío, no somos compatibles... pero hoy aquí, todo es perfecto.

—Pero seguiremos siendo amigos luego, ¿verdad? —preguntó ella.

—No pienso alejarme de ti —prometió él—. Seré el mejor amigo que hayas tenido en toda tu vida, podrás contarme todo, confiarme todo. Podrás contar conmigo siempre —añadió.




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