El mundo volvió a tomar su rumbo normal y las conversaciones por mensaje de texto y chat entre Tizi y Diego volvieron a ser parte fundamental del día de cada uno.
—¿Qué hiciste hoy?
—Estoy componiendo nuevas canciones para un nuevo disco, pienso mucho en Silvia en estos días…
—¿Sí? ¿Le dedicarás alguna canción?
—Sí, eso creo. Y tú ¿cómo va todo por ahí?
—Bien... hay días más fáciles que otros... A la fundación llegan todos los días niños y niñas enfermos y cada uno de ellos me recuerda a mi hermana, así que creo que la estoy recordando mucho también.
—Haces algo de valor por todos esos niños, es admirable, estoy orgullosa de ti… —comentó Tiziana.
—Deberíamos preparar algo juntos, podrías venir un día y visitarlos... estarían contentos…
—¡Suena genial! —exclamó ella—. ¡Cuenta conmigo!
—¿Cómo va la cosa con Luca?
—Bien... es un dulce, ayer me llevo a una cena romántica y comimos mucho pescado…
—Tú odias el pescado.
—Bueno, yo comí arroz —rio ella para sí—. Igual, la intención es lo que cuenta.
—Supongo… —agregó imaginándose a Tiziana en una cena romántica con otro chico y sintiendo los celos arañando su estómago.
—¿Tú? ¿Ya encontraste alguna afortunada?
—¿Sabes con quien me encontré? Con Mariela, mi antigua compañera de trabajo, casi se muere cuando se entera que estoy trabajando en la fundación y que estoy a punto de recibirme.
—¿La que estaba enamorada de ti? —preguntó Tizi.
—Sí, la misma.
—¿Y qué es de su vida?
—Anda trabajando en un hotel, tiene un bebe de un año que es un dulce, es madre soltera.
—Ah... ya veo. ¿Y la volverás a ver?
—Sí, vamos a salir el fin de semana —dijo él y Tizi sintió que una mano invisible le daba una puñetada en el estómago.
—Me alegro —mintió—. Espero que la pases bien.
***
«Hola, Diego. ¿Qué tal tu cita de ayer?». Preguntó Tizi en un mensaje de texto aquel domingo.
«Bien, fue divertido, salimos a comer y luego fuimos a bailar... terminamos bastante borrachos... pero estamos bien…».
«¿Sigues con ella?». Tizi sentía las lágrimas golpeándose para salir de sus ojos.
«Si...». Contesto él.
«Oh... lo siento, te escribo luego».
***
—Tizi, llevo un par de días sin saber de ti. ¿En qué andas? —preguntó Diego al ver que estaba conectada al Facebook.
—¿Ya te pusiste los pantalones? —preguntó ella irónica a través de la ventana del chat.
—¿Qué quieres decir? ¿Te refieres a lo de Mariela? —inquirió.
—No me hagas caso… ¿Qué tal estuvo?
—Bien, bueno… Estaba borracho, no lo recuerdo demasiado…
—Con tal que no le hayas hecho otro hijo —respondió.
—Que mal sentido del humor... Noto una pizca de ironía en tus palabras…
—Son celos, Diego —aceptó ella.
—Wow… ¿No puedo acostarme con nadie mientras tú te revuelcas con el galán de películas?
—No vayamos por ahí, puedes hacer lo que desees. Hablemos de otra cosa, conseguí espacio para viajar en dos semanas y visitar la fundación. ¿Está bien?
—Me parece genial.
—Voy a ir con Luca…
—Eso NO me parece genial —respondió él.
—Puedes invitar a Mariela y salimos los cuatro —agregó ella.
—No suena divertido…
—No todo en esta vida es divertido. Hablemos mañana, voy a dormir —añadió.
—Hasta mañana…
***
«¿A qué hora llegan mañana tú y tu brillante novio?». Preguntó Diego en un mensaje.
«Mi brillante novio y yo llegamos a las nueve de la mañana».
«Estaré ahí con el doctor Rodríguez para recibirlos y llevarlos al hotel».
«Genial, te veré allí entonces».