Se separaron luego de un largo rato de saborearse por completo la boca. Ambos respiraban agitados y se sentían confundidos.
—Discúlpame —dijo Diego avergonzado.
—Diego, deja de pedir disculpas, soy grande, sé lo que hago, sé lo que quiero, y lo disfruto tanto como tú, ¿okey? —añadió Tiziana con una sonrisa.
Diego asintió, y luego tomó su rostro entre sus manos para acariciarlo con ternura.
—Nunca he visto a alguien tan hermosa como tú en mi vida —dijo y besó con ternura sus ojos, su nariz y sus mejillas—, si tan solo yo pudiera estar a tu altura, Tiziana. Si tan solo yo…
—Shhh —murmuró ella colocando su dedo sobre los labios de Diego—. No arruines este momento con tus inseguridades, por favor —añadió y luego con su dedo índice dibujo el contorno de sus labios—. Te extrañé mucho, demasiado.
—Esto es una locura —dijo él abrazándola de nuevo.
—Volvámonos locos entonces —comentó ella y buscó sus labios para volver a besarlos.
El teléfono sonó sacándolos a ambos de esa burbuja en la que se encontraban. Diego contestó.
—¿Hola?
—¿Diego? —Era Fiorella—. ¿Sabes algo de Tizi? No me responde los mensajes ni me contesta las llamadas. Debía haber llegado ya…
—Sí, ella… Bueno, ella está acá —respondió y miró a Tiziana encogiéndose de hombros.
—¿Quéeee? —gritó Fiorella—. ¿Está contigo?
Diego le pasó el teléfono a Tiziana e hizo un gesto como si su amiga le hubiera lastimado el oído.
—Hola —saludó Tiziana.
—¡Estúpida! ¿Dónde estás? yo estaba preocupada —regañó ella y en eso una chica ingresó con unas carpetas a la oficina de Diego.
—Vine a sorprender a Diego —respondió Tizi—. ¿Por qué no vienes y salimos de compras un rato? Así eliges tu regalo. Te espero acá en media hora.
—Ok, ya voy —respondió la muchacha y colgó. Si alguien le decía la palabra regalo, todo lo demás dejaba de importarle.
—Te voy a dejar trabajar —dijo ella y bajó del escritorio—. Voy a salir con Fio a buscar el regalo, es nuestra tradición, ella elige lo que quiere.
—No sé si podré trabajar luego de esta sorpresa —añadió y la tomó de la mano.
—Si me piensas mucho luego de que me vaya, estaré más que halagada —respondió guiñándole un ojo.
—Ven aquí —dijo Diego y la tomó por la cintura para volver a besarla—. No puedo parar, no puedo dejar de besarte —añadió entre besos.
—No quiero que dejes de hacerlo —contestó ella.
Un rato después Fiorella abrió la puerta sin golpear y sorprendió a su amiga sentada en el regazo de Diego y abrazándolo mientras veían algo en la pantalla de la computadora.
—Bueno, bueno —dijo al pasar y cerrar la puerta—. ¿Juegan a la secretaria y al jefe? o ¿al doctor y la enfermera?
—No seas ridícula —dijo Tizi levantándose—, solo veíamos un video que me hizo una fan y nos reíamos de las fotos que pusieron.
—¿Diego me dejas sentarme en tu regazo así veo el video también? —sonrió Fiorella y Diego rio incómodo.
—Ya vamos —añadió Tizi levantándose y tomó de la mano a su amiga hasta llevarla hasta la puerta—. Te veo esta noche —dijo despidiéndose de Diego y él solo le guiñó un ojo.
***
Tiziana y Fiorella fueron hasta un centro comercial y empezaron a probarse mil y una ropas.
—¿Qué pasó? —le preguntó al fin Fiorella—. ¿Lo hicieron en la pequeña oficina? —inquirió.
—¡Estás loca de remate, amiga! —exclamó Tiziana con gestos exagerados—. No hicimos nada.
—¿Se besaron al menos? ¡Dime qué pasó! —insistió Fiorella impaciente.
—No pasó nada, ya te lo dije —insistió Tiziana y caminó más rápido para evitar más preguntas, hasta que luego de un rato después se dio cuenta que iba sola. Se giró y vio a su amiga parada mirándola con los brazos en jarra, caminó de nuevo hacia ella—. ¿Qué pasa?
—No me gusta que no me tengas confianza, Tizi, yo te cuento todo con detalles siempre —Tiziana puso los ojos en blanco.
—Entré, no estaba, me senté en su escritorio para mirar sus fotos. Entró, le dije que quería un abrazo, me abrazó... quedamos en una posición un tanto comprometedora, nos abrazábamos y de repente lo sentí... —dijo bajando la voz para que nadie las escuchara.
—¿Sentiste qué? —preguntó Fio entusiasmada.
—Fiorella ¿quieres que te haga dibujitos? —la miró con reprobación.
—Ok... se excitó... y ¿qué paso?
—Pues le dio vergüenza y se alejó, dijo que estaba avergonzado y que no quería faltarme al respeto.
—Ahhh… Pero tú sí querías que te faltara bien al respeto... y lo más salvajemente posible —añadió con diversión.
—¡Eres una tonta! —exclamó Tiziana fingiéndose ofendida.
—Dime que no tengo razón —la desafío su amiga.
—El caso —continuó Tizi sin tomarse por aludida— es que le dije que no me molestaba, y le di a entender que yo me sentía igual...
—¡Caliente! —gritó Fiorella.
—¡Shhhhh! —La calló Tiziana mirando al rededor—. ¿Por qué tienes que ser tan explícita?
—¿Por qué no puedo serlo? ¿Acaso no es algo natural?
—Bueno... terminamos besándonos, una y otra vez. Eran besos fuertes, Fio, muy intensos —sonrió al recordar—. Entonces llamaste tú —añadió encogiéndose de hombros.
—Oh, lo siento amiga, pero te lo recompensaré, lo prometo.
—¿Qué quieres decir?
—Déjalo a mi cargo.
—No hagas nada, Fio, te lo advierto —dijo amenazando.
—Vamos, quiero ese zapato que vimos más atrás —dijo Fiorella cambiando de tema y andando hacia la tienda.
***
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