Cuando me haya ido

54. Amor

Diego no entendió la llamada de Fiorella, pero él justo escribiendo una carta que trataría de hacerle llegar a Tizi en la que le decía todo lo que sentía en realidad. Decidió escribirle esa carta porque tenía miedo de que si la encontraba cara a cara no le salieran todas las cosas que tenía para decirle. La terminó, la guardo en su bolsillo y fue a lo de Fiorella

El timbre sonó y Fiorella salió a abrir. Diego estaba en frente a la puerta ansioso por escuchar lo que ella tenía para decirle. Fiorella salió de la casa y lo empujó para cerrar la puerta, no quería que Tizi escuchara lo que tenía que decirle.

—No sé qué sucedió hoy, será alguna especie de magia que Silvia hace incluso después de haberse ido... Ella tenía una obsesión porque tú y Tiziana terminaran juntos y la entiendo, porque juntos son perfectos, pero te voy a advertir Diego, que si le haces derramar una sola lagrima más te la vas a ver conmigo, te juro que te voy a destruir y no me conoces como enemiga...

—Fiorella te juro que si ella me permite la haré feliz... solo dime si aún me ama...

—Anda, entra a la habitación de huéspedes que está en el segundo piso y pregúntaselo tú mismo

—¿Qué?... ¿Ella está aquí? ¿Por qué?

—No lo sé... llegó llorando un rato después de que te fuiste, anda, sube y no pierdas más tiempo.

Diego sintió que el corazón se le iba a salir del pecho de la emoción, de los nervios, de la adrenalina. Golpeó la puerta, pero nadie contestó por lo que la abrió con cuidado e ingresó. En el silencio escuchó su respiración acompasada y calma, supo que dormía. Se sentó a su lado y acarició su brazo con dulzura. Tiziana se sobresaltó al sentir la presencia de alguien y pegó un salto levantándose de la cama.

—¡Diego! —gritó—. Me asustaste ¿qué demonios haces aquí? —preguntó llevándose la mano al pecho.

—Podría decirte un montón de cosas, y de hecho te las voy a decir, pero antes me gustaría que leyeras esto —dijo pasándole la carta que tenía en el bolsillo. Ella la tomó y encendió la luz para poder hacerlo, no sin antes mirar a Diego con sorpresa y confusión.

«Mi único y gran amor, Tizi:

No sé cómo empezar esta carta, he decidido escribirte porque siento muchas ganas de decirte algunas cosas y creo que dejarlas por escrito es buena idea. Quizás luego te busque y te la dé, o quizás te la envíe… no lo sé, pero necesito que sepas lo que tengo para decirte.

Básicamente todo se resume en dos frases, la primera sería “Te amo” y la segunda sería “Perdóname”. Es todo lo que tengo para decirte, pero lo voy a explicar para que lo entiendas. “Te amo” desde siempre y para siempre, aunque decidas estar con otra persona yo te amaré siempre, porque tu nombre está grabado a fuego en mi corazón. Nunca lo dudé, siempre lo supe, quizá tu sí lo dudaste o dudas aún, quizás nunca te lo supe expresar de manera suficientemente creíble. Sé que piensas que no he luchado por ti, que no he vencido mis obstáculos para estar a tu lado, sé que te sientes mal porque sientes que te he rechazado, y en cierta forma he hecho todo eso, por eso…

“Perdóname” Yo sé que parece fácil aparecer luego de tanto tiempo y decir perdón, después de la tristeza que te causé, pero es que fui un estúpido, he perdido tanto tiempo lejos de ti, tantas oportunidades de hacerte sonreír, de darte un beso o una caricia, de dejar que duermas  o llores en mi hombro, de tomarte de la mano o simplemente mirarte y memorizarme una y otra vez la perfección de tu rostro… Sé que he sido un egoísta porque pensando que hacía lo mejor para ti, te hice daño… Sé que te he fallado, que me has necesitado y no estuve. También sé que me lo dijiste una y otra vez, y no quise escucharte. En mi defensa, mi vida no fue fácil, y todo eso me ha llevado por caminos de inseguridades y frustraciones.

Tú eres tan importante para mí, eres como una joya, como una pieza de cristal, no quiero que nada malo te suceda, que nada te haga daño, que nadie te haga infeliz… y en mi deseo de protegerte de mí mismo, de mis inseguridades, lo único que logré fue ser yo el que te hizo daño, el que te hizo infeliz. Sí, quizás no me merezca tu perdón, pero si entro en ese círculo de autocompasión y de no sentirme digno de que me perdones, estaré haciendo lo mismo que hice todo este tiempo, dejándote ir sin luchar.

Por eso estoy aquí, diciéndote que te amo y que si aún sientes algo por mí me des otra oportunidad, aunque no haya luchado antes, te prometo luchar desde ahora, y para siempre. Cada día de mi vida, para sacarte una sonrisa, para secar una lagrima, para hacerte feliz, déjame intentarlo… Solo soy un chico tonto y arrepentido, escribiéndole a una chica, pidiéndole que lo deje amarla…

Siempre tuyo,

Diego

PD: Te amo».

Tizi tenía lágrimas en los ojos.

Diego se levantó de la cama en la que estaba sentado observando sus facciones al leer la carta. Se acercó a ella, ella tenía la mirada perdida en el suelo. El levantó su rostro con sus dedos y le sonrió con dulzura

—Ahora voy a abrazarte —dijo él y ella recordó la última frase de la carta de Silvia: «Solo abrácense, las palabras a veces sobran». Asintió y no se movió.

Diego la envolvió lentamente con sus brazos recordando la última frase de la carta de Silvia: «Abrázala, no le digas nada, ella lo sabrá».

—Te amo, Tiziana. Te amo desde siempre y para siempre —dijo separándose de ella y mirándola—. Por favor, perdóname... aunque no lo merezca. Silvia pensaría que eso es autocompasión, así que quiero decirte que sí me merezco que me perdones, porque te amo, porque el amor que tengo aquí para ti —dijo tocándose el pecho— es mucho más grande que todos los errores que cometí y que todo el daño que te causé y es capaz de limpiar todo ese camino y hacerte completamente feliz... y tú sabes que puedo hacerlo, tú sabes que puedo hacerte feliz... Mírame a los ojos —añadió levantándole el mentón con suavidad—, lee en ellos cuanto amor hay en mí para ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.