Nunca me había dado cuenta de lo sexy que se veía un hombre cuando conducía, en especial si traía una camisa remangada hasta los codos. Había algo en la forma en que sus músculos se contraían cuando cambiaba la presión en el volante. Más allá de las venas que se marcaban desde el dorso de su mano hasta rebasar su muñeca, lo que me llamaba más la atención era el lunar a mitad de camino entre el codo y la muñeca. Un pequeño punto que me hacía pensar en cosas inapropiadas.
Dirigí mi mirada hacia el frente cuando él se percató de que le ponía demasiada atención a sus manos sujetando el volante. Antes de que dijera algo, porque le vi la intensión en los ojos, me aclaré la garganta y hablé primero.
—¿Falta mucho? —le pregunté. En ese momento giró hacia la derecha para tomar un camino secundario. El camino era delgado, tanto que si estiraba el brazo podría tocar el tronco de uno de los árboles que se enfilaban a cada lado.
—Ya casi —respondió. Fue disminuyendo la velocidad a medida que avanzamos por la entrada de la enorme propiedad. Era una casa estilo rústico bastante elegante. Había un letrero cuyas letras estaban talladas en la madera. Solar, ponía en tipografía manuscrita. Alec estacionó en un lugar libre en una zona donde estaban otros dos autos—. ¿Qué opinas?
—Es un lugar bastante bonito —dije. Y no era solo un comentario al aire, la casa era una bella pieza construida en su mayoría con madera barnizada y techo de teja blanca. Tenía tres pisos con grandes ventanales. En la mitad del último piso se veía un balcón donde una pareja conversaba. También había flores por donde quiera que miraras, la mayoría silvestres, el mejor tipo de flores—. ¿Restaurante? —pregunté.
—Mas o menos —respondió—. Es una estancia, pero el restaurante está abierto a todo el público.
Salió del auto y lo vi atravesar la distancia hacia la puerta del copiloto. Estando en otra situación, habría salido por mí misma; sin embargo, también me había abierto la puerta al entrar al auto, así que supuse que querría abrirme la puerta al salir. Así lo hizo. Le envié a mi corazón la orden de que disminuya la velocidad, porque comenzaba a hiperventilarme. Papá solía abrirnos la puerta del auto también, pero, después de él, nadie más lo hizo, así que había olvidado lo que se sentía.
Era como derretirse en un buen sentido, si es que era posible. Me preguntaba si así era como debería sentirme o el hecho de que estuviera atraída por él tenía algo que ver. Solo me abría la puerta del auto, no debería ser la gran cosa, pero mi corazón pensaba lo contrario.
—¿Ya conocías este lugar? —le pregunté cuando estuvimos frente a frente. Una brisa un poco fuerte nos rodeó, enviando mi cabello en todas las direcciones. Hice lo que pude para peinármelo. Al parecer no lo hice bien, porque él estiró su mano y terminó de peinarlo, además de colocar un mechón detrás de mi oreja.
—Escuché de él por alguien —respondió y yo asentí. Dirigí mi atención a la puerta abierta de la casa, un poco para no enfrentar sus ojos, porque sentía que estaban sobre mí. Mirando mi reacción, intentando averiguar por qué había corrido a él y prácticamente haberle pedido que me invite a una cita. No lo había dejado ir después de que me invitara a salir y él sabía qué significaba, solo necesitaba confirmar que yo estaba al tanto. Y lo estaba, pero era una cobarde—. Tal vez tengamos que esperar un poco antes de comer.
—Claro, está bien —Accedí sin preguntar la razón—. Podríamos esperar en el auto… —dije, pero me arrepentí. No, el auto era un espacio pequeño y bastante privado donde era más probable que pueda darse una conversación para la que no estaba preparada—. O tal vez caminar por los alrededores. —Sumé a nuestras opciones.
Apuntó con su mano el camino, animándome a caminar. Antes de pasar a lo de “caminar por los alrededores”, Alec pasó por la recepción para comunicar de nuestra asistencia a la reservación. Nos ofrecieron sentarnos ya en nuestra mesa, pero escuché cómo Alec rechazaba la oferta y pedía permiso para caminar por los alrededores. Una de las personas que trabajaba en el lugar nos condujo a la parte trasera de la propiedad.
—Nos encontramos arreglando un problema con la pileta, pero siéntanse libres de explorar tanto como quieran —dijo.
Efectivamente, dos personas se encontraban trabajando en la pileta. Pasamos por su lado al tomar el camino que daba hacia un área de huertos. Todo estaba muy bien organizado y, por lo que veía, su sistema de riego era manual, ya que no era un área de cultivo muy grande. Usaban mallas que parecían de pesca para delimitar dónde estaban las lechugas y dónde los tomates. Un poco más adelante había un conjunto de árboles de limón.
—¿Te molesta si tomo un par de fotos? —le pregunté. Alec respondió que no, así que comencé a capturar cada parte que me parecía interesante, como el hecho de las hamacas que rodeaba todo el tronco de un árbol.
—¿Para la revista? —preguntó Alec. Negué con la cabeza.