Cuando me haya ido

28. Secreto

Diego la miró confundido, habían llegado muy lejos y en todo momento ella pareció desearlo, ¿que acababa de suceder? Se levantó de prisa y sin decir palabras se vistió, avergonzado. Luego la miró, ella tenía los ojos llenos de lágrimas. Se acercó a ella con ternura aún sin entender qué estaba sucediendo.

—¿Por qué lloras? —le preguntó.

—¿Estás enfadado conmigo?

—Nunca me enfadaría contigo. Pero ¿por qué lloras? Dímelo... somos amigos —añadió.

—No lo sé... De verdad no lo sé. Me siento mal, no quiero que pienses que te he rechazado —agregó en un sollozo.

—No lo pienso, hermosa —sonrió él para calmarla—. Yo sé que no eres esto, sé que no es sexo lo que buscas, por eso te dije antes que no quería. Era solo eso, ahora me entiendes, ¿verdad? No quería que te sintieras así...

—No, no me siento mal... Es decir, nunca me pasó algo así, no soy de acostarme con alguien solo por hacerlo, siempre fue algo más… y luego de un tiempo de estar en pareja... Pero entonces llegas tú y rompes todas mis barreras y mis límites. Y la verdad es que no sé qué me pasa, no lo puedo controlar, pero no quiero que pienses mal de mí.

—No podría pensar mal de ti, nunca —agregó él con una caricia en la mejilla de Tiziana—. Ahora voy a vestirte, ¿está bien? —inquirió. Juntó entonces cada una de sus prendas y la vistió con delicadeza mientras le llenaba el cuerpo de dulces besos.

Sin hablar más del tema, salieron y se dirigieron a casa de Fiorella, donde ya los esperaban para ir a almorzar. Tiziana y Diego iban de la mano y aunque vieron a las chicas no se soltaron, ellas lo notaron intercambiando una mirada secreta.

Fueron a almorzar y conversaron acerca de la fiesta del día anterior y después de la comida decidieron visitar un parque de diversiones. Silvia pidió permiso para invitar a Luis y Diego aceptó sin quejarse, quedaron de encontrarse en un centro comercial cercano al parque. Fio y Tizi fueron a comprar algo mientras Diego quedaba a solas con Silvia para esperar al chico.

—¿Tizi y tu son novios? —preguntó Silvia.

—No, solo amigos…

—Pero andan de la mano y son muy tiernos el uno con el otro —objetó la hermana.

—No lo sé, Silvi, es raro, solo no preguntes. —Ella se encogió de hombros notando que su hermano parecía incómodo.

—Ella merece que seas su novio —dijo enfadada—, no que juegues con ella.

—No estoy jugando con ella. Mejor hablemos de qué son tú y Luis.

—Él me pidió que seamos novios ayer —informó Silvi encogiéndose de hombros—, y yo le acepté —sonrió.

—¡Silvia! —exclamó Diego.

—¿Qué? Nos gustamos, ¿qué hay de malo? —inquirió la muchacha. Diego no supo responder así que ella continuó—. Deberías ser como él y pedírselo a Tizi, si se ve a leguas que es lo que quieren los dos.

Mientras tanto, Fio llevó a Tizi a un sitio desde donde Diego no las vería.

—¿Qué es lo que quieres comprar? —le preguntó Tizi.

—Nada... solo quiero hablar, no puedo seguir así en la duda, ¿qué paso? Y no me digas nada, porque andan de la mano, ¿ya salen? —preguntó Fio con ansiedad.

—No... Solo somos amigos Fio, pero pasaron muchas cosas... En resumen, casi lo hicimos...

—¿Casi? ¿Casi, casi? —preguntó con sorpresa.

—Sí. Casi, o sea a punto… pero me detuve... —admitió y bajó la vista.

—¿Por qué?... —preguntó Fio.

—Estaba muerta de ganas desde anoche, pero él no quiso, dijo que éramos amigos y que no quería faltarme al respeto y todo eso, de que él me valora y cosas así. Pero esta mañana otra vez casi sucedió, y llegamos a estar a punto de hacerlo, en eso, quise decirle algo... casi se lo dije... y entonces me detuve... Lo cierto es que me asusté.

—¿Que quisiste decirle? —preguntó Fiorella impaciente.

—Que lo amo —susurró.

—¿Qué lo amas? —preguntó su amiga desconcertada.

—Sí, eso creo... Y por eso me detuve —añadió con un suspiro.

—Ahora explícame por qué eso te detuvo. ¿No debería ser al revés? ¡No te entiendo! —exclamó.

—No lo sé, Fio, me confundió. Mira, él no siente así por mí y me sentí tonta por enamorarme como boba de él. Y si lo hacíamos, luego me sentiría peor, porque para él no habría significado lo mismo que para mí, ¿se entiende? —inquirió.

—Ya, pero ¿cómo lo sabes? —preguntó Fiorella—. ¿Cómo sabes que él no siente lo mismo que tú?

—Porque por algo él no lo quería hacer, por algo me decía que no me quiere lastimar. Él lo sabía…

—Dios, Tizi, no creo que sea así. De todas formas, ¿estás segura de que lo amas?

—Sí, bueno, es raro, pero sí, estoy segura...

Fio abrazó a Tiziana sin decir nada más. Luego volvieron junto a Diego y Silvi.

—Tizi ¿podemos hablar? Preguntón entonces Silvia.

—Sí, claro, permiso —dijo alejándose de nuevo, ahora con Silvia.

—¿Qué pasó? —le preguntó.

—Luis y yo nos pusimos de novios, anoche me lo pidió, dice que le gusto y que me quiere, me besó... —Silvia se sonrojó.

—¡Wow! ¡Felicidades, Silvi! —exclamó Tizi abrazándola—. ¿Fue tu primer beso?

—Sí —respondió y bajó la mirada.

—¿Y estuvo bueno? —quiso saber Tizi.

—Sí, estuvo genial —admitió algo sonrojada.

—Me alegro mucho por ti, quiero que seas feliz

—¿Crees que él en serio puede quererme sabiendo lo que me pasa? —preguntó Silvia.

—Lo que te pasa no interfiere con tu corazón, ni con lo bella persona que eres. Él o cualquier chico puede enamorarse de ti, Silvi... —añadió mirándola con ternura.

—Gracias.

—Gracias a ti por confiar en mí.

—¿Qué pasó con Diego? —Tiziana suspiró, sabía que no iba a dejar de preguntar aquello.

—No lo sé, Silvi, es complicado —respondió sin saber qué decirle en realidad.

—¿Que pasó anoche? ¿Pasó algo? —preguntó Silvia sonriendo y Tizi levantó una ceja como sorprendida por la pregunta.

—Eso no te lo voy a contar…




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