Tiziana se recostó en su cama, desde allí podía ver la noche por la ventana que estaba cerca. En el oscuro y limpio cielo una luna blanca, gigante y redonda iluminaba el mundo. Pensó que era esa misma luna la que iluminaba a Diego en ese momento, y quiso subirse a ella, a mirar desde allí hacia donde estaba él, para ver qué estaba haciendo, para buscarlo.
Llamó a Fiorella.
—¿Qué te pasa que llamas tan tarde? —preguntó Fio adormilada del otro lado de la línea—. ¿No deberías estar dándole la bienvenida a tu aburrido novio o ya ni eso quiere hacer? —añadió con ironía.
—Yo no quiero que pase nada —susurró—, no puedo hablar fuerte, está en el living viendo tele.
—¿Qué? ¿Por qué no quieres? —quiso saber su amiga.
—Besé a Diego la otra noche, nos besamos toda la noche en realidad —aceptó con un hilo de voz.
—Hasta que al fin te dignas a contarme —sonrió Fiorella con satisfacción.
—No puedo estar con Javier porque no puedo sacarme eso de la cabeza, me siento culpable besando a Javier.
—A ver... ¿Te sientes culpable porque engañaste a Javier o no puedes besarlo porque no se te borran los besos de Diego?
—Ya empezamos —replicó Tiziana hastiada—. Buscaba que me ayudaras…
—¿Ya empezamos qué? te lo estoy preguntando bien, para tratar de entender lo que te pasa —respondió Fio—. Creo que estás demasiado susceptible.
—Diego no me ha escrito más. ¿Y si se enoja? ¿Y si se aleja?
—¿Te das cuenta lo desesperada que estás? Escríbele tú entonces. ¿Para qué te torturas?
—No... No lo haré... —Negó como si su amiga pudiera verla.
—¿Qué tal esa noche? ¿Qué tal sus besos? ¿Cómo paso? —preguntó Fio con curiosidad sin insistirle más para que lo buscara.
—No lo sé, sólo paso... Lo deseábamos los dos. Dijimos que sabíamos que no podíamos ser nada más, pero que esa noche sería mágica y única, hicimos un pacto de no alejarnos nunca y lo sellamos con el beso.
—Ahh que romántico… e infantil —añadió Fiorella con sorna.
—¡Basta! ¿Para qué quieres que te cuente si vas a burlarte? —amenazó Tiziana sin dejar de susurrar.
—Perdón, continúa —dijo su amiga mordiéndose los labios para no volverse a burlar de su amiga y su desesperación.
—Fue simplemente genial, Fio, en sus brazos siento que todo es tan... No sé qué voy a hacer —añadió tomándose la cabeza con la mano en la que no tenía el celular.
—¿Por qué no empiezas por cortar con ese novio que tienes? —preguntó Fio—. Sería un buen comienzo, Tizi. Luego puedes ver a dónde llegas con Diego, ¿no?
—No podemos ser nada con Diego, nuestras vidas son demasiado distintas, Fio… No es real.
—¿En serio? ¿Acaso te importa eso Tizi? ¿Te importa lo que él es o no es?... No me digas que sí porque te desconozco, amiga. Además ¿qué hay más real que lo que estás sintiendo ahora? —preguntó Fiorella con tono cariñoso.
—No... No me importa eso, pero a él sí, siempre está sintiéndose menos que el resto y, por sobre todo, mucho menos que yo... y es desgastante. No sé cómo explicártelo, parece que no tiene mucho sentido cuando lo digo, pero no funcionaría, yo lo sé. Sin embargo, siento que lo necesito en mi vida... lo necesito cerca, y prefiero tenerlo de amigo a no tenerlo. ¿Tiene sentido? —inquirió con inseguridad.
—No mucho, pero dime: ¿por qué lo necesitas tanto si lo conoces hace menos de una hora? —preguntó con exageración.
—No lo sé, tampoco lo puedo explicar… Es algo que solo siento —respondió Tiziana sin evitar sentirse un poco tonta.
Ambas quedaron en silencio, pero el sonido de un mensaje en su computadora personal la trajo de nuevo.
«Tizi ¿estás ahí? Discúlpame por todo, no puedo estar enojado contigo... Ya siento que te extraño. Sé que seguro estás con él ahora, pero cuando leas esto, por favor escríbeme».
—¡Me escribió! —Tizi sonó feliz contándoselo a Fiorella y le leyó el mensaje.
—Seguro estás con él —rio Fiorella—. El pobre ni se imagina que no puedes hacer nada porque estás pensando en él, pero estará muerto de celos.
—Ya, Fiorella —dijo Tizi—. Voy a dormir, hablamos mañana. Gracias por escucharme.
—Sí...ahora se dice a dormir, sabemos que vas a hablar con él. Chau, descansa, y gracias por despertarme —dijo Fiorella segura de que su amiga le mentía.
—Te quiero, lo sabes.
—También yo. Cuídate.
«Hola Diego. Discúlpame tú a mí. Mira, solo quiero que te veas como lo hago yo o como lo hace Silvi... como la gran persona que eres».
«¿Está Javier contigo?».
«Está en el living viendo tele».
«¿Qué clase de novio tienes?».
«¿Qué? ¿Por qué?».
«¿Prefiere la tele a estar contigo?».
«Bueno… Digamos que yo no quería estar con él».
«¿Y eso?»
«No me sentía muy bien... Me dolía un poco la cabeza».
«Jajajajajajajajaja».
«¿Que te da risa?».
«Usas la misma excusa que todas... Pensé que serías algo más creativa ya que eres artista».
«Que chistosito».
«¿Se pelearon?».
«No... pero no le gustó mucho la idea».
«Lo entiendo».
«Sucede que él se aparece ahora con ganas de hacerme caso cuando miles de veces antes me ignoró a lo grande. No estamos bien como pareja, no se puede olvidar todo y dejarse llevar por el momento».
«De vez en cuando esta bueno dejarse llevar, eso lo aprendí hace poco...».
«¿Sí? ¿Quién te lo enseñó?».
«Una chica bellísima e increíble que conocí».
«¿De verdad? Cuéntame, ¿cómo fue?». Tiziana sentía que el corazón comenzaba a latirle muy fuerte y las manos le sudaban.
«Fue lindo, fue increíble... ¿Sabes? Es la chica más hermosa del mundo y tiene la boca más sabrosa que he probado».
«¿Y por qué no estás con ella?».
«Porque es imposible, ella pertenece a otro mundo».
«¿No crees que dos mundos puedan juntarse en nombre del amor?». —Tiziana no daba crédito a lo que hablaban, nunca habían tocado el tema de aquella noche y, menos, habían hablado de amor.