La despedida se sintió rara para ambos. No hablaron mucho por el camino, pero no se notó demasiado ya que Silvia no paró de hablar y de agradecer a Tizi una y otra vez por todo. Fio, Diego y Silvia la acompañaron a tomar el vuelo para la siguiente ciudad de su gira.
Tizi miraba Diego mientras él no la veía, quería recordar cada parte de su rostro y recordar el sabor de sus labios en los miles de besos que se repartieron la noche anterior. Pero de pronto, él giró la mirada y sus ojos se encontraron con los de ella que, sonrojada, bajó la vista. El siguió mirándola, era hermosa, era perfecta, le hubiera gustado estar en el lugar de Javier, que ella fuera su novia y que todos sus besos y sus caricias, fueran para él.
Perdidos ambos en sus cavilaciones, ninguno se dio cuenta de que Fio les estaba hablando.
—¡Ey! Estamos acá —dijo moviendo los brazos para llamar la atención de los chicos.
—Perdón, ¿qué paso? —preguntó Tizi toda sonrojada.
—Nada... Que te decía que en dos meses es mi cumpleaños y quería saber podrás venir —respondió la muchacha mirándolos con ironía.
—Sí, claro... O sea, lo intentaré, lo sabes —sonrió Tiziana.
—Ok, eso espero —respondió la chica guiñándole un ojo.
—A ver una última foto —pidió Tiziana disponiéndose a sacarse una selfie con los chicos.
—Ahora todos me envían solicitudes de amistad —dijo Silvia con emoción—, desde la foto que subiste.
—Acostúmbrate —añadió Fiorella—. Es un infierno.
Una voz anunciaba que los pasajeros del vuelo de Tizi debían abordar así que ella se despidió de sus amigos. Abrazó a Fio por largo rato, le agradeció por todo y prometieron verse lo antes posible. Luego abrazó a Silvia y al separarse la miró con ternura.
—No te rindas, Silvia, tú sabes que todo es posible —sonrió—. Solo tenemos que creer, ¿sí? Lucha ¿Me lo prometes?
—Sí, Tizi, gracias de nuevo. Por todo… por tanto —respondió la muchacha cargada de emoción.
—Estaremos en contacto y me avisas lo que necesites, ¿ok? Somos amigas ahora, no lo olvides —murmuró besándola en la frente.
—Claro —sonrió—. Tú también, cuentas conmigo —dijo la muchacha.
—Diego —sonrió entonces y lo miró.
—Sil, vamos un rato —dijo Fio llevando a Silvia de la mano—. Acompáñame al baño.
—¿Ahora? —preguntó Silvia algo confundida.
—Ahora, me hago encima —dijo Fiorella estirándola. Silvia estaba tan emocionada que no acababa de comprender lo que sucedía.
Fiorella las alejó unos metros y entonces ambas miraron de reojo a la pareja.
—¿Qué pasa entre ellos? ¿Lo sabes? —le pregunto Silvia comprendiendo al fin que la muchacha solo quería darles privacidad.
—No... Pero de que algo pasa, estoy segura —sonrió Fio.
—Anoche Diego salió tarde de la habitación y volvió cuando ya amanecía —comentó Silvia—. Él piensa que yo dormía, pero lo sentí…
—¿En serio? —preguntó Fio con curiosidad—. Yo duermo fuerte, no sé si Tiziana salió o no… Pero es extraño eso, ¿crees que se encontraron?
—No lo sé, pero sé que a él le gusta, solo que cree que no es suficiente para ella —añadió con gesto triste.
—¡Qué tonto! Ella no es así —respondió Fiorella cruzándose de brazos. Silvia se encogió de hombros—. Volvamos —agregó.
Durante el tiempo que se habían apartado, Diego abrazó a Tiziana a modo de despedida. Al principio le había dado vergüenza hacerlo, pero sabía que era la última vez que se veían, así que pensó que no tenía nada que perder.
—Es raro lo que voy a decirte, pero voy a extrañarte —susurró solo para que ella lo escuchara.
—Yo también —sonrió ella—. Anoche... fue...
—Fue fantástico... como toda tú lo eres —completó él—. Prométeme que vas a cuidarte y que disfrutarás de todos los lugares que visites.
—Te prometo que te mandaré fotos de los lugares a donde voy y que me comunicaré todos los días. ¿Está bien? —preguntó ella con una sonrisa en la boca.
—Sí… Cuídate, por favor —insistió dándole un beso en la frente.
—Tú también, y no olvides que debes avisarme cualquier cosa de Silvi. Escríbeme, háblame, cuando desees, Diego… —pidió.
—Por supuesto —sonrió y entonces se alejaron.
Ambos quedaron mirándose por largo rato, hasta que las chicas regresaron. Los dos querían más, volverse a besar, quizá, pero eso no era posible ya.
La voz metálica del aeropuerto llamando para abordar los sacó de su ensoñación, Tiziana entonces levantó la mano a modo de saludo y con una sonrisa que contenía sus lágrimas y las ganas de quedarse un poco más, se marchó.
***
Pasaron dos semanas de aquellos momentos y la vida de ambos volvió a la normalidad. Diego volvió a su aburrido trabajo y Tizi a sus ensayos y presentaciones. De todas formas, se hablaban por mensajes a cada rato y se contaban cada detalle de sus vidas, incluso los más insignificantes. De alguna manera, con la distancia de por medio, ambos hicieron omisión de sus sentimientos, nunca tocaron el tema de la noche de besos y se esforzaron por ser solo amigos.
«¿Entonces Javier se encuentra contigo esta noche en París?». Preguntó Diego en un mensaje.
«Sí... llega en un rato». Contestó ella.
«¡Que romántico!... París y el amor».
«No sé si quiero que venga, en realidad, pero no le puedo decir que no».
«Pero si habías dicho que querías que te viera en el escenario y todo aquello».
«Lo sé... No me hagas caso, ni yo misma me entiendo, Diego, soy complicada».
«No lo creo. Todos somos complicados, Tizi. Y cambiando de tema, Silvia me dijo que hablaron en estos días». Dijo antes de que la conversación se volviera pesada. Solía suceder eso cuando hablaban de Javier.
«Sí, me contó que estuvo internada tres días, pero me dijo que ya está mejor. ¿Está mejor en serio?».
«Sí, solo fue un resfriado, pero tú sabes que en su estado todo es peligroso, por eso decidieron internarla».