Cuando me haya ido

49. Distancia

Tiziana regresó con el corazón roto, pero con una firme predisposición a hacer cambios en su vida. No sabía si era el volver a verlo, el haber estado de nuevo con él, quizás el hecho de haber recordado a Silvia todos esos días, pero estaba segura de que debía recuperar el mando de su vida y organizarse, como le había dicho Fiorella. Incluso su amiga lo había logrado, había dejado de huir y se había comprometido en una relación con la persona que amaba.

Decidió hablar con Luca y le pidió un tiempo, este se molestó y le preguntó si todo eso tenía que ver con que acababa de encontrarse de nuevo con Diego y ella asintió. Enfadado, le dijo que no le daba un tiempo, que mejor cortaban de una vez. Tiziana, por su parte, respetó su decisión a sabiendas que era lo mejor y decidió tomarse un descanso para ella misma, un viaje para pasar tiempo a solas y poder pensar.

No avisó a nadie que haría ese viaje, solo a Fiorella, y aunque Diego le escribió algunos mensajes, decidió no responderle. Si algo estaba segura era de que no quería ni podía ser su amiga, y lo mejor sería tomar distancia para poder pensar.

Durante ese viaje, recordó mucho a Silvia, se preguntó dónde estaría y si sería feliz, le pidió perdón por no haber cumplido con su palabra de quedarse al lado de su hermano, pero esperaba que comprendiera que no podía forzar las cosas y su relación con Diego había tomado una dirección nociva para ambos.

Ella lo amaba, nunca lo había dudado, y quizás él también a ella, pero el amor que sentía no era suficiente para vencer sus miedos o sus inseguridades, y ella no podía hacer nada al respecto. Si había algo que había aprendido era que no se podía salvar a quien no deseaba ser salvado.

Ella se había equivocado, había lastimado a Luca en medio de su desorden y por su temor a quedarse sola, nunca lo había notado hasta que Fiorella le mencionó aquello, y quizá tenía razón, aunque no sabía bien por qué. No era que tuviera un problema con la soledad, estaba bien consigo misma y no sentía la necesidad de llenar ningún vacío, más bien se trataba del mundo en el que vivía, tan superficial y cargado de relaciones fugaces, adrenalina y movimiento. Quizás era eso también lo que le asustaba a Diego.

Independientemente de lo que sucediera en el futuro, se había propuesto un cambio, llevar una vida un poco más calmada dentro de lo que se podía y mirar, como había dicho Silvia, las cosas desde otra perspectiva.

Y regresó a su casa, retomó su carrera, decidió que una hora de cada uno de sus días sería exclusivamente para ella, para meditar, pensar o hacer alguna actividad que le agradara.

Diego, por su parte, se dio cuenta de que ella no iba a responderle y dejó de escribirle, pero la idea de perderla para siempre le generaba una angustia tremenda que se arremolinaba en su interior como si se tratara de un huracán que amenazaba con destruirlo todo a su paso.

Más adelante, por las redes sociales, se enteró de que había viajado para tomarse un tiempo, que había terminado su relación con Luca y que estaba comenzando a grabar un nuevo disco. Escuchó también el primer sencillo del nuevo álbum que hablaba sobre reconstruirse, volver a empezar y renacer de las propias cenizas, y no pudo evitar sentirse orgulloso de ella, a pesar de ya no ser parte de su mundo.

Y casi ocho meses después, recibieron una noticia inesperada. Fiorella y Miguel iban a casarse y los invitaban para la boda.

Diego sabía que vería a Tiziana.

Tiziana sabía que vería a Diego.

Pero ambos también eran conscientes de que ya no eran las mismas personas.




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