26| La noticia.
La casa se queda en silencio.
—¿Chicos? —insiste luego de ver que ninguno de sus tres hijos responde.
Me acomodo en mi asiento, miro rápidamente sus caras y no veo ninguna expresión en ellos.
—¿No están felices ?—cuestiona— Yo creí...bueno creímos que se iban a poner contentos. En especial Luigi, ¿No querías un hermanito nuevo?
Se acerca a su hijo para quedar agachada a su altura y acariciar su mejilla, pero muy contrario a su actitud habitual, Luigi se aparta de su madre con recelo.
—¡No quiero un hermano!
—¿Qué? ¿Por qué no?
—¡No lo quiero! ¡No lo quiero! ¡No lo quiero! —rabia y tira al suelo los cojines del sillón.
Se levanta de un solo salto y aleja a su madre de un manotazo para irse corriendo escaleras arriba.
—¡Luigi! —intenta detenerlo.
—Déjalo mamá, está enfadado—farfulla la hermana del medio, también levantándose de su asiento.
Los ojos de la señora Berlusconi se humedecen y su rostro se transforma en una mueca triste.
—¿Y ustedes tampoco están felices? A Ben y a mí nos hacía mucha ilusión formar una familia, ¿verdad que sí, cariño? —Voltea sobre sus talones para mirar a su prometido.
Benjamín asiente efusivamente y da un paso adelante para acercarse a Liz.
Repiqueteo los dedos en ambos costados de mis piernas y noto que Damian me mira de reojo. Giro un poco la cabeza, él hace lo mismo, compartimos una mirada rápida y por alguna razón siento la boca seca.
—¿Formar una familia? —la voz de Chiara se hace presente, sus cejas se fruncen y mira igual de enfadada a su madre.
—Sí, bueno...
—¿Y nosotros que somos entonces? ¿Tu ex familia? ¿Tus ex hijos? —reprocha apretando con más fuerza la mandíbula— ¿Tan rápido olvidaste a papá?
—Cielos, no quise dar a entender eso. Obviamente ustedes...
—Pero lo hiciste—enfatiza—. Diste a entender justamente eso.
Trago saliva con fuerza, hasta puedo sentir que mi jefa hace lo mismo, y detrás de ella Ben hace una mueca disimulada con los labios porque sabe tanto como nosotros que la situación está por empeorar.
Así que deduzco, que es por ese mismo motivo por el cual se arma de valentía y se introduce a la guerra:
—Sé que no van a querer que yo me entrometa en esto —comienza— pero les aseguro que no tengo intenciones de suplantar a su padre. Su madre y yo solo queremos lo mejor para la familia, y quizá...
—Ni lo pienses —Lo interrumpe con rabia la peliverde—No te atrevas a terminar esa frase —vuelve a mirar a su madre— ¿Para qué quieren un nuevo bebé? ¿Para dejarlo tirado a los pocos meses? ¿Para qué unos desconocidos lo terminen cuidando luego de que vuelvan al trabajo?
—No tiene caso discutir, Lyd—La interrumpe su hermana —El daño ya está hecho. Felicidades por tu nueva familia, mamá.
—Niñas, por favor...
—Nada de esto hubiera pasado si papá no hubiera muerto—Oigo espetar a Lydia antes de llegar a las escaleras.
Segundos después, las puertas se oyen golpearse y la señora Berlusconi se deja caer devastada sobre su sofá, Ben no duda en acortar la distancia y darle consuelo.
Damian y yo nos quedamos parados, pasan otros microsegundos que parecen eternos y me decido de que es hora de hacer algo.
—Yo...lo siento mucho, seguramente se acostumbren con el tiempo—intento ayudar.
Los ojos de mi compañero me escrutan con la mirada y rueda los ojos, se coloca a mi lado y cruza los brazos hastiado.
—Ojalá así sea. — Ella hace el intento de regalarme una sonrisa— A estas alturas deben creer que soy una madre terrible, pero puedo jurar que hago lo mejor que puedo, es muy difícil criar a tres hijos sola y si no fuera por Ben, ya estaría hasta el cuello.
Le toma la mano y este acaricia con ternura su vientre.
—Son críos, hay que entenderlos, tal vez fue muy apresurado darles la noticia ahora. Pero estoy segura que dentro de unas semanas ya quedará todo zanjado, no son niños resentidos después de todo—reconforto. O hago el intento.
—Pero tienen razones para estarlo, es obvio que no les iba a caer bien la noticia—añade Damian y eso hace que reciba un puntapié de mi parte y una mala mirada, por supuesto.
—Lo sé...lo sé, debí haberlo pensado mejor. Dentro de poco hace aniversario de la muerte de su padre y con todo lo del casamiento y Ben, un embarazo era lo menos esperado. Pero ustedes sabrán entender que...—nos mira con las mejillas enrojecidas—ese tipo de cosas a veces suceden por descuido, y ya no se puede hacer nada para remediarlo.
Asiento desviando la mirada.
—¿Puedo preguntar cómo murió su ex marido? —cuestiona el otro niñero.
Duda por un momento, pero al final terminamos escuchando una respuesta.
—Fue un paro cardíaco, estábamos en la cancha de tennis —se adelanta a contestar Benjamín —éramos socios y amigos.
—Vaya...—es lo único que alzando a decir. Y que buenos amigos...
—Así que ustedes...—El oji-gris los apunta discretamente.
—Sí, ya nos conocíamos. Pero no pasó nada hasta muchos meses después del entierro, Ben me ayudó mucho —se apresura a aclarar la madre de los chicos—. Benjamín y Alessandro eran muy cercanos.
—Era como un hermano, y me devastó muchísimo su pérdida —añade este—. Porque era casi la única familia que me quedaba, mi mamá murió hace mucho y nunca conocí a mi padre, Alessandro era un viejo amigo de la universidad y un compañero de trabajo increíble. Y al morir supe que no podía dejar desamparada a su familia.
—¿Y los chicos...? —es mi turno de curiosear.
Deja escapar un suspiro y hace un gesto de cabeza afirmativo.
—También me conocían de antes, era como el tío postizo divertido que los invitaba a tomar helado, pero luego de que Liz y yo formalizáramos lo nuestro, me odiaron. Y creo que todavía lo siguen haciendo.
—Ellos no te odian, solo están... acostumbrándose —consuela Lizbeth. —Siguen sorprendidos.
—Y con muchas razones...— susurra Damian tan bajo que apenas yo puedo escucharlo.
#3079 en Novela romántica
#1036 en Chick lit
novela juvenil, juvenil drama romance comedia, convivencia forzada
Editado: 04.09.2025