Cuando me haya ido

21. Regalo

Alguien hacía sonar el timbre una y otra vez, Silvia atendió mientras Diego se bañaba.

—¿Hola? —saludó un chico con gorra roja que traía un paquete en la mano y se encontraba en el umbral de la puerta.

—¿La señorita Silvia Roa?

—Sí, soy yo —respondió ella algo confusa.

—Tengo esto para usted —. El muchacho le pasó la caja—. ¿Puede firmar aquí?

Silvia firmó en el papel que el muchacho le pasó y entró al departamento sin dejar de mirar la caja por todos los ángulos. La abrió impaciente y no pudo creer lo que allí había.

Inmediatamente las lágrimas brotaron de sus ojos.

—¿Quién era? —Diego, envuelto en una toalla, salió junto a su hermana.

—Me trajeron esto —sonrió Silvia—. ¡No lo puedo creer!

Diego se acercó a mirar lo que había en la caja y negó con la cabeza.

—No puedes aceptarlo —afirmó con seguridad.

—¿Estás completamente loco? Es el último modelo, es la más nueva, es la mejor que hay. Y es para mí, porque el muchacho dijo que era para la señorita Silvia Roa y esa soy yo, Diego

—¿Y quién crees que te la envió? —preguntó él llevando las manos a la cintura.

—No sé, no lo había pensado... solo disfruto de mi regalo —respondió ella sacando la cámara de la caja y empezando a revisarla.

—¡Guárdala! Te dije que la devolveremos, esa cámara sale más que todo lo que gano en un año —exclamó Diego con irritación.

—Diego, no exageres, no la voy a devolver.

Diego salió enfadado de la habitación y tomó su teléfono y llamó a Tiziana por video llamada. Se sentó en la cama y esperó con impaciencia a que lo atendiera, quería verla y que ella viera lo enfadado que estaba.

—Hola —saludó ella desde el otro lado de la línea.

—No vamos a aceptar ese regalo —dijo enfadado y con firmeza—, ya le dije a Silvia que te lo devolveremos.

—¡Diego, no seas ridículo! —exclamó ella ofendida.

—No necesitamos que nos tengas lástima, Tiziana —añadió.

—¿Vas a empezar de nuevo con toda esa tontería? Dios, eres un estúpido Diego, es algo que hace feliz a tu hermana. ¿Acaso no la quieres ver feliz? —preguntó molesta.

—Sí, pero no así. Yo te dije que no se la podía comprar porque eres mi amiga. Te lo conté como puedo contarte que tengo hambre, no para que tú la compraras. ¡No te dije eso para que tú hicieras algo al respecto!

—¿Sabes? No todo gira en torno a ti. ¡Esto lo hice por ella! Silvia también es mi amiga y yo hago regalos a mis amigos, si no me crees, llamas a Fiorella y se lo preguntas —zanjó molesta.

—¡No lo vamos a aceptar, Tiziana! Me dices donde lo regreso.

—No la voy a aceptar de regreso, ¿entiendes? Si no lo quieres dásela a alguien, véndela, tírala, pero yo no la voy a aceptar de nuevo. Si eres feliz sacándole la felicidad a tu hermana, allá tú —dijo muy enfadada.

—¿Cómo puedes decirme eso? ¿Cómo puedes decirme que quiero ver triste a mi hermana? ¿Acaso no sabes lo que ella significa para mí? —respondió él con indignación.

—Lo que sé es que eres un orgulloso y un egoísta. Estás montando todo este circo porque te sientes ofendido, porque piensas que yo te tengo lástima y que por eso lo hice. Mi gesto mata tu orgullo de machote, y eres un egoísta porque estás pensando solo en ti, en vez de pensar en ella y en lo feliz que se encuentra en este momento —gritó Tiziana.

—¡Contigo no se puede hablar! ¿Crees que por ser famosa y tener dinero puedes comprarte el mundo? No es así, Tiziana, todavía hay gente que tiene dignidad, yo no soy ninguna de esas niñas que te siguen, no soy tu fan, no necesito tus favores ni tu lastima. A mí no me importa un comino quién eres, solo...

—¡Vete al infierno, Diego! —murmuró Tiziana con rabia y cortó.

Diego salió enfadado de la habitación y fue junto a Silvia como para quitarle la cámara, pero la vio sacando fotos por todas partes de la casa con una sonrisa que por poco no iba de una oreja a la otra. Se sentó en el sofá y se tapó la cara con las manos, lo había echado todo a perder. Tiziana estaba enfadada.

—¿Fue Tizi? —preguntó su hermana que seguía sacando fotos.

—Sí... y nos hemos peleado —añadió.

—¿Por qué?

—Porque dije que no aceptaríamos la cámara.

—Pero eso no es cierto, no pienso dártela —añadió la muchacha.

—Lo sé... fui un estúpido...

—Oye, Diego... —dijo Silvia acercándose a su hermano—. ¿Le hablaste por video llamada? – preguntó.

—Sí, ¿por? —Su hermana sonrió.

—Porque te ves sexy en esa toalla y todo mojado. Creo que a Tizi le habrá encantado la vista —añadió Silvia con una sonrisa pícara justo antes de tomarle una foto a Diego sonrojado como un tomate al darse cuenta de aquello.

***

Tiziana, aún enfadada, estaba acostada en su cama conversando con Fio.

—Entonces se volvieron a discutir los amiguis —afirmó Fiorella con un suspiro.

—Sí, es un imbécil, esta vez no le hablo hasta que no se disculpe —respondió Tiziana con seguridad.

—De cierta forma es normal que reaccione así, siente que lo compadeces… —dijo Fiorella tratando de hacer entrar en razón a su amiga.

—No lo compadezco, ni pensé en él cuando compré la cámara, solo pensé en ella, te lo juro —se excusó Tiziana.

—¿Y estaba muy enojado? —preguntó Fio.

—Estaba súper enojado y súper sexy —sonrió Tizi al recordar la imagen.

—¿Sexy? ¿Te parece sexy que esté enojado? ¿Quién eres? ¿Anastasia Steele?

—La verdad sí me parece sexy cuando se enoja, porque mueve las cejas de una forma como mmm no sé, pero no es eso… Me llamó y estaba con el torso desnudo y mojado, el pelo también lo tenía mojado, supongo que salía de la ducha. Tuve que hacer un esfuerzo para concentrarme en la conversación —susurró Tiziana y su amiga se echó a reír.

—¡Woooowww! Eso sí que es caliente... Diego es tan...

—Shhhh no hables así de él, me perturbas —interrumpió Tiziana.




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