Cuando me haya ido

34. Charla

 

Fio y Tizi caminaban por un centro comercial cargadas de bolsas y cosas que habían comprado.

—Te juro que me duele el pie Fiorella vamos a sentarnos por favor —suplicó Tiziana.

—¡Que vieja estás, amiga! —dijo Fio y se dirigió a una cafetería—, vamos a entrar ahí así descansas un poco y de paso tomamos algo.

—Me parece bien…

—¿Que pedimos?

—Quiero un cappuccino y un mixto —añadió Tizi con el menú en la mano sin siquiera abrirlo.

—Ella siempre decidida —replicó Fio mientras ella sí revisaba el menú.

—¡Siempre! —respondió Tizi guiñando un ojo.

El mozo les tomó la orden y luego se alejó de la mesa.

—Bueno, cuéntame cómo va todo con Diego —preguntó Fio.

—Bien, todo genial, nos llevamos bien, hablamos de todo, nos gustan las mismas cosas, la verdad es que nunca me sentí tan cómoda en una relación...

—Me alegra —respondió Fio—. ¿Y ya dejó de lado su mar de inseguridades?

—Al menos de momento —dijo Tizi encogiéndose de hombros—, pero sé que en algún momento volverán a surgir, lo presiento... pero bueno... ya veremos como avanzamos…

—Suenas un poco insegura… ¿Y la distancia? Eso ha de ser difícil…

—Un poco, sí. No niego que me gustaría compartir todo con él, lo que vivo a diario, las tonterías que pienso… pero ahora se va a poner a estudiar y será más difícil que estemos juntos —se encogió de hombros—, de todas maneras, es por su bien…

—Claro, es lo que él quiere, además le falta muy poco para terminar la carrera y después de todo creo que tienes mucho que ver con su decisión de salir adelante con eso —aseguró Fio.

—Sí… Está muy ilusionado… ¿Y tú? —inquirió mientras el mozo les traía sus órdenes.

—Miguel me habló, quiere que seamos novios, me dijo que estaba enamorado de mí —respondió Fio cuando el mozo ya se retiraba.

—¿Qué? —exclamó Tizi con sorpresa—. ¿Por qué no me dijiste antes?

—Porque te lo quería decir en persona —respondió ella encogiéndose de hombros.

—¿Y qué le dijiste? —quiso saber Tizi con emoción.

—No lo sé, le dije que lo iba a pensar…

—Pero, Fio… ¿Qué es lo que vas a pensar? ¡Estás enamorada de él!

—¿Cómo lo sabes?

—Porque estas hace mil años jugando ese juego con él, y, vamos, a mí no me engañas, yo te conozco, lo juegas solo porque te pasan cosas con él...

—Puede... —admitió Fio—, pero no lo quiero perder… y si no funciona…

—Bueno, es el riesgo… y en eso estamos igual. Tú me decías que me tenía que arriesgar, ¿no?

—Sí, en eso tienes razón… pero mejor háblame de cómo es Diego —dijo Fio con la intención de cambiar de tema.

—¿Cómo es? Pero si ya lo conoces…

—No... tú sabes... en la intimidad... No me has contado nada de eso —Fiorella hablaba con entusiasmo y picardía.

—¡Fio! —Tizi no pudo evitar sonrojarse.

—¿Qué? Yo te cuento todo siempre y con lujo de detalles.  

—Uf, sin que yo te lo pregunte, además —respondió Tizi y puso los ojos en blanco.

—Dale, cuéntamelo, quiero saberlo todo.

—Nada fuera de lo norma. ¿Qué crees? No es Christian Grey

—Uf, qué mal —respondió Fio con un gesto que a Tizi le dio risa.

—Estás loca, de remate —añadió—. Pero ya que lo preguntas, te puedo decir que todo es genial… me hace sentir cosas que no había sentido antes, podría estar con él todo el día… —afirmó sonrojada

—Ahhhhh, mira nada más como te tiene —exclamó la muchacha con una sonrisa.

—¿Acaso no querías saber?

—Sí… Me alegra que estés feliz y enamorada, se te ve distinta… radiante —añadió.

—Tú también estás enamorada, amiga, y es hora de que lo admitas.

El resto de la jornada la pasaron así, entre charlas, risas y secretos. Posteriormente, Tizi volvió al departamento y vio que Silvia dormía, así que fue a la habitación de Diego y se recostó allí. Cerró los ojos y pensó en él, en lo mucho que lo quería y en que todo en ese cuarto tenía su aroma. Se sentía en las nubes y no quería que esa sensación terminara, pero en el fondo tenía miedo, miedo de que los problemas, las diferencias y las distancias fueran más grandes o fuertes que el amor que sentían. Quedó dormida en medio de sus pensamientos y despertó cerca de las ocho de la noche. Diego le avisó que llegaría tarde porque iba a ir a averiguar todo lo de la universidad.

Se levantó y fue a la cocina a ver que podía preparar algo para la cena, no era muy buena en la cocina, pero le encantaba la idea de prepararle algo a su chico. Hizo algo rápido con lo que tenía a su alcance y cuando estaba terminando, oyó abrirse la puerta

—Amor —le saludó Diego y la abrazó—, no sabes lo difícil que me fue concentrarme en el trabajo hoy sabiendo que estás aquí.

—Y yo te extrañé mucho, pero pasé una hermosa tarde con Fio —respondió ella abrazándolo también.

—¿Sí? ¿Qué hicieron? —le pregunto él mientras se acercaba a la cocina a ver que había en el fuego.

—Nada, hablamos... ya sabes... ponernos al día de todo.

—¿Cocinaste? —pregunto él.

—Eso parece —sonrió ella por la obviedad de la pregunta—. Mi especialidad, pasta.

—¡Qué rico! ¿Comemos? —añadió y llevó los cubiertos para colocarlos en la mesa.

—Sí. ¿Silvia? ¿La despierto?

—No, déjala, a veces duerme mucho, es cuando se siente muy cansada, le guardaremos algo para cuando despierte —añadió.

—Está bien.

—A ver, cuéntame lo de Fio…

—Nada… está enamorada de Miguel, pero no lo quiere admitir… Él ya se lo dijo…

—¡No! ¡Al fin! —sonrió Diego—, ¿y qué le dijiste?

—Que no tenga miedo y que lo acepte, si yo sé que ella lo ama desde siempre... No sé por qué le da tanto miedo…  

—Bueno, ojalá lo acepte así salimos los cuatro, Miguel me cae bien —sonrió Diego.

—Es una buena idea, podríamos organizar alguna escapada de fin de semana entre todos —exclamó Tizi con emoción.




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