Cuando me necesites | Serie Cuando | Libro 1

3.

 

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Quince llamadas perdidas. Quince. Ni mi madre me había llamado tanto en un solo día. Llegaría la dieciséis y no contestaría. Seguía enojada con Pedro, no porque se emborrachara y tuviera que irlo a recoger en medio de la noche. Tampoco porque gasté el dinero de tres días de trabajo en el taxi. El motivo de mi enojo era que, cuando lo dejé, su madre me regañó por ser una pésima influencia en su hijo.

Y eso no bastó para hacer mi día, cuando llegué a mi casa, le habían puesto cadena a la puerta. Seguramente mi madre lo había hecho al notar que no estaba puesta. Me vi obligada a llamarle a mi hermana para que abriera la puerta y ahora ella pensaba que me estaba divirtiendo con alguien a escondidas de la familia.

Ojalá fuera eso.

—¿Cómo se llama? —preguntó de nuevo Serena.

La miré de reojo y negué con la cabeza. Volví a vigilar los panqueques. Ya era más de la una de tarde, pero ambas acabábamos de despertar.

—Melanie, por favor —rogó.

—El fotógrafo se emborrachó y fui a recogerlo —le repetí por décima vez.

—Yo te conté cuando salí con el chico de la tienda de maquillaje —reclamó.

Recogí los últimos panqueques y los puse en cada plato.

—Te estoy diciendo que eso fue lo que pasó. No estoy mintiendo. ¿Por qué lo haría?

Mordió un panqueque en cuanto estuvo a su alcance, pero aun así habló.

—Porque siempre mientes acerca de eso. Nunca te hemos conocido un novio y es porque siempre los ocultas y solo nos enteramos cuando ya has terminado con ellos.

Alcé mi hombro. Era cierto, hacía eso. La razón era simple en realidad, nunca dejaba que avance a algo tan serio.

—Pues esta vez estoy diciendo la verdad, no está pasando lo que piensas —le hice saber—. ¿Ya hiciste la tarea? —Cambié de tema. Una de mis especialidades.

—Sí, ya la hice —respondió de mala gana.

—Y la escuela, ¿cómo va? —Volví a preguntar.

—Si lo que quieres saber es si mis notas son lo suficientemente buenas para aprobar el año, sí lo son. —Gruñó la respuesta—. ¿Por qué las estúpidas notas son importantes siquiera?

—Porque si pierdes el año, no te graduarás y tendrás que esperar otro año para ir a la escuela de música que tanto quieres. —Le recordé. Entornó sus ojos en respuesta porque no tenía más que decir.

—¿Crees que me acepten en esa escuela con mis notas? —inquirió preocupada.

—Bueno, solo lo sabrás si te postulas. Eres buena, tienes una buena oportunidad para conseguirlo. Dudaría de que vayas a entrar si estuvieras pidiendo una beca, pero no es el caso.

Asintió pensativa. Comimos en silencio en adelante. Me despedí de la cocina y de mi hermana, quien tendría que lavar los platos. Era la regla, quien no cocina, lava los platos.

Fui directo hacia mi escritorio, donde ya estaba lista la grabadora con todas las entrevistas de ayer. Puse la reproducción automática y comencé anotando en el Word ideas importantes para el artículo.

Después de una hora, ya tenía un buen artículo terminado. Lo volvería a leer después para asegurarme de ello y lo enviaría antes de terminar el día. Como siempre, mis entregas las hacía mucho antes de la fecha de corte, que era el martes.

Me tomó el resto de día hacer mi tarea de la universidad. Era la última del semestre antes de los exámenes. Sería una semana fuerte, pero la última al fin. Por fin la última. Necesitaba las vacaciones para poder trabajar un poco más. Tal vez conseguiría un trabajo de mesera en el puesto de nachos del centro. El amigo de mamá me lo ofreció y sería buen dinero. Con mi trabajo en la librería, lograría completar el dinero para mi auto. Por fin un auto.

Nada mal para mi edad. Entrar a una universidad pública había ayudado mucho, no tenía que gastar en matrículas. A más de la comida y transporte, no tenía más preocupaciones.

De aceptar el dinero de mi madre, no tendría ninguna, pero no lo haría. Nunca aceptaría ese dinero.

El violín comenzó a sonar. La tan conocida melodía llenó todos los rincones del apartamento. Era la pieza favorita de Serena, le gustaba que fuera trágica, fatalista. Solía decir que se parecía a nuestra familia. Ella tenía razón. Sin embargo, no la tocaba a menudo, nos recordaba a todo lo que pasó y afectaba especialmente a mamá. Por eso aprovechaba cuando ella no estaba.

A mí también me afectaba, pero no tanto como a mamá.

Tomé los cuadernos con mis anotaciones y comencé a estudiar mientras Serena seguía tocando. La pieza me pareció particularmente larga, tal vez estaba repitiendo ciertas partes para darle mayor extensión, solía hacer eso con todo lo que tocaba. Para ella ninguna canción era lo suficientemente larga.



#15176 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 02.10.2024

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