18 de septiembre
Ojalá papá no hubiera muerto.
Y ojalá mi madre no hubiera traído a su nuevo novio tres meses después del entierro.
Me gustaría que siguiéramos siendo la familia común y corriente que éramos hace apenas unos meses. Extraño mucho a mi padre, hace apenas un tiempo podía oír su voz discutiendo con la tele y verlo en la cocina haciendo la cena.
Pero desde que el cáncer pudo con él, mamá comenzó a comportarse extraño. Más extraño de lo común; más horas en llamadas, más recelosa con sus mensajes y más sonriente que de costumbre— De costumbre para una reciente viuda, claro. —Quiero pensar que mi madre amó a mi padre desde el primer día, pero sé que sería como mentirme a mí misma. Después de que yo naciera se volvieron dos extraños, al menos fingieron quererse un poco hasta que fui lo suficientemente grande para notarlo. Pero desde su muerte, no esperó ni siquiera a terminar con el duelo para buscarse a otro hombre que llenara el hueco vacío que dejó mi padre.
En fin, mamá y Stefano, su nuevo novio, iniciaron su nueva vida en esta ciudad del horror. Sé que no ha sido idea de él, sino de mi madre, que consiguió un trabajo mejor como promotora. Nadie pensó en mi, pero claro, ¿como iban a hacerlo si era más entretenido pensar en la boda civil, la luna de miel y los colores de la nueva casa? Mañana comienzo las clases en mi nueva escuela, y allí no conozco a nadie, voy a ser como una de esas antisociales que se van al baño a comer su almuerzo. Ojalá pudiera echarme a dormir y al despertar darme cuenta de que todo fue solo un sueño.
Ojalá pudiera recuperar a mis amigos.
Ojalá se hubiera encontrado la cura del cáncer este año.
Ojalá todo fuera como antes.
A.
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Editado: 20.08.2025