Cuando me haya ido

20. Solo amigos

 

Era cerca de la media noche y Diego no podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama pensando en lo que le había dicho Silvia. Quizá tenía razón, quizá podría dejar de racionalizar todo y dejar de negar sus sentimientos. Quizá podría darse una oportunidad a sí mismo y a lo que estaba sintiendo.

Mientras tanto, Tizi tampoco lograba conciliar el sueño, giraba sobre sí misma una y otra vez mientras pensaba que no quería perderlo y que hacía dos días que no conversaban. Luego, se regañaba a sí misma por sentir esa especie de obsesión que sentía por Diego. Sin embargo, su necesidad de hablarle fue más fuerte, así que tomó su celular que se encontraba en su mesa de luz dispuesta a comunicarse de inmediato. En ese mismo instante, Diego decidió enviarle un mensaje.

«Hola... te extraño». Dijeron los dos en un mensaje enviado al mismo tiempo.

«Diego... yo...».

«Está bien... no importa, no te disculpes».

«¿Cómo sabías que lo haría?».

«No lo sé... Yo solo quiero decirte que todo está bien, no quiero estar peleado contigo».

«Ni yo... Lo estuve pensando y quizá tienes razón, será mejor que dejemos de lado toda esta confusión de sentimientos y nos enfoquemos solo en esta amistad tan linda que tenemos Diego... yo no quiero ni puedo perderte».

Diego sintió que no era eso lo que quería en realidad, que no quería ser solo su amigo, que ser amigo siempre sería una limitante, siempre lo mantendría en su vida solo hasta un punto, y él quería más. Quería estar a su lado, cuidarla y protegerla, admirarla, besarla como aquella noche, pero era cierto, era mejor detenerse antes de empezar y ella al fin lo había entendido, quizás al darse cuenta de que él no podía darle lo que ella necesitaba.

«Me parece bien, me parece lo mejor». Aceptó como si escribir aquello le doliera en el alma.

Algo en Tizi esperaba que él le dijera que no, que él quería ser más que su amigo, que quería que lo intentaran. Pero no, él no quería eso, era obvio, y si ella no lo quería perder, sería mejor que aceptara de una vez esa realidad.

«¿Cómo estás con lo de Javier?». Preguntó Diego para cambiar de tema.

«Bien, estoy bien, era lo mejor, siento que puedo ser yo misma de nuevo».

«¿Hasta cuándo te quedas en Francia?».

«Mañana es el concierto y regreso pasado. Todavía me quedan cinco meses más antes de que terminen los conciertos».

«¿Y luego de eso qué viene?».

«Vacaciones».

«Genial, ha de ser muy desgastante lo que haces, es bueno que descanses».

«Sí... playa, arena y sol no le vienen mal a nadie».

«¿Y vas a ir al cumple de Fio?, hoy me dejó un mensaje invitándonos a Silvi y a mí».

«Sí, voy a ir, pero no puedo quedarme mucho, su cumple caerá jueves y yo el sábado tengo un concierto. Viajo ese jueves, me quedo con ella hasta el sábado en la madrugada y vuelvo a volar para llegar justo para el concierto».

«Genial, estará súper feliz ¿ya lo sabe?».

«Sí, de hecho, ella lo quería festejar el sábado pero le dije que si era así no estaría y por eso lo cambió"

«Ahh muy bien, entonces nos veremos, ¿no?». La sola idea de volver a verla hacía revolotear su corazón.

«Sí... nos veremos... ¿Y cómo esta Sil?».

«Bien... está bien, no ha tenido ninguna recaída en estos días, quizá tanta felicidad le hizo bien».

«Me alegra saber eso».

«No le digas que te conté, pero conoció a un chico, y está muy entusiasmada con él, hablan mucho por mensajes, pero me preocupa».

«¿Hermano celoso? No te veía de esa manera, Diego». Dijo ella sonriendo para sí.

«No... no son celos, es que no quiero que sufra. No sé si el chico entienda lo que a ella le pasa».

«¿Dónde lo conoció?».

«Lo conoció en clases de fotografía».

«¿Clases de fotografía? Me parece que Silvia no me está contando mucho de su vida últimamente».

«Me pidió tomar esas clases, me dijo que amaba la fotografía y que le gustaría poder tomar clases. Son un poco caras, pero».

«Tú no puedes decirle que no».

«No, es la chica de mi vida... No puedo decirle que no a nada».

«Diego. ¿Cómo estás cubriendo eso? ¿Y ella tiene cámara?».

«Tiene una cámara pequeña, no puedo comprarle una profesional, pero le expliqué al maestro su situación y la dejan participar con esa cámara. Y no te preocupes por el costo de las clases, puedo con eso». Respondió sintiéndose un poco incómodo.

«Bien Diego, quizás eso la esté haciendo feliz, y me parece genial que haga algo que le gusta. Y con respecto a lo del chico, déjala vivir, Diego, si sufre, también déjala sufrir. No la puedes tener en una burbuja para siempre, ella quiere sentir, quiere disfrutar del amor como cualquier chica de su edad, y tú sabes que disfrutar del amor también implica sufrir, pero eso no le hará daño. Tú a veces la tratas como si ella ya no estuviera aquí, no sabes cuánto tiempo vivirá, déjala vivir».

«Tienes razón, solo me da miedo... No me cuenta nada, cuando hablan sonríe y me oculta las conversaciones. ¿Puedes hablar con ella? Tú eres una chica y ella confía en ti, si tú le hablas estaré más tranquilo».

«Por supuesto, Diego, cuenta con ello... Gracias por la confianza».

«¿Hablamos mañana, Tizi?».

«Sí, Diego, hablamos mañana».

***

Cuando Tiziana despertó al día siguiente, y luego de pedir el desayuno al cuarto. Se conectó al Twitter como siempre para saludar a sus seguidoras. Luego entró al usuario de Silvia en Instagram y vio algunas fotos de las que había estado tomando, eran lindas, aunque se notaba que no eran tomadas con una cámara buena. De todas formas, sus fotos estaban llenas de vida, mostraban flores, animales, personas, en situaciones que exaltaban la vida, una madre amamantando a un niño, el pimpollo de una rosa esperando florecer. Eran imágenes muy bonitas.




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